Nuestro país se encuentra en estos momentos en una encrucijada en su destino. Estamos iniciando en unos cuanto días más una nueva etapa de la administración pública y, por lo mismo, de la vida tuya y mía, querida, querido lector.
Recuerdo mientras escribo estas líneas para la página de Medio Ambiente de este gran periódico independiente (jamás, en los muchos años que llevo escribiendo para tí aquí, me ha sugerido el periódico sobre qué, quién o cómo escribir), como lo que escribí aquí el día antes de las últimas elecciones generales del 2 de julio pasado, que México Nación necesitaba una ciudadanía madura para aprovechar las oportunidades únicas que el momento actual nos presenta.
Escribía yo con un cierto grado de desesperación el momento histórico único que estamos viviendo, y que yo percibía (y percibo) que no nos queda claro a la mayor parte de los mexicanos.
“Medio Ambiente y Democracia. Este domingo 1º de julio los mexicanos humanos estamos definiendo nuestro futuro desarrollo en base a un ejercicio democrático que espero que al final del día sea aceptado por los contendientes como la forma más eficiente y justa de elegir qué proyecto de nación elige la mayoría. Espero que al final el día le podamos enviar al mundo la imagen de una sociedad madura que sabe elegir entre contendientes y no entre enemigos, y que los contendientes perdedores acepten inequívocamente los resultados.”
Hoy, aquí y ahora, la nación mexicana tiene una oportunidad única de despegar y por fin dejar atrás la pobreza extrema y el desempleo lacerante. Una de las facetas estratégicas de esta oportunidad histórica es la minería mexicana y la escribo así, con mayúsculas, por la inserción histórica de ella en el destino de México. Nuestro país encuentra sus raíces primigenias en la minería, somos un país minero, orgullosamente minero. Te transcribo una visión breve, precisa de nuestra naturaleza minera-mexicana:
La minería ha logrado sostenerse en el camino de lo sustentable, y eso no es una noticia cualquiera, menos aun un logro menor para una industria de tamaña envergadura. En los últimos años, dados los avances y la incorporación de estándares de trabajo, así como de renovación en las filosofías corporativas, la industria ha cosechado grandes logros en el plano de la sustentabilidad.
Un ejemplo y unas interesantes son conceptualizaciones del geólogo Eddy Lavandaio, que permitirán observar claramente el avance minero en materia de sustentabilidad y cuidado del medio ambiente, y asimismo identificar los obstáculos que hay que superar.
De lo que se trata es de generar más conocimiento en la sociedad y que la misma logre comprender la importancia de una industria necesaria para el crecimiento interno así como también para el desarrollo como sociedad a nivel internacional.
CASO TURISMO Y MINERÍA. Veamos en este caso, dos cosas: por un lado la voluntad de sinergizar las industrias productivas nacionales –sin excepción- y así explotar su potencial y, por otro, la convocatoria a que estas sinergias se lleven a cabo desde un plano sustentable. Es decir, y dicho de manera concreta: preservando y actuando en pro del medio ambiente se aprovechen los recursos no renovables y se transformen en bienes que generen riquezas y sustenten el desarrollo nacional.
Pero asimismo, se puede verter un concepto interesante al calificar a la relación dada entre minería y turismo como recíproca, activa y concertada. La idea de eslabonar los procesos productivos permite avizorar una idea de sustentabilidad nacional, en la que los beneficios derramen desde todas las industrias, y que desde allí sumen valor agregado para toda la comunidad.
Según lo planteado por la caracterización que se hace de la relación entre la minería y el turismo como dos industrias antagónicas es absolutamente errónea. Esa es una apreciación falsa porque además de que existe suficiente tecnología para realizar la explotación de un depósito sin dañar el ambiente ni perjudicar las áreas protegidas, aquella demanda una serie de servicios, bienes colaterales y facilidades que pueden ser aprovechados determinantemente por la industria turística.
La búsqueda de aislar tensiones, y propiciar concertaciones y relaciones armónicas es el objetivo de las sociedades avanzadas. Y no tuvo dudas al afirmar que si no hay minería no puede haber turismo, argumentando que existe un alto porcentaje de elementos necesarios para desarrollar la industria hotelera -como las construcciones, la mantelería, la cubertería, los vasos, botellas y otros, que no tienen otro origen que lo producido desde la industria minería.
El caso de éxito citado es el Estado de Yucatán, que figura entre los principales polos turísticos de México. En el entorno existen las instalaciones mineras más grandes de la región, con una máquina trituradora de caliza de 4,000 toneladas por hora y coexisten perfectamente las dos actividades. La dirección de minería no concede autorizaciones de explotación a los proyectos que perjudiquen las áreas turísticas y protegidas del país.
Este ejemplo permite atisbar que el trabajo realizado desde el estado expresado que la correlación de fuerzas entre industrias es posible coordinarlas y hacerlas caminar por el mismo sendero. En nuestro país la relación entre turismo y minería también fue cuestionada sin demasiado conocimiento, pero tal como explicó el funcionario, la minería suele ser condición de existencia de otras industrias, y esto asimismo, explica por si sola su importancia”.
Te escribo todo esto porque se ha desatado una fobia injustificada y perversa hacia la minería mexicana, como si la actividad originaria de nuestro destino fuese culpable de muchos de los males que nos aquejan. En las próximas contribuciones en esta página escribiré para ti, querida, querido lector, lo que hay detrás de esta campaña en contra de nuestra historia minera.
Fuente: Crónica