El cambio climático orillará a los productores de la vid a buscar nuevas tierras para sus viñedos, lo cual propiciará impactos en los ecosistemas y puede dar lugar a la pérdida de hábitats, publicó la revista Actas de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS, por su sigla en inglés).
Los investigadores que participaron en el artículo divulgado en abril tomaron como referencia diversas regiones del mundo, elaboraron modelos por computadora teniendo en cuenta las variables del cambio climático hasta el 2050 y llegaron a varias conclusiones, una de ellas afirma que el área adecuada para la viticultura actualmente en California disminuirá en 60 por ciento.
De acuerdo con Ramón Vélez, director general del Consejo Mexicano Vitivinícola (CMV), en el mundo de la vid el tema de cambio climático es muy importante, por lo que en México y en otros países productores de uva para vino o para consumo de mesa, “se hace investigación para adaptarse a las nuevas condiciones climáticas”.
Expresó que el viñedo mexicano está preparado para sistemas de riego, “nuestras plantas están aclimatadas y tenemos infraestructura… desde el punto de vista de cambio climático sí vamos a tener efectos, pero los cambios no serán tan caóticos en los siguientes 15 años”.
El CMV no tiene conocimiento de que los productores quieran establecer sus viñedos en tierras más altas (con temperaturas más bajas), lo que ocupó a los científicos de PNAS, quienes consideran que esto podría afectar a los ecosistemas de las montañas, al tiempo que el incremento de la irrigación y el uso de neblinas para enfriar la uva podrían agotar los recursos limitados de agua dulce.
Se analizaron variables como temperatura, precipitación, disponibilidad de agua, enfermedades de la vid y fauna nociva, por lo cual “creemos que la industria del vino en Baja California podría seguir siendo apta hacia finales de este siglo aun con los escenarios previstos de cambio climático”, aseguró María Tereza Cavazos Pérez.
Pero la disponibilidad de agua y el desarrollo urbano en la zona agrícola de Baja California, principalmente en el Valle de Guadalupe, son los dos factores más importantes que podrían impactar negativamente en la industria de vino en ese estado.
Cavazos indicó que las conclusiones del estudio “Situación actual y condiciones de cambio climático de la industria vitivinícola de Baja California”, que realizaron investigadores del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE), son un ejemplo para otros productos mexicanos.
El proyecto es el primero de su tipo en cambio climático para el sector del vino en el estado, pues “sólo se habían hecho algunas prospectivas en el tema de agua y otros elementos que pudieran dañar la producción de la vid, pero no un esfuerzo como éste”.
La investigadora líder del proyecto expresó que esta investigación fue realizada con apoyo del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático, por iniciativa del Senado de la República.
ESTRATEGIAS
En el 2025 se estima para Baja California, el estado más seco de México, una disponibilidad de menos de 1,000 metros cúbicos por habitante, por año. La Organización de las Naciones Unidas clasifica este índice como extremadamente bajo.
De 10 acuíferos que existen a lo largo de la región vitivinícola, sólo tres están en equilibrio: Las Palmas, Real del Castillo y San Vicente. El resto está sobreexplotado, presenta intrusión salina o está sobre concesionado, como es el caso del acuífero del Valle de Guadalupe, cuyo sobreconcesionamiento es el doble de lo óptimo.
Por lo anterior, algunas de las líneas a seguir luego del estudio tienen que ver con establecer un programa de monitoreo en los viñedos para entender cómo los afectan las variaciones atmosféricas (la fenología) y construir además relaciones con el cambio climático y las plagas.
También es necesario crear plataformas en línea para consultar datos climáticos, implementar obras de retención de agua pluvial en zonas estratégicas, apoyar la infraestructura agrícola que permita usar el agua de manera más eficiente, regular el crecimiento urbano y la vivienda, respetando el ordenamiento territorial y la vocación de uso de suelo.
Identificar y evaluar las variedades de uva más resistentes al estrés y al aumento de temperatura y de salinidad, promover la expansión de la región vitivinícola a otras regiones de Baja California, manteniendo un balance sustentable con la vegetación nativa, impulsar la vinculación de los centros de investigación para lograr la transferencia del conocimiento para avanzar así con los productores y generar iniciativas de ley que apoyen al sector vitivinícola, especialmente en materia de impuestos, son también estrategias a seguir.
Fuente: El Economista