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La evaluación

Falta una semana para que ciudadanos de catorce estados elijamos a quién nos gobernará y representará en los próximos tres y seis años.

La temporalidad del mandato es relativamente corta, sin embargo los efectos que produce son perennes. Un servidor público de los que ahora se elegirán (locales) toma decisiones y lleva a cabo acciones que pueden marcar el rumbo de una comunidad por muchos años.

Por eso, decidirse sobre determinado partido y candidato entraña una verdadera tarea de reflexión, de una carga enorme para todos, quienes queremos una mejor comunidad, ni mas ni menos.

Vale la pena analizarlo por pasos.

Los partidos políticos son organizaciones de individuos con intereses comunes, en los aspectos políticos al menos. Sus integrantes postulan una manera similar de llevar a cabo un gobierno o una representación popular; digamos que ese es su principal objetivo y lo que hace diferente a un partido de otro (unos de derecha, otros de izquierda y otros de centro). El segundo objetivo es alcanzar el poder público para llevar a la práctica esos postulados. En este objetivo todos los partidos coinciden y a la vez consideran como el mas importante, llegando a plantearse en ocasiones la célebre frase atribuida a Maquiavelo “el fin justifica los medios” que no significa otra cosa que estar por encima de la ética o la moral para alcanzar cualquier objetivo, como el de tomar el poder, por ejemplo.

Ante ello, las campañas políticas como las que ahora observamos, intentan dos cosas fundamentales: por una parte, dar a conocer esa “manera” diferente (al otro partido o candidato) de resolver las problemáticas que a todos nos aquejan; y por la otra, alcanzar el poder para ponerla en práctica. Así de simple.

Desde esta perspectiva ¿cómo podemos los ciudadanos saber si lo que proponen o dicen los partidos y los candidatos es posible realizarlo y funcionará en nuestra comunidad, cuando subyace el objetivo final de alcanzar el poder a cualquier costo?

Una de las maneras es evaluando su ejercicio. Revisando propuesta por propuesta realizada (también se les llama promesas de campaña) y contrastándola contra lo que hizo finalmente. Es un método efectivo de contraste pero que funciona a “toro pasado” y que sólo es capaz de confirmar si fue un buen gobernante o (como en muchas ocasiones) no fue otro más que nos tomó el pelo sin recato.

Por eso resulta interesante evaluar otra herramienta: el trabajo llevado a cabo previamente por ese mismo partido en sus acciones de gobierno o de representación ¿qué tan efectivo fue ese partido cuando ejerció el presupuesto o cuando legisló en el Congreso? El voto plebiscitario.

Es cierto que hay muchos candidatos que se promocionan como tal, exclusivamente como candidatos como si no tuvieran partidos. Lo hacen cuando la “marca” del partido o de los malos gobiernos que ese partido tuvo les baja la intención de voto. Tienen razón en hacerlo si lo que buscan es el poder. En efecto esas malas gestiones les restarán votos.

Mucha gente sigue votando por tradición, por apego a unos colores o banderitas; otros por el carisma del candidato o por la emoción que da una campaña alegre; hay quienes votan por miedo a sentirse excluidos del poder(como si ellos lo fueran a detentar y fuera para siempre) y los hay quienes votan por una serie de propuestas, que como ya dijimos, solo podrían evaluarse pasado el tiempo.

La verdad es que todas estas “herramientas” que en muchas ocasiones ejerce el ciudadano son completamente subjetivas, dependen de la esperanza, la fe o del estado de ánimo, y de ninguna manera serán motores para que las cosas finalmente se den en beneficio de todos.

El voto plebiscitario, se convierte en una verdadera herramienta de decisión basada en un ejercicio objetivo y eficaz ¿qué hizo tu partido cuando tuvo el poder, resolvió en algo lo que ahora dices tú que vas a resolver nomás llegando?

Esta manera de votar no la inventamos nosotros, en muchas partes del mundo se ejerce y gracias a ello muchos de los partidos y sus candidatos han trabajado o comienzan a hacerlo al menos, en una verdadera empatía con sus votantes, los que ahora se interesan mucho más en el ejercicio del presupuesto y participan activamente en las decisiones públicas.

Cuando esta herramienta de evaluación se ejerce, a nadie se le ocurre inventar el “hilo negro” en su mandato porque todo es producto de algo (bueno o malo para los ciudadanos) que el antecesor dejó, la clave consiste en saber si eso lo aprueba el candidato o no. Con ello además se logra la continuidad, que implica mejores dividendos para una gestión pública que inventarse cada tres años un programa nuevo.

Este es el momento de tomar decisiones y los ciudadanos tenemos herramientas para evaluar ¿cuáles serán las suyas?


leopoldo lara puente

José Leopoldo Lara Puente

Candidato a Doctor por la Universidad Complutense de Madrid, España, Leopoldo Lara Puente es un Notario Público tamaulipeco que se ha distinguido por ser promotor del capital social y del ejercicio de los ciudadanos en las acciones públicas. Fundador de diversas organizaciones de la sociedad civil y empresariales, actualmente es editorialista de un periódico de su localidad, desde donde nos comparte sus propuestas y experiencia ciudadana.

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