Cuando salen a la luz escándalos de corrupción u otro tipo de falta de responsabilidad social, puede parecer que se deben a la lealtad. Es decir, que las personas involucradas o que supieron del problema decidieron no decir nada por sentirse demasiado ligadas a la organización. Sin embargo, esta percepción no solo no es correcta, sino que lo opuesto es verdad: la lealtad a un grupo puede aumentar el comportamiento honesto.
Francesca Gino, autora, investigadora y profesora de la escuela de negocios de Harvard, explica en un artículo en Harvard Business Review los resultados de una investigación sobre el tema llevada a cabo con otros dos expertos. Al recabar datos de los nueve diferentes estudios que realizaron, en los que participaron más de mil personas pertenecientes a grupos como fraternidades, empresas y universidades, descubrieron la sorprendente relación entre la ética y el sentimiento de pertenencia y lealtad.
Uno de los estudios dividió a las personas en dos grupos, uno de los cuales firmó una promesa de lealtad, y el otro no. Todos contestaron después un examen, con la promesa de recibir 25 centavos para ellos y 25 para algún miembro de su equipo por cada respuesta correcta. Entre quienes firmaron la promesa, el 20% hizo trampa, pero entre quienes no la firmaron, hizo trampa el doble de personas, un 44%. Otras actividades similares confirmaron que hablar de lealtad hace que las personas piensen en la forma correcta de actuar.
Sin embargo, también hay ocasiones en las que la lealtad puede llevar a comportamiento poco ético, y son aquellas en las que existe una intensa cultura de competencia: «Cuando somos parte de un grupo con miembros leales, las características relacionadas (como honor, honestidad e integridad) están muy presentes en nuestro pensamiento. Pero cuando la lealtad parece demandar otro tipo de meta, como competir con otros grupos y ganar a cualquier costo, comportarse de forma ética se convierte en una meta menos importante», expresa Gino en el artículo.
¿Cómo se relaciona esto con las empresas? La autora afirma que los líderes tienen la oportunidad de usar el sentido de lealtad para el bien y que para hacerlo deben delinear muy bien, enfocándose en principios más altos, como la honestidad, y no simplemente en objetivos grupales de corto plazo. Además, sugiere a los gerentes ser cautelosos con el uso de la competencia, ya que nunca es buena idea enfatizar la importancia de ganar sobre otros valores más altos, algo que podría llevar a utilizar la lealtad como una razón para cruzar barreras éticas.