Para: Susana Barnetche y Pous,
por recuperar el voluntriado
asociado en México
Por Emilio Guerra Díaz
Hemos presenciado la ceremonia de inauguración de la XXXa edición de los Juegos Olímpicos de la era moderna otorgados a la cuidad de Londres, con una fiesta “británica hasta los huesos”.
Dos de las más sentidas y prolongadas ovaciones que se dieron en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres las originó el Presidente del Comité Olímpico Internacional, Jacques Rogge, cuando compartió el siguiente dato: por primera ocasión todos los países participantes mandaron delegaciones con mujeres. Son los primeros juegos realmente mixtos y países tradicionalistas están siendo obligados por las circunstancias a transformar actitudes e incluirlas en todas las actividades.
La segunda gran ovación del público en el estadio fue la que despertó el agradecimiento y reconocimiento a las miles de personas que están participando como voluntarios para cubrir las tareas, labores y responsabilidades para el buen desarrollo de los juegos.
Se estima que más de 15 mil personas colaboraron tan sólo en la ceremonia inaugural. Habrá que sumar a esa cantidad los voluntarios que estarán prestando servicio a lo largo de los juegos. Danny Boyle, cineasta británico, responsable como director de la ceremonia de inauguración, centró sus comentarios en expresar su agradecimiento a los voluntarios en entrevista previa al inicio de los juegos.
Sin temor a equivocarme, estimo que a cada persona tiene una vida paralela respecto a la historia de los juegos (o los mundiales de futbol). Cada cuatro años se vuelven referencia de un hecho vivido y remembrado.
Así por ejemplo cuando era pequeño el sábado 12 de octubre de 1968 caminaba con mi madre y hermanas sobre la calle Extremadura casi esquina con Insurgentes. Nos dirigíamos por la tarde a una tienda departamental. Íbamos de compras y en los televisores sonaron las excelsas y fantásticas Fanfarrias compuestas por el músico Carlos Jiménez Mabarak (una obra maestra), que se utilizaron para la ceremonia inaugural y en cada ceremonia protocolaria de premiación y… en la promoción de la película Canoa (1975, Felipe Cazals). En 1972, en los juegos de Múnich vivimos el terrorismo más abyecto y cobarde que costó la vida a atletas de la delegación de Israel.
En fecha cercana a los juegos olímpicos de Montreal 1976 tuve la desfortuna de adquirir una paratifoidea que me tuvo en cama por varios días. Ví algunos programas de televisión que narraban los épicos esfuerzos de atletas que nutrieron el espíritu olímpico de la competición (primero que nada contra uno mismo). Sin duda aquellos fueron los juegos de la rumana Nadia Comaneci y de los primeros dieces otorgados por los jueces en una competencia.
Sin la intensión de compartir personales impresiones de cada justa olímpica, la narración de estos hechos tiene una piedra angular pues me preguntaba ¿Cómo era posible que los juegos olímpicos sean llevados a cabo, cuando se tornan cada cuatro años más complejos, más concurridos y más saturados de competencias?
La respuesta radica en la contribución gratuita de tiempo de ciudadanos que para el éxito de los juegos de su ciudad se suman como voluntarios y apoyan a los organizadores locales como también al comité olímpico internacional pero no sólo en los días cercanos en los que se llevan a cabo las competencias, sino que ese trabajo comienza muchos años antes.
Londres ha demostrado nuevamente la importancia del voluntariado, trabajo que inició prácticamente desde que le fue conferida la sede. Pero sin duda tiene más visibilidad durante las ceremonias de inauguración y clausura. Sin embargo, los voluntarios participan prácticamente en todas las actividades de logística, atención a atletas y otorgamiento de servicios.
Los voluntarios ingleses organizan el recorrido del fuego olímpico por todo el país, reciben a las delegaciones a su arribo al aeropuerto, las ayudan al traslado a la Villa Olímpica, dan orientación sobre los servicios que se dan en las instalaciones. Guían a los atletas a hacia las sedes donde competirán. Fungen como traductores. Atienden necesidades especiales de nutrición. Participan en las coreografías, colaboran en el desarrollo de cada competencia. Van a estar en la ceremonia de clausura y en la despedida de los atletas para su regreso a casa. Así prestan su servicio voluntario incluso sin importar qué tan extensa será su jornada. Con precisión podemos afirmar que el éxito de unos juegos olímpicos se debe a ellos.
Finalmente, sería interesante conocer el dato final sobre cuánto significó el ahorro por la contribución de personas que participaron como voluntarios.
Desde el Consejo Directivo
La importancia de reconocer el aporte de los voluntarios en el país, motivó el exhorto de todos los miembros del directorio por apoyar la convocatoria del Premio Nacional de Acción Voluntaria y Solidaria para proponer candidatos que por sus méritos sean reconocidos sean merecedores de la más importante distinción que entrega el gobierno federal y la sociedad civil con este distintivo. La convocatoria está próxima a cerrar y vale la pena proponer candidatos.
Algunas de las personas que lo han recibido, en cualquiera de sus categorías adulto y juvenil, son: Alicia Valdovinos Septién y Alejandro J. González Huerta (2011); Cecilia Ma. Concepción Saviñón Tonti y Julio César Rodríguez Reina (2010); Martha Ceceña de Beltrán y Nashelly Bermúdez Zambrano (2009), Virginia Sendel Iturbide de Lemaitre y Raúl A. López Garcés (2008).
También lo han recibido instituciones como: La Casa de la Sal (2011), Hogares Providencia IAP (organización fundada por el querido Padre Chinchachoma, 2010), Voluntario de la Cruz Roja Mexicana IAP (2009) y Grupo de Amigos con VIH (2008).
Este Premio tuvo origen en 2001, cuando a nivel mundial se celebro el Año Internacional de los Voluntarios. En México fue propuesto por iniciativa de Mauricio Guerrero Martínez, quien en su momento como colaborador del Centro Mexicano para la Filantropía, estimó conveniente promoverlo. Recibió apoyo de las voluntarias fundadoras de la Asociación Mexicana de Voluntarios.
Este reconocimiento nació con el nombre “Premio Nacional al Voluntario” y el jurado estuvo conformado por representantes de organizaciones civiles como el propio Cemefi, la Asociación Mexicana de Voluntarios, la Cruz Roja Mexicana, Cáritas Mexicana y Club Rotarios, entre otras.
No obstante a que en este espacio se habrá de dar una breve historia de este reconocimiento en una futura colaboración, basta comentar por el momento que el Premio Nacional al Voluntario sufrió de una profunda distorsión luego de funcionar perfectamente en las primeras ediciones. Gracias a un liderazgo harto difícil se involucró a otros actores que eran ajenos al espíritu del premio y para darle más visibilidad y cumplir con compromisos políticos adquiridos por esa dinámica, se comenzó a tratar de premiar a varios voluntarios y voluntariados con sendas “menciones honoríficas” y categorías a modo, restando méritos a los ganadores centrales. De 5 categorías reconocidas, se aumentó a otros rubros que no venían al caso.
Aquel fallido “liderazgo” originó terribles consecuencias: Desahució a la Asociación Mexicana de Voluntarios llevándola finalmente al panteón; insultó a la autoridad que representa a todos los mexicanos, golpeó duramente el simbolismo del Premio y puso en riesgo el carácter de reconocimiento público del mismo.
Afortunadamente, por la trascendencia de que el país contara con un Premio de esta naturaleza el gobierno federal en coparticipación con representantes de organizaciones civiles lo recuperan y a partir de 2008 cambió su nombre al que tiene actualmente: Premio Nacional a la Acción Voluntaria y Solidaria.
Emilio Guerra Díaz
Emilio Guerra cuenta con amplia experiencia en la Gestión de la RSC, destacando su trabajo en el área de vinculación con la comunidad que potenciar la inversión social empresarial. Ha gerenciado fundaciones empresariales.
Afortunadamente habemos personas que insistimos en la importancia del voluntariado y su aporte a la sociedad; el voluntariado, como «constructor de paz» es una oportunidad que tenemos todos de contribuir a mejorar nuestro entorno, sea el que sea; naturaleza, ambiente, laboral, desarrollo, educación, salud, cultura… es un abanico infinito de posibilidades que podemos abordar y en el que podemos servir; para eso nacimos!!!