La ONU se ha unido a quienes piden a la FIFA que levante la prohibición de que jueguen con pañuelo las futbolistas musulmanas en los partidos oficiales. Otros deportes como el rugby o el taekwondo no contemplan esa restricción. La medida, que el año pasado impidió que el equipo femenino de fútbol iraní se clasificara para los Juegos Olímpicos de Londres, va a someterse a revisión el próximo sábado cuando se reúna el Consejo de la Asociación Internacional de Fútbol, la más alta instancia reguladora de ese deporte.
“Llevar un pañuelo no es un obstáculo para sobresalir en la vida y los deportes, y la decisión contribuiría a cuestionar estereotipos de género y cambiar las mentalidades”, defiende en su carta de apoyo Wilfried Lemke, el consejero especial del secretario general de la ONU encargado del deporte para el desarrollo y la paz. En la misiva, de la que da cuenta la agencia Reuters, Lemke se dirige al presidente de la FIFA, Sepp Blatter, con la esperanza de que “el asunto se pueda resolver de forma que respete tanto las reglas del juego como consideraciones culturales”.
Es un debate que se arrastra desde que las primeras deportistas musulmanas empezaron a participar en competiciones internacionales. Muchas de ellas respetan el hiyab, el precepto religioso que obliga a ocultar el cabello y las formas del cuerpo. La FIFA se ha opuesto al pañuelo por razones de seguridad. Sin embargo, un diseño holandés de capucha con velcro, que se abre en caso de tirón, puede vencer esas reticencias. Es la propuesta que va a presentar el vicepresidente de la FIFA, el príncipe Ali Bin Al Husein de Jordania, y que apoya la ONU.
Una capucha con velcro que se abre de un tirón puede ser la solución
Lemke asegura que ese paso “enviaría el mensaje de que cada jugadora, desde la élite hasta la cantera, tiene la libertad de elegir si cubrirse o no en el campo”. Pero eso no es del todo cierto. En el caso de Irán, uno de los países que sin duda celebrará ese cambio, todas las mujeres, deportistas o no, están obligadas a cubrirse la cabeza al margen de cuáles sean sus creencias. En otros países islámicos donde no existe una ley al respecto, la presión social y la costumbre tienen el mismo efecto.
Flexibilizar el equipamiento de las futbolistas es un gesto que puede ayudar a las musulmanas, pero tampoco es la panacea. Su escasa representación en los Juegos Olímpicos es un signo de las dificultades que afrontan para ejercitarse. Human Rights Watch denuncia en un reciente informe que Arabia Saudí niega el derecho al deporte a mujeres y niñas. La organización pide al Comité Olímpico que condicione su participación en Londres 2012 a que acabe con esa discriminación. Es el caso más extremo, pero en el resto de los 57 estados de la Organización de la Conferencia Islámica también encuentran trabas.
Ante esa situación, lo de menos es si el pañuelo afecta o no al rendimiento de las deportistas. Cristina Avellán, que entrenó al equipo iraní de fútbol sala femenino, señaló tiempo atrás que notó que las jugadoras siempre estaban pendientes de que no se les cayera el hiyab, pero que este no les afectaba el campo de visión.
Fuente: elpais.es
Escrita por: Ángeles Espinosa
Publicada el: 2 de marzo 2012