La fresa y el kiwi ayudan a reducir mutaciones génicas causadas por las aminas aromáticas, contaminante ambiental e ingrediente presente en la fabricación de plaguicidas, tintes para el cabello y colorantes. Este efecto obedece a que ambas frutas contienen altas propiedades antioxidantes, lo cual también ayuda a prevenir enfermedades cancerígenas en el humano.
La investigadora de la UNAM, Sandra Gómez Arroyo, comprobó que al agregar jugo de fruta a una bacteria contaminada por amina aromática la frecuencia de mutación disminuye. “Añadimos diferentes cantidades de jugo y encontramos que en el caso del extracto de fresa redujo 88 por ciento la mutagenicidad y con el kiwi 65 por ciento”, indicó la doctora en ciencias biológicas.
La piña, sandía, manzana y el melón, fueron las otras frutas con las que el grupo de investigación del Centro de Ciencias de la Atmósfera experimentó, pero los resultados no fueron tan positivos. De la primera, sólo se pudo reducir el 34 por ciento, con la sandía el 18 por ciento y con el melón el 21 por ciento.
—¿Qué propiedades tiene el kiwi y la fresa para ser antimutagénicos?
—Una fuerte actividad antioxidante concentrada en los compuestos: fenoles, flavonoides, antocianinas y ácido ascórbico. Este último es la vitamina C que tiene el kiwi y todos los cítricos, y aunque en estudios in vitro se ha observado que en concentraciones altas fomenta el efecto mutagénico, la ventaja es que esta vitamina el organismo la desecha fácilmente.
PROCESO. La doctora y su grupo de investigación usaron las aminas aromáticas porque conocían a través de bibliografía que este contaminante provoca mutaciones en la bacteria Salmonella typhimurium. “De antemano sabíamos que podíamos inducir mutaciones en esta bacteria pues es un organismo diseñado para detectarlas. Usamos dos sepas de Salmonella, cada una cuenta con un genoma pequeño donde se puede localizar el gen y en dónde está sucediendo la mutación”, explicó.
Esta bacteria, indicó Sandra Gómez Arroyo, es muy usada desde la década de los 70 porque se ha demostrado que gran cantidad de mutágenos a largo plazo pueden ocasionar un cáncer.
Entonces al tener un modelo a evaluar, la bacteria para detectar mutaciones y el compuesto de contaminante ambiental que provoca la mutación, el equipo de investigadores de la UNAM extrajo el jugo de las seis frutas para ver si inhibían o no la modificación de genes y cromosomas.
Ya con los resultados, se enfocaron a detectar la actividad antioxidante de las frutas y descubrieron que el kiwi y la fresa cuentan con las más altas cantidades de compuestos antimutagénicos. “Cuando en la célula suceden ciertos procesos metabólicos se producen radicales libres o especies reactivas de oxigeno que actúan sobre el ácido desoxirribonucleico (ADN) provocando daños y mutaciones. Por eso, es extraordinario evaluar el efecto antioxidante en compuestos de la dieta básica del mexicano”, señaló.
PLAGUICIDAS. Este proyecto, que inició en 2010, continuará desarrollándose. Su siguiente etapa es construir un sistema más complejo, es decir, la medición de la actividad antioxidante a través de un aducto en el ADN. “Los aductos miden el estrés oxidante. Son uniones covalentes de algún agente genotóxico o metabolito reactivo a moléculas biológicas, como en este caso es el ADN, que puede conducir a una mutación y, a su vez, encaminar a un proceso canceroso”, detalló la investigadora.
Por eso la próxima etapa del proyecto será analizar si los compuestos del kiwi y de la fresa tendrán el mismo efecto en el caso de plaguicidas o de cualquier otro contaminante ambiental.
“Al ingresar a nuestro cuerpo, los contaminantes, provocan la formación de radicales libres, de oxidantes que van a tener material genético y a la larga ocasionan problemas de salud. La ventaja del modelo que desarrollamos es que la molécula de amina aromática tiene similitud con varios plaguicidas”, indicó Sandra Gómez Arroyo, especialista en mutagenicidad ambiental.
De esta investigación, también se derivaron dos tesis de licenciatura, de las cuales, una ganó el tercer lugar como la mejor tesis del nivel superior en el Congreso de Genética, celebrado en octubre de este año.
Fuente: Crónica