Hay numerosos proyectos y construcción de presas que descuidan la biodiversidad, los caudales ecológicos e ignoran a las poblaciones locales, advierte en el informe Los siete pecados en la construcción de presas del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés).
Cuando las presas se planean, se construyen y operan adecuadamente pueden contribuir a la seguridad alimentaria y energética, pero los intereses de corto plazo con frecuencia son foco de la toma de decisiones, indica la organización.
No se pueden esperar resultados sustentables cuando las propuestas de presas se basan en intereses financieros o políticos en lugar del diálogo, transparencia y la razón, refiere.
El documento ubica que la construcción de las presas en ríos ha ignorado los flujos descendentes, descuidando biodiversidad, la caída de la economía, la falta de licencia social para operar, así como el manejo de riesgos e impactos.
Menciona que en el caso de proyectos de gran escala, los operadores deben obtener una licencia social de operación, es decir, que la población acepte los proyectos, lo cual es fundamental para el manejo sustentable, y el inicio de cualquier proyecto considerado exitoso.
Hay efectos negativos, como la reubicación de población, la destrucción de sitios culturales, o el colapso de las pesquerías locales, mismos que con frecuencia se desestiman y son considerados susceptibles de compensación. Las evidencias científicas y los análisis de riesgo con frecuencia pierden ante las agendas políticas o económicas unilaterales, precisa.
Además, las presas se siguen construyendo en áreas de alto valor ecológico, sin tomar en cuenta la pérdida de biodiversidad. Generan impactos graves, ocasionados por el cambio en la dinámica natural de los flujos de agua o la desaparición de humedales, los cuales tampoco son tomados en cuenta.
Hay empresas de los países que integran el G-7 que impulsan proyectos en mercados emergentes, inaceptables de acuerdo a los estándares globales. En Austria, por ejemplo, hay un grave deterioro ecológico sobre tres valles alpinos en la región de Ötztal, donde se estableció la hidroeléctrica de Kaunertal.
Hay 50 mil grandes represas que en su mayoría se destinan para riego en agricultura, generación de energía hidroeléctrica y suministro de agua potable. Entre sus conclusiones destaca que el sector agrícola es el principal consumidor de agua dulce.
Fuente: La Jornada