Se debe de producir una reacción ciudadana y una vuelta a los valores con una regeneración del la moral pública y privada
Los altos niveles de corrupción que se están alcanzando a nivel mundial tienen un coste que afecta a la sostenibilidad económica de los países, según ha declarado Antonio Garrigues Walker hoy en la presentación del Informe Global sobre la Corrupción 2009 elaborado por Transparencia Internacional.
El informe, que en esta ocasión está centrado en el sector privado, advierte de que las prácticas de corrupción destruyen la competencia leal, retarda el crecimiento y atenta contra la existencia misma de las empresas.
Para Jesús Lizcano, presidente de la entidad en España, las empresas son la otra cara de la moneda en los temas relacionados con la corrupción, pues bien aceptan sobornos o los ofrecen, y se produce una captura del Estado ya que se realizan sobornos para que se legisle a favor de intereses concretos.
Además, se afirma que en los países en vías en desarrollo y en transición, las compañías habrían pagado en sobornos un total de hasta 40.000 millones de dólares americanos por año, lo que representa el 40% de la ayuda al desarrollo, según el profesor Manuel Villoria, que también participó en la presentación del informe.
También se señala que la mitad de los ejecutivos de empresas internacionales estiman que la corrupción eleva al menos en un 10% el costo de los proyectos, y que los casi 300 cárteles privados internacionales descubiertos entre 1990 y 2005 aplicaron a sus consumidores sobrepecios por valor de unos 300.000 millones de dólares.
En este sentido, el poder económico de algunas compañías y sectores comerciales les otorga una influencia desproporcionada sobre el peso de las decisiones políticas. Además, la falta de regulación de este tipo de influencia fomenta el surgimiento de sistemas cleptocráticos y paraliza el crecimiento.
Desde el punto de vista corporativo, las empresas tienen que comportarse también éticamente y si bien casi el 90% de las 200 principales compañías mundiales han adoptado códigos de prácticas empresariales, menos de la mitad afirmaron monitorear su cumplimiento.
Para Jesús Sánchez Lambás, director general de la Fundación Ortega y Gasset, la integridad corporativa es rentable porque es algo que esta siendo demandado por la sociedad. Se ha comprobado las empresas con programas anticorrupción sufren hasta un 50% menos de incidentes de corrupción y tienen menos oportunidades de perder oportunidades comerciales que aquellas que no poseen este tipo de programas.
En el caso español, Villoria afirmó que se esta avanzando con la aprobación de las leyes de contratos del sector público y la de financiación de partidos políticos, pero sin embargo todavía queda su desarrollo y en el caso de lo referente a partidos políticos existen lagunas que impiden conocer la financiación real de los mismos.
Ante este panorama, Garrigues Walker remarcó que se debe de producir una reacción ciudadana y una vuelta a los valores con una regeneración del a moral pública y privada, recuperando costumbres y comportamientos éticos que nos permitirán salir de la crisis.