La responsabilidad social no debe ser solo hacia afuera, también debe de ponerse en práctica dentro de la misma empresa con sus grupos de interés internos, y no limitarse a usar la mercadotecnia para que se conozca por el público en general.
Lo anterior lo menciono porque desafortunadamente he conocido algunas empresas que hacen campañas de sus productos utilizando argumentos de RSE e inclusive sustentabilidad , pero en sus operaciones diarias esta filosofía se convierte en letra muerta en lo que se refiere a la atención a su capital humano.
En un ejemplo concreto, en muchas empresas existen de manera formal y claramente escrita las políticas en torno al cómo, cuándo y bajo qué condiciones se puede dar un ascenso, así como los requisitos que debe tener el candidato en su historia laboral dentro de la organización para poder obtenerlos. Esta práctica que dentro de una auditoría puede calificarse como excelente, porque significa que se han establecido todas las condiciones necesarias para cualquier movimiento del personal.
Sin embargo, y esto es lo negativo, en la práctica no siempre se cumple con lo establecido en las reglas formales. Se esgrimen diversos argumentos para justificar el saltarse o evadirse las normas y actuando de manera indiferente ante tal agravio, y sin tomar en cuenta que el personal puede percatarse fácilmente de tal anomalía.
Esta manera de actuar se convierte en la norma, aunque sea informal, teniendo más peso o autoridad que la misma norma formal, trazando así una línea de acción y de comportamiento, sobre todo entre los directivos que se pueden “dar el lujo” de saltarse la regla establecida sin temer un castigo por su manera de actuar, utilizando el clásico argumento “no pasa nada”.
Pero realmente algo sí pasa, y es el sentir del personal que empieza a desconfiar de sus jefes y de los jefes de sus jefes, quienes con cualquier justificación violan las políticas establecidas. En este contexto, puede convertirse en algo común buscar un ascenso o cambio de área a través de caminos informales o extralegales, ya que: “al fin y al cabo todos los usan”.
Con todo lo dicho hasta ahora, es fácil imaginarse el ambiente de trabajo dentro de este tipo de organizaciones, el bajo ánimo imperante, y la muy posible falta de entusiasmo que se presenta porque el personal considera que las influencias son el camino para lograr un ascenso sin considerar las reglas vigentes para ello.
Es en este tipo de situaciones donde está uno de los principios o propósitos básicos de la responsabilidad social: tener una actitud coherente con los empleados, el establecimiento en forma clara de las reglas para la atención del personal y su cabal cumplimiento. Vale mencionarse una vez más que la empresa no son los edificios ni los directivos, sino los empleados, los que le dan vida y razón de ser a esa empresa.
Por eso último mencionado, es en esa relación personal donde se requiere poner en práctica la responsabilidad social.
Seguiremos platicando …
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Antonio Rey Tamayo Neyra
Dedicado al periodismo de investigación desde 1987 especializado en temas socioeconómicos. Desde 1991 colabora en el periódico El Financiero como Coordinador Editorial y Redactor de Proyectos Especiales, además de colaborar en otros medios. Desde el 2002 involucrado en la Responsabilidad Social, escribiendo y realizando proyectos editoriales de este tema, y además documentando las actividades de las empresas (tipo caso) También es profesor de posgrado e imparte capacitación en relacionales laborales. Licenciado en Administración por el Instituto Tecnológico Autónomo de México; su preparación profesional posterior incluye un Diplomado en Responsabilidad Social en el Tecnológico de Monterrey, y un Curso del mismo tema en la Universidad Abierta de Cataluña. Actualmente estudia la Maestría en Sociedad de la Información y el Conocimiento en la Universidad Abierta de Cataluña.