Por Antonio Tamayo Neyra
Además de pedirle a las empresas un comportamiento socialmente responsable, es necesario también que la sociedad en conjunto tenga una conducta sostenible que sea igualmente responsable.
Hasta ahora, mucho se ha escrito sobre el significado y efectos de la responsabilidad social, dirigido principalmente a las empresas, siendo esto primordialmente por la relevancia que tiene este tipo de organizaciones en la sociedad actual. Sin embargo, en el plano ecológico y en su conjunto la sustentabilidad o mejor dicho de la sostenibilidad en el idioma español, se ha escrito y hablado mucho también, pero de una manera más general, invocando a la conciencia de empresas, gobiernos y sociedad en general, pero todo esto lamentablemente considero ha dado pocos resultados, dados los informes y resultados de investigaciones que se dan a conocer continuamente, en los cuales se menciona un horizonte poco optimista para el planeta y sus habitantes.
Es posible considerar que la visión en conjunto tanto de gobiernos, empresas como de la sociedad en general es de corto plazo. Específicamente se dice en un reciente informe las consecuencias ecológicas que se prevén para el 2030 en relación al aumento de la temperatura.
Y si bien estamos en el 2014, a tan sólo 16 años para llegar al 2030, este último año se ve muy lejano tanto para los directivos empresariales, funcionarios públicos y para el ciudadano común. En el discurso se habla mucho de pensar en las generaciones futuras, pero en la práctica quien manda es el corto plazo, en el aquí y en el ahora, por lo que en realidad sucede es que se pasa el asunto a la próxima generación; y cuando llegue esa próxima generación culparán a sus antecesores de su situación y volverán a pensar en el corto plazo.
Ese estigma o paradigma del corto plazo es un aspecto que mucho ha sido la lógica para la toma de decisiones, tanto en el pasado como en el presente.
Y ese paradigma es tan fuerte, que muchas de las soluciones que se plantean actualmente son pensando en dicho corto plazo, solamente adecuando o ajustando el modelo vigente.
Ejemplo de lo anterior es la generación de energía, el petróleo que ha sido su base por al menos durante poco más de un siglo, es el modelo que sigue vigente, por lo que muchos avances tecnológico buscan reducir sus efectos contaminantes, pero poco se habla de considerar seriamente de planear su obsolescencia, lo cual implica pensar en el mediano y largo plazo.
Estoy cierto que existen muchos intereses creados que por obvias razones económicas no piensan en dejar de producir utilizar dicho producto, por lo que se ve difícil que en el “corto plazo” las generaciones actuales nos alcance un cambio de paradigma en este aspecto.
Por lo que a mi modo de ver tendría que haber en el multimentado dicho corto plazo, un fenómeno catastrófico de alcances mundiales para pensar realmente en cambiar el modelo energético hasta ahora imperante.
Seguiremos platicando …
Antonio Rey Tamayo Neyra
Dedicado al periodismo de investigación desde 1987 especializado en temas socioeconómicos. Desde 1991 colabora en el periódico El Financiero como Coordinador Editorial y Redactor de Proyectos Especiales, además de colaborar en otros medios. Desde el 2002 involucrado en la Responsabilidad Social, escribiendo y realizando proyectos editoriales de este tema, y además documentando las actividades de las empresas (tipo caso)
También es profesor de posgrado e imparte capacitación en relacionales laborales.
Licenciado en Administración por el Instituto Tecnológico Autónomo de México; su preparación profesional posterior incluye un Diplomado en Responsabilidad Social en el Tecnológico de Monterrey, y un Curso del mismo tema en la Universidad Abierta de Cataluña. Actualmente estudia la Maestría en Sociedad de la Información y el Conocimiento en la Universidad Abierta de Cataluña.