Las lámparas LED fueron diseñadas para reducir las fallas en el sistema de alumbrado público. Tienen capacidad para optimizar el rendimiento energético y un alcance de vida útil ocho veces superior a la de los artefactos convencionales de vapor de sodio (en promedio 100,000 horas operativas, equivalentes a 22 años), lo que se traduce en menores costos de reemplazo y mantenimiento.
Una de las cuestiones principales para el desarrollo de productos de iluminación destinados a áreas o espacios externos es la seguridad. Para llevar a cabo un proyecto de gran magnitud como la iluminación de autopistas o ciudades, se recomienda el uso de dispositivos LED porque tienen la ventaja de emitir la luz en una sola dirección, proporcionando un brillo uniforme y evitando el desperdicio de energía.
Un segundo aspecto a considerar es la intensidad y temperatura de la luz, fundamentales para optimizar la visión nocturna. Las lámparas LED son adaptables a cada necesidad particular de iluminación. En ese sentido, un buen proyecto de alumbrado público debe incluir entre 5,000 y 4,000 grados Kelvin de temperatura de color (TC). Los LED tienen estos niveles de temperatura de color, más altos que los convencionales. Son factores que al estar combinados con el Índice de Reproducción de Color (IRC) contribuyen, por ejemplo, a que en la ruta los conductores tengan mayor y visibilidad.
Del mismo modo, al estar articuladas a sistemas inteligentes de control y monitoreo, es posible detectar problemas con mayor agilidad y corregirlos rápidamente optimizando el servicio. Esto es posible gracias a controladores individuales que generan reportes del gasto energético, y los datos de iluminación se envían continuamente para que los usuarios puedan acceder a través de la web. Contando con los análisis detallados de su sistema de alumbrado público, un municipio puede desarrollar estrategias de ahorro energético a través de horarios de regulación, en particular durante las horas de poco tráfico durante la noche, por ejemplo.
En lo que refiere a la reducción de costos, las empresas estatales de generación y distribución de electricidad enfrentan también grandes retos. Brasil reporta pérdidas y desperdicio de energía de 40 millones de kW cada año, según datos de su Programa Nacional de Conservación de Energía (Procel). En México, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) se mantiene alerta y activa para reducir las pérdidas técnicas y no técnicas de energía eléctrica. Gracias a los esfuerzos realizados en los últimos años, éstas se han reducido en 1 punto porcentual cada año, pasando de 16% en 2012 a 15% en 2013 y a 14% al cierre de 2014, como se señala en el informe anual de la compañía.
De las pérdidas registradas en 2014, 6% fueron pérdidas técnicas, mientras que 8% fueron pérdidas no técnicas. Estas pérdidas equivalen a 37,186 millones de kilovatios-hora. A pesar de las mejoras constantes, las pérdidas de energía en México son más del doble que el promedio de los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), que es 6%, y casi cinco veces mayores a las que se observan en Corea del Sur (3%).
Por ello, la CFE toma las medidas necesarias y oportunas para revertir estos resultados, y en 2014 la Subdirección de Generación ejerció un presupuesto de inversión de 18,338 millones de pesos, que representa un incremento de 43.3% respecto del presupuesto de 2013, logrando una recuperación de 2,349 GWh de energía durante el año pasado.
A pesar de que los procesos de generación y distribución están mejorando, un sistema inteligente de alumbrado público puede ayudar en el ahorro de energía al hacer más eficiente el uso y administración de recursos, sin sacrificar la funcionalidad para los habitantes de las ciudades donde se implemente. La tecnología LED garantiza una disminución significativa de los costos de mantenimiento, posee una baja tasa de depreciación luminosa, es tres veces mejores en la reproducción del color y supera en un 30% los niveles de iluminación de las lámparas de sodio. Además de ser totalmente reciclables debido a que son fabricadas libres de elementos contaminantes como el mercurio.
Los retos de iluminación y distribución de energía crecen conforme lo hace la población, y el desarrollo e inversiones en infraestructura se alinean perfectamente con el panorama actual de nuestro país. Éste se perfila como el momento ideal para empezar a construir un mejor futuro, y la iluminación inteligente basada en tecnología puede ser el principio.
Fuente: Forbes