Por: Antonio Tamayo Neyra
En el artículo anterior (La empresa: una entidad social), se habló sobre las múltiples definiciones que ha tenido el concepto empresa desde por lo menos hace 200 años, y por lo tanto la ausencia de una definición común o universal del concepto; situación que en al menos en los pasados diez años parece estar cambiando, dándole actualmente un matiz social en el amplio sentido del término, que por supuesto incluye lo económico pero no se queda ahí.
Gran parte de la nueva concepción de empresa que puede decirse que está en gestación, considera la parte económica como un medio para lograr sus objetivos, y no un fin, y esos objetivos están dirigidos a cumplir un papel social, ya sea produciendo o distribuyendo un servicio o un producto que requiere la sociedad en general o una parte de ella.
Es en esta parte donde se considera otro aspecto que requiere mayor relevancia; la empresa no es “una entidad autista”, que busca para ella y solamente por ella, sino que requiere de la aprobación y apoyo de sus grupos de interés, ya sean proveedores, empleados y clientes.
Y para contar con dicho apoyo se habla ahora de un concepto que en lo personal me parece nuevo pero interesante, y es el de “licencia social”; este término por lo que he podido entender, significa que aún cumpliendo todos los requisitos legales para establecer una empresa, esta necesita al menos para sobrevivir, la aprobación de la sociedad, es decir, de una licencia social para operar.
Esta licencia social va desde el hecho de obtener proveedores, personas que quieran trabajar en ella, y finalmente pero igual de importante, que la sociedad quiera adquirir sus productos o servicios ofrecidos.
La población en la actualidad, o si quiere llamarse “los mercados”, se ha vuelto más consciente de los productos (servicios) elaborados por cualquier empresa, el cómo los produce, su comportamiento ecológico, y la forma como administra su capital humano; y esto ya decide en mucho si adquiere los bienes o servicios que ofrece cualquier organización.
Una considerable número de empresas saben de la existencia de este concepto, y buscan obtener dicha licencia a través de la llamada “mercadotecnia social”, término también relativamente nuevo; pero, y es aquí donde se aprovechan algunas empresas, utilizan esa mercadotecnia social como una máscara para ser aceptados y poder vender sus productos, cuando en realidad todo es para ocultar su irresponsabilidad social en el más amplio sentido.
Por lo anterior, esta licencia social, que siempre ha existido pero poca atención se le ha puesto en el pasado, ha venido adquiriendo mayor relevancia precisamente porque la sociedad cada vez más le pide a las empresas que cumplan su responsabilidad social.
Así, no se trata únicamente que una empresa produzca algo que requiere la sociedad, sino también, a qué precio y en qué condiciones lo ofrece, cuál su modelo de producción en términos ecológicos y de sustentabilidad, la manera como administra su capital humano, los sueldos que paga; e igualmente la forma como opera con sus proveedores.
Todos estos factores al menos, son lo que influyen y otorgan la licencia social, y el empresario del presente y mucho más el del futuro, no podrán ignorarlo o soslayarlo como lo vinieron haciendo los dueños y/o directivos de empresas durante al menos los pasados dos siglos.
El utilitarismo como tal que ha imperado en el mundo de los negocios, y con una visión de corto plazo, está empezando a ser modificado por otro concepto de empresa con fines sociales que tienen objetivos a mediano y largo plazo.
No pretendo ser ingenuo, este cambio de paradigma de terminar con el utilitarismo como la “máxima razón de ser”, apenas empieza, está avanzando lentamente, pero se mueve; y en términos de sobrevivencia y de sustentabilidad, las empresas del siglo XXI tendrán que encaminarse en este nuevo rumbo.
Seguiremos platicando…
Blog: http://atamayon.blogspot.com
Antonio Rey Tamayo Neyra
Dedicado al periodismo de investigación desde 1987 especializado en temas socioeconómicos. Desde 1991 colabora en el periódico El Financiero como Coordinador Editorial y Redactor de Proyectos Especiales, además de colaborar en otros medios. Desde el 2002 involucrado en la Responsabilidad Social, escribiendo y realizando proyectos editoriales de este tema, y además documentando las actividades de las empresas (tipo caso)
También es profesor de posgrado e imparte capacitación en relacionales laborales.
Licenciado en Administración por el Instituto Tecnológico Autónomo de México; su preparación profesional posterior incluye un Diplomado en Responsabilidad Social en el Tecnológico de Monterrey, y un Curso del mismo tema en la Universidad Abierta de Cataluña. Actualmente estudia la Maestría en Sociedad de la Información y el Conocimiento en la Universidad Abierta de Cataluña.