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ColumnistasLa COP 16 y la Troika

La COP 16 y la Troika

Forma y Fondo CXXXIII
Por: Pedro Silva Gámez

Se acerca el inminente fin del Protocolo de Kioto que marcará otra época ambiental, en el que los países industrializados se comprometieron el 11 de diciembre de 1997, a reducir las emisiones de seis gases de efecto invernadero causantes del calentamiento global: Bióxido de Carbono (CO2), Metano (CH4), Óxido Nitroso (N2O), Hidrofluorocarbonos (HFC), Perfluorocarbonos (PFC) y Hexafluoruro de Azufre (SF6).

Los signatarios pactaron disminuir un promedio de cinco por ciento las emisiones contaminantes entre 2008 y 20012, siendo referencia los altos niveles de 1990. El acuerdo entró en vigor el 16 de febrero de 2005.

Durante ésos años se celebraron todo tipo de reuniones y cumbres mundiales, con opiniones divididas. Para unos sí existía el fenómeno y para otros era un mito. Hace unos días el más destacado opositor del fenómeno Bjorn Lomborg, escritor, profesor y ambientalista danés autor del libro El ecologista escéptico, en el que pone en duda un amplio rango de problemas ambientales, reconoció que el calentamiento global es una de las principales preocupaciones y un desafío que la humanidad debe enfrentar.

La aceptación del fenómeno se da en un momento difícil: la celebración de la COP 16 en Cancún a fin de año, que busca unir esfuerzos internacionales para un acuerdo global, las devastaciones por fenómenos a nivel mundial y el resurgimiento de un escepticismo originado por la confiabilidad de las pruebas científicas sobre el calentamiento global.

A tal panorama, México tiene que añadir los retos que enfrenta por la afectación que sufren millones de compatriotas que perdieron cultivos, hogares, bienes y en algunos casos la vida misma. El recuento oficial señala que del primero de enero al quince de septiembre las inundaciones afectaron ciento treinta y cinco mil hectáreas, faltando por cuantificar Veracruz entre varios estados. Tabasco, Oaxaca, Jalisco, Baja California, Sinaloa y muchos otros lugares seguirán aumentando las estadísticas. En el Estado de México y estados circunvecinos, no por ser menores los problemas afectan menos a la población: también se han perdido bienes y vidas.

En dinero, las pérdidas son multimillonarias; en salud, aparecen enfermedades y epidemias en los más vulnerables: los que menos tienen. En abasto, el espectro de los especuladores que lucran con la desgracia y en las autoridades, las innumerables declaraciones de apoyo para reconstruir. Después de la foto de rigor, la invitación oficial a la población, para que una vez más sea solidaria y coopere con lo que pueda en beneficio de sus hermanos en desgracia.

No está fuera de lugar motivar a la solidaridad, pero sí hay incongruencia en el despilfarro de recursos que hacen los depositarios del dinero de pueblo, entiéndase autoridades, con motivos que van desde los festejos patrios, e incontables rubros con presupuestos mal ejercidos, hasta las campañas permanentes para promover las bondades de los diferentes colores del arcoíris electoral que padece nuestro maltrecho México. Desde luego que la ciudadanía solidaria acude, porque sabe lo que duelen la necesidad, las promesas incumplidas y los oídos sordos a la tragedia.

Ante este horizonte nacional se reunirán los países asistentes a la Cumbre de Cancún. Un comunicado oficial informó en días pasados que los gobiernos de Dinamarca, México y Sudáfrica, anfitriones de las COP 15, COP 16 y COP 17, acordaron conformar una alianza, inmediatamente bautizada como troika, y convocar al resto de las naciones a contribuir para alcanzar progresos en la cooperación y acuerdos sobre el cambio climático.

Simultáneamente Rusia y Europa Oriental se queman por temperaturas extremas, Paquistán y China sufren deslaves e inundaciones, África padece hambrunas por la sequía, Centroamérica y México un inusual ciclo de lluvias, la capa de hielo del Ártico sigue derritiéndose y la temperatura de los océanos, a julio de este año, se registró como la más alta en los últimos ciento treinta años.

Las opiniones difieren en cuanto al éxito de la cumbre. Las esperanzadas con un fondo romántico y utópico por un mundo mejor para todos y las que considerando a las anteriores, pesimismo de por medio, vaticinan otro fracaso como el reciente de su antecesora la COP 15 de Copenhague.

Ponen en la mesa las argucias de los países desarrollados al aprovechar las lagunas jurídicas para evadir sus compromisos y poder aumentar sus emisiones en un ocho por ciento, en vez de recortarlas entre treinta y cuarenta por ciento para el 2020 como era lo pactado. La misma titular de la ONU expuso que no se deben cometer los errores de Copenhague al buscar un acuerdo más ambicioso que realista en cuanto a lo alcanzable.

La forma: la COP 16 es la oportunidad para pasar de la retórica y buenas intenciones, a la búsqueda de soluciones concretas. De las cortinas de humo de intereses económicos a la decidida acción, cuyos réditos serán la disminución de las catástrofes naturales y la mejoría de los desprotegidos.

El fondo: no hay panorama claro, el tiempo apremia y: TODOS SOMOS NATURALEZA.

Fuente: Acacia Fundación Ambiental A. C.

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