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La invasión rusa es también un crimen contra el planeta

A 200 días desde que comenzó la invasión rusa a Ucrania, organismos nacionales e internacionales, empresas, sociedad civil y otros han manifestado una fuerte oposición. Bloqueos económicos y retiro y cierre de algunas franquicias son algunos ejemplos.

De acuerdo con The New York Times, el malestar social es visible, pero las consecuencias del conflicto bélico no han parado ahí. La ONU ha confirmado la muerte de 5,587 civiles, entre ellos 149 niñas, 175 niños y 38 adolescentes. Aunque esas son solo las víctimas civiles confirmadas. Las cifras reales, según admiten los funcionarios de la ONU, son mucho mayores. Por si esto no fuera suficiente, la guerra también ha exacerbado una serie de crisis globales. Entonces, ¿podría ser la invasión rusa un crimen contra el planeta?

La invasión rusa llegó en el peor momento

Al respecto, Thomas Loren Friedman, periodista y escritor estadounidense, tres veces ganador del Premio Pulitzer y actual columnista de The New York Times (NYT), señala en su columna de opinión que la decisión del actual presidente ruso, Vladimir Putin, no pudo llegar en peor momento.

Friedman señala que la invasión rusa está desviando la atención mundial y los recursos necesarios para mitigar el cambio climático. En la última década todavía teníamos la oportunidad de manejar los extremos climáticos que ahora son inminentes y evitar aquellos que podrían volverse inmanejables.

«Desafortunadamente, lo que sucede entre Ucrania y Rusia no se queda entre Ucrania y Rusia. Eso es porque el mundo es más plano que nunca».

Thomas Loren Friedman, un periodista del NYT

De acuerdo con él, el ataque de Rusia a Ucrania es un crimen contra el planeta. Puesto que gran parte de la población del planeta ha sido o será afectada por esta guerra económica y geopolítica, y enfatiza sobre todo el impacto ambiental.

Personas ya padecen consecuencias del crimen contra el planeta

Friedman señala que la mejor manera de apreciar por qué la invasión rusa es también un crimen contra el planeta es hablando con personas que viven en algunos de los ecosistemas más remotos. Es decir, las comunidades indígenas que residen en lo más profundo y protegen los bosques. En particular los megabosques libres de carreteras, líneas eléctricas, minas, ciudades y agricultura industrial, que ya enfrentaban la presión de las fuerzas económicas globales, pero la guerra de Putin desencadenó una cascada de efectos negativos.

Rusia es uno de los mayores productores de fertilizantes y el mayor exportador de petróleo a los mercados globales. Mientras que Rusia y Ucrania exportaban más de una cuarta parte del trigo del mundo, así como cebada y aceite de semilla de girasol y maíz.

Debido tanto a la guerra como a las sanciones contra Rusia, la escasez y los precios de estos productos se han disparado, aumentando las presiones en todo el planeta para talar más bosques intactos para perforar en busca de petróleo, plantar cultivos para agronegocios y crear tierras para el pastoreo de ganado.

crimen contra el planeta

Urge preservar bosques

Friedman comenta también que durante la Semana del Clima, celebrada en la ciudad de New York, Nia Tero, una organización mundial sin fines de lucro que apoya a los pueblos indígenas que son guardianes de estos bosques en peligro de extinción, lo invitó participar como moderador en un debate público de líderes indígenas sobre sus esfuerzos por salvaguardar los territorios.

Los datos presentados durante el evento revelaron que los territorios indígenas abarcan más de un tercio de los bosques intactos de la Tierra y porciones similares de otros ecosistemas vitales, salvaguardando una parte significativa de la biodiversidad del mundo y, por ende, del carbono almacenado en los bosques.

Para el periodista del NYT es desafortunado que cuanto más destruimos estos bosques, turberas y manglares, también se vuelve mucho menos probable que nos acerquemos los objetivos del Acuerdo Climático de París de limitar el calentamiento global a 1.5 °C por encima de los niveles preindustriales.

«No esperen que sólo los pueblos indígenas defendamos la Amazonía, es una lucha de todos».

Nemonte Nenquimo, líder indígena ganadora del premio medioambiental Goldman 2020.

La invasión rusa ha perturbado los esfuerzos climáticos

El caso de la líder indígena Nemonte Nenquimo, ganadora del Premio Ambiental Goldman en 2020 por liderar una lucha legal en nombre de las comunidades indígenas en Ecuador, es un ejemplo de la invasión rusa es un crimen contra el planeta.

En una batalla legal para proteger 500 mil acres de selva amazónica y territorio Waorani de la extracción de petróleo, el liderazgo de Nenquimo y la demanda sentaron un precedente legal para los derechos indígenas en Ecuador. Asimismo, otras tribus están siguiendo sus pasos para proteger extensiones adicionales de selva tropical de la extracción de petróleo.

Sin embargo, a pesar de su victoria legal: «Los altos precios del petróleo que emanan de la guerra de Ucrania han ejercido una presión renovada sobre los bosques de su comunidad indígena. Como ella lo expresó, ‘El petróleo está en el bosque, y ellos piensan que nuestro hogar es la solución'», señaló Friedman.

«las perturbaciones de la oferta de Ucrania y Rusia se convierten en perturbaciones de la demanda en todo el mundo, incluso en los bosques intactos, porque son grandes proveedores potenciales de productos agrícolas, oro, petróleo, gas y leña».

John Reid, economista senior de Nia Tero, organización que trabaja a favor de los pueblos indígenas.

Afectaciones ambientales a Ucrania

De acuerdo con Friedman, antes de la guerra, Ucrania tenía importantes bosques antiguos, «que no habían sido tocados por el impacto humano», según el Fondo Mundial para la Naturaleza. Pero desde la invasión, la actividad militar rusa ha dañado «900 áreas naturales protegidas», según un informe de la OCDE publicado en julio, «y aproximadamente 1.2 millones de hectáreas, o alrededor del 30% de todas las áreas protegidas de Ucrania».

Aunado a lo anterior, Rusia, Bielorrusia y Ucrania representaban una cuarta parte del comercio mundial de madera hasta 2021, pero la guerra y las sanciones económicas a Rusia han orillado a otras naciones productoras y exportadoras de madera a duplicar su producción para compensar el déficit, relajando las protecciones ambientales, apunta el periodista.

Poco después de que inició la invasión a Ucrania, The Financial Times informó que el gobierno de Ucrania levantó una regulación que prohíbe la tala en bosques protegidos durante la primavera y principios del verano, para ayudar a recaudar dinero para la guerra. Lo anterior despertó grandes preocupaciones entre grupos ecologistas que temen que la decisión pueda conducir a pérdidas a gran escala en áreas donde ya abundan la tala ilegal y la mala gestión de los bosques.

Para concluir, Friedman señala que John Reid, economista senior de Nia Tero, ha dicho que la colaboración internacional por proteger el medio ambiente ha mostrado grandes esfuerzos, instituyendo regulaciones que protegen y reconocen los derechos de los pueblos indígenas para salvaguardar sus tierras, «Y ahora, de la nada, un hombre lanza una guerra asesina en el corazón del granero del mundo, y de repente todo el progreso en normas y leyes corre el riesgo de esfumarse, junto con los bosques».

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