La BBC se refirió a la crisis actual de la FIFA como «el mayor escándalo de corrupción en la historia de los deportes»; la afirmación puede parecer hiperbólica, pero no lo es. Autoridades estadounidenses han estado investigando a la organización por más de dos décadas, y el caso al parecer develará no solo irregularidades entre los ejecutivos de la FIFA sino también entre otros organismos y empresas.
A pesar de todo esto, la organización parece confiar en Sepp Blatter, ya que este viernes resultó reelegido para dirigir la FIFA, obteniendo 133 votos contra los 73 obtenidos por Ali bin Hussein, quien se retiró de la contienda antes de la segunda ronda de votación.
Que la FIFA es corrupta no es novedad para el público. Existen pruebas de un proceso poco transparente en la elección de sus sedes, así como de terribles condiciones de trabajo en Catar, donde se llevará a cabo el Mundial 2022. Sin embargo, hasta ahora estas habían sido manejadas de forma interna por la institución máxima del fútbol.
La acusación del gobierno federal de Estados Unidos, sin embargo, es muy seria y no desaparecerá con facilidad. Por el momento, ya fueron arrestados siete dirigentes en Suiza, y la FIFA suspendió a los once implicados.
Sepp Blatter, dirigente de la FIFA desde 1998 y señalado por muchos como quien permitió que creciera la cultura de corrupción en el fútbol internacional, dijo en un comunicado (que se puede leer completo en The New York Times):
Continuaremos trabajando con las autoridades pertinentes y trabajaremos vigorosamente dentro de la FIFA para erradicar cualquier conducta indebida, para recuperar la confianza y asegurar que el fútbol en todo el mundo esté libre de infracciones.»
En otras declaraciones, recogidas por The Huffington Post, trató de tomar distancia con los implicados, afirmando: «No podemos vigilar a todos todo el tiempo. Tenemos a 1.6 billones de personas relacionadas directa o indirectamente por nuestro juego.»
Durante su discurso previo a la elección, Blatter dijo que asume la culpa de la crisis reciente, y prometió generar un cambio profundo, para acabar no solo con la corrupción sino también con el racismo en el fútbol.
¿Y los patrocinadores?
En la investigación gubernamental también se nombra a una compañía involucrada y todo apunta a que se trata Nike. Con esta revelación surgen preguntas sobre el papel que deben tomar los patrocinadores y socios comerciales ante el escándalo. Por un lado, no pueden mantenerse callados, y por otro tomar decisiones precipitadas podría costarles mucho dinero.
Hasta ahora, la mayoría han sido cautelosas, afirmando que seguirán el caso de cerca pero sin condenar abiertamente a la FIFA. La que más se acerca a esto es Coca-Cola, diciendo «hemos expresado repetidamente nuestra preocupación sobre estas serias acusaciones. Esperamos que la FIFA continúe abordando estos problemas a fondo.»
Por su parte, Nike sí admitió que está trabajando con las autoridades pero también recalcó su compromiso con la transparencia: «Nike cree en el juego ético tanto en los negocios como en el deporte y se opone a cualquier forma de manipulación o soborno. Hemos estado cooperando, y continuamos cooperando, con las autoridades.»