La factura que pasa la corrupción a las economías mundiales fluctúa entre 1.5 y 2 billones de dólares, que representan entre 1 y 2 puntos del PIB mundial, aseguró Daniel Kauffman, presidente del Instituto de Gobernanza de los Recursos Naturales.
Esta métrica no sólo incluye sobornos y pago de prebendas. También contempla el impacto que tiene en el desempeño económico la subinversión privada, es decir, los recursos que debiendo ser productivos, se distraen para pagar sobornos, así como en la menor innovación resultado de la fuga de talentos y el tiempo productivo que se pierde, cada vez que se distrae un empresario en atender asuntos relativos con los cohechos, aseveró.
Al participar en la sesión sobre integridad de los individuos en la gestión del sector público, advirtió que cuando una economía ve seriamente el control de la corrupción, puede subir el ingreso per cápita entre 3 y 4 puntos porcentuales.
En la misma sesión, Peter Ng Kok Song, oficial jefe de inversiones de la Corporación de Inversiones de Singapur, aseveró que cuando el “cáncer de la corrupción entra al sistema, termina con el cuerpo y se va a necesitar una revolución para limpiarlo, como sucedió en China”.
En la misma sesión, el primer subdirector gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), David Lipton, dijo que se deben fomentar políticas que alienten a los países en la lucha contra la corrupción, porque “si el costo de no cumplir con la ley no es alto, las empresas no van a cumplir con ella”.
El funcionario del Fondo dijo que se tienen que discutir las sanciones a nivel internacional: “Por ejemplo, en Estados Unidos tienen leyes anticorrupción y se hacen cumplir; lo mismo se ha hecho en el Grupo de los 7(G-7), pero no tenemos todavía un cumplimiento sobre leyes anticorrupción fuera de EU y del G-7”.
Dijo que la lucha anticorrupción requiere un liderazgo capaz de realizar los cambios necesarios. “Si uno está embarcado en la dirección correcta se pueden lograr cambios, y muy importantes”, aseveró Ngaire Woods, decana de la Escuela de Gobierno Blavatnik.
“Necesitamos líderes cero tolerantes a la corrupción pero también ciudadanos que exijan que se cumplan las leyes, que no haya tolerancia a esas malas prácticas”, dijo Woods, quien evocó una clase en la que invitaron al ex presidente de México, Ernesto Zedillo, a quien un joven estudiante le expuso: “Si yo quiero convertirme en líder en mi país (no dijo su nacionalidad), tengo que aceptar dinero y sobornos para llegar ahí”. La respuesta de Zedillo fue: “Si usted acepta un simple soborno, usted deja de lado la razón de ser un servidor público”.
Hace falta transparencia
Es bajo esta premisa que el complemento en la lucha anticorrupción está en la transparencia, por ejemplo, dijo Daniel Kauffman: “En Estados Unidos hay una ley que obliga a las empresas de minerales, gas y petróleo a entregar la SEC (órgano regulador) información sobre todos y cada uno de los pagos efectuados a sus clientes y proveedores, pero las empresas han acudido a la Corte para no acatarla”.
Explicó que corporativos del sector como Exxon y Shell apelaron porque siguen buscando operar en la opacidad y aprovechó para llamar a las grandes empresas que no están en favor de la transparencia a que adopten esta iniciativa.
Durante la mesa que moderó Sean Hagan, director del Departamento Jurídico del FMI, se abordó la estructura partidaria que priva en los países de América Latina, en donde, dijeron, “deberían adoptar sanciones más severas y sobre todo hacer que se cumplan las leyes anticorrupción”.
Los participantes dijeron que al evitar la corrupción existe un ahorro para las finanzas públicas, amén de que contar con apertura comercial es un factor que permite que no haya trabas de ingreso y esto hace que no sea necesario incurrir en corrupción.
Salarios deben ser competitivos
En su oportunidad, Peter Ng Kok Song dijo que una de las estrategias para evitar la corrupción es ofrecer a los funcionarios públicos salarios competitivos, y dijo que en su país se paga el salario más alto a un presidente, aunque no tienen gobernantes ricos como en otros países que tienen funcionarios con salarios bajos, pero que son ricos.
Fuente: El Economista