Cada vez que un producto logra salir al mercado inicia un proceso en el que los consumidores lo adquieren, utilizan y desechan olvidándose con frecuencia de las etapas previas a lo largo de su ciclo de vida. En el caso de la industria de la moda, el rápido surgimiento de nuevas tendencias ha acelerado este fenómeno hasta desencadenar el llamado «fast fashion», un modelo de producción y consumo masivo de ropa y accesorios que acorta el periodo de vida de cada producto de forma verdaderamente alarmante.
Una gran cantidad de marcas se han sumado ya a este modelo adoptando prácticas poco éticas para reducir los tiempos y costos de producción de cantidades exorbitantes de prendas que son distribuidas en distintos países del mundo, donde hombres y mujeres adquieren prendas una y otra vez para desecharlas en un periodo promedio de sólo tres meses. Pero ¿qué pasaría si pudiéramos ver la historia detrás de esas telas?
Con el objetivo de hacer un llamado a la conciencia de los consumidores, la organización Canadian Fair Trade Network ha decidido revelar las historias que se ocultan tras el «Made in Vietnam» o «Made in Bangladesh» de la gran mayoría de las etiquetas en nuestra ropa a través de una campaña que alza la voz en nombre de quienes la fabrican bajo terribles condiciones de trabajo.
La campaña muestra algunas prendas con etiquetas extremadamente largas en las que se pueden leer historias verdaderamente desgarradoras. ¿Quieres conocerlas?
«100% algodón. Hecho en Sierra Leone por Tejan. Las primeras veces que tosió sangre se lo ocultó a su familia. No podían permitirse tratamiento médico y no podía arriesgarse a perder su trabajo en la plantación de algodón. Cuando un día tuvo convulsiones ya no podía ser ignorado. El diagnóstico fue intoxicación por pesticidas. La falta de ropa de protección adecuada le ha provocado leucemia a la edad de 34 años. Tiene dos hijas. Una de ellas empieza a trabajar en la fábrica el próximo año. La etiqueta no cuenta toda la historia».
«100% algodón. Hecho en Bangladesh por Joya, quien dejó el colegio a los doce años para ayudar a su recién enviudada madre a sacar adelante a sus dos hermanos. Su padre murió cuando se declaró un incendio en la fábrica de algodón donde trabajaba. Ahora ella trabaja en el edificio de enfrente de la fábrica quemada. Un recordatorio constante de los riesgos que asume todos los días. La etiqueta no cuenta toda la historia».
«100% algodón. Hecho en Camboya por Behnly, de nueve años. Se levanta a las 5.00 de la mañana cada día para llegar a la hora a la fábrica de tejidos donde trabaja. Cuando sale de casa es de noche, y cuando llegue también lo será. Lleva ropa ligera porque la temperatura en la sala donde trabaja alcanza los 30 grados. Su nariz y su boca se llenan del polvo de la habitación. Ganará menos de un dólar por pasar un día asfixiándose lentamente. Una máscara le costaría 10 céntimos a su empresa. La etiqueta no cuenta toda la historia».
La verdad es impresionante esta historia. Estuve realizando un trabajo acerca
de este tema y es una dura realidad.