Antonio Tamayo Neyra
Con algo así como sentimientos encontrados me encuentro ahora ante lo que sucede con esto de la influenza: por un lado es satisfactorio encontrarse con empresas que están haciendo más de lo solicitado por las autoridades para proteger a sus empleados de un posible contagio; pero por otro lado, es penoso darse cuenta que hasta donde tiene que llegarse, para que algunas organizaciones consideren a su personal, más allá de la estricta relación laboral existente.
Esta crisis sanitaria, al igual que la crisis financiera, está removiendo el sentido y razón de ser de la empresa en el más amplio sentido del término. Me explico.
En una colaboración anterior comenté que ante la actual recesión, se recomienda considerar por ahora la sobrevivencia de la empresa, más que buscar una rentabilidad, dejando esta última para el mediano o largo plazo. Con este problema de epidemia, la situación es similar, hay que buscar por el momento la sobrevivencia de la empresa.
Y en ambos casos un factor común es el considerar que fuerte o profunda es la responsabilidad social de la empresa en cuanto a su atención a su recurso humano, el primero de la lista de todos sus stakeholders.
Estas situaciones de emergencia están obligando a los directivos y/o dueños de las empresas, en reorganizar los objetivos de sus organizaciones, para redefinir tanto los medios como los fines de la propia organización.
Ahora las empresas que mejor atención pongan a las necesidades de su personal por la contingencia actual, se podrán dar cuenta que a la larga contaran con su apoyo, porque la gente ya se dio cuenta que la empresa se está preocupando por ellos, y que por lo tanto le es necesaria.
Alguien puede decir que es una actitud de conveniencia y tendrá razón, pero esta conveniencia está poniendo primero la atención por la gente, dejando para un segundo término la búsqueda de la rentabilidad.
Creo que una importante lección que nos dejará a todos este momento, sin descontar por supuesto a los enfermos y fallecidos, es que es posible modificar patrones de conducta y mentalidad que consideran que todo es inmutable; sería una verdadera pena no aprovechar el aprendizaje de todos estos acontecimientos, en aras de lograr una mayor conciencia de la importancia de la responsabilidad social de las empresas con su propio personal, al tener en cuenta que, aunque suene obvio, son más que empleados y trabajadores.
Y que son ellos precisamente los que le dan sentido y vida a la propia empresa.
Seguiremos platicando …
Antonio Rey Tamayo Neyra
Licenciado en Administración por el Instituto Tecnológico Autónomo de México, y actualmente estudiando la Maestría en Sociedad de la Información y el Conocimiento en la Universidad Abierta de Cataluña. Dedicado al periodismo de investigación desde 1987 especializado en temas socioeconómicos. En los pasados 19 años hasta la fecha, colaborando en el periódico El Financiero como Coordinador Editorial y Redactor de Proyectos Especiales, además de haber escritor para otros medios durante este mismo tiempo. Adicionalmente se ha dedicado también a la consultoría y capacitación en relacionales laborales desde hace 18 años, trabajando para diferentes empresas en todo México. De siete años a la fecha, involucrado en el tema de Responsabilidad Social, realizando varios proyectos editoriales, y estudiado un diplomado al respecto coordinado por el Tecnológico de Monterrey, Cemex y el Banco Mundial, y un curso del mismo tema en la Universidad Abierta de Cataluña.