La segunda semana de enero del 2022 sorprendió a todos los mexicanos con la noticia de la venta de muchas divisiones de Citibanamex. Todos los líderes de opinión, noticieros y analistas financieros tuvieron material para opinar sobre esta venta.
Se habló de potenciales compradores, avalúos, impacto económico nacional, percepción de los mercados globales sobre el desempeño de México y muchos otros aspectos. Sin embargo, es muy poco lo que se ha dicho sobre el impacto que genera el que Citi se desprenda de Fomento Cultural Banamex, un organismo no lucrativo que tiene como misión impulsar la inversión en el desarrollo cultural, así como promover, preservar y difundir la cultura mexicana.
El Pacto Mundial —iniciativa de las Naciones Unidas que lidera la sostenibilidad empresarial— tiene una frase emblemática: «Making global goals, local business». Desde la perspectiva de la sostenibilidad y el ESG, la visión global se consolida localmente en el fortalecimiento institucional, en la protección y regeneración de ecosistemas y conservación su biodiversidad, pero sobre todo en el desarrollo e impacto positivo social.
Uno de los indicadores más importantes de la dimensión social está relacionado con el Derecho Humano a la identidad. Como mexicanos, esta identidad se da como resultado de la tradición indígena, la colonización española, la Reforma y Porfiriato, la Revolución y el México moderno.
Una historia que fusiona creencias, mitos, valores y tradiciones, que se vive a través de la artesanía, gastronomía y bebidas; que expresamos en pintura, literatura, música, danza, cine y teatro; que incluye a las más de 50 lenguas indígenas, cientos de centros arqueológicos y múltiples vestidos tradicionales, y que es testigo tangible a través de la arquitectura colonial, neoclásica y moderna.
No se entiende un México sin la Virgen de Guadalupe, el Día de Muertos, el mole, el tequila o la charrería. No se imagina a México sin Chichen Itzá, la Catedral de Zacatecas, la Plaza de las Tres Culturas, el Museo de Antropología, el Estadio Azteca o Ciudad Universitaria. No hay color sin Barragán, Toledo o Rivera; música y letras sin Moncayo o Paz.
De Banamex como banco se pueden decir muchas cosas, positivas o negativas, pero de lo que no hay duda es de la gran importancia que ha tenido Fomento Cultural Banamex en la conservación del legado cultural de nuestro país. Desde mi punto de vista, ha honrado con creces la visión que tuvo desde su fundación: «ser un ejemplo reconocido de empresa privada que promueve la cultura de México con liderazgo, a través de acciones innovadoras y acorde con las necesidades del país».
México tiene un tesoro en Fomento Cultural Banamex, y hoy lo dejan huérfano. Un hijo que se dio en adopción a Citi pensando que iba a ser amado, cuidado y desarrollado. Hoy se le quiere poner precio.
¿Cómo valorar los cientos de exposiciones que han divulgado la obra y el talento de artistas mexicanos de diferentes épocas? ¿Qué precio le ponemos a las más de 5,000 publicaciones de artistas, arquitectura, arte popular o documentos históricos que la actividad editorial ha publicado? ¿Cuánto vale la restauración y conservación de iglesias, retablos, haciendas, casonas coloniales de muchas ciudades que hoy son museos importantes?
¿Cómo capitalizar el programa de apoyo al Arte Popular establecido en 1996 con el propósito de impulsar y fortalecer la creación artesanal en México? ¿Qué valor inmobiliario le damos al Palacio de Iturbide, al Palacio de Los Condes de San Mateo Valparaíso, a la Casa Montejo, a la Casa del Mayorazgo de la Canal o al Palacio del Conde de Súchil? ¿En cuánto subastar las más de 2,000 obras de arte novohispano y moderno de su colección, las 80 mil fotografías, la histórica colección numismática, o la curaduría más importante de nacimientos y textiles del país?
Citi compró un banco con una caja de tesoros que nunca supo valorar. Hoy se desprende de ese tesoro —incrementado— con la misma displicencia.
Dado su «falta de patrimonio» no se habla del recientemente desaparecido Fomento Ambiental Banamex y los muchos programas que ayudaron a reforestar, conservar y regenerar ecosistemas en México, o del aún muy activo Fomento Social Banamex, de su liderazgo en la ayuda humanitaria en desastres naturales y las miles de casas que construyó después de los sismos de 2017 en Oaxaca y Ciudad de México; de sus programas en favor de la protección de migrantes, el apoyo en becas a muchísimos jóvenes; de la educación financiera que se da a tantas comunidades en el país. Nada de esto empata con la visión global, pero nada local, de Citi Foundation.
Una organización sin fines de lucro NO SE PUEDE VENDER, se tiene que transferir. Habrá que ver que dicen las autoridades de la venta de su patrimonio. La realidad es que hoy «los Fomentos» de Banamex son dejados en orfandad por su madre adoptiva. ¿Quién los podrá recibir, cuidar y hacer crecer sanos y salvos? La identidad de cada uno de los mexicanos los necesita, el apoyo que dan cientos de artesanos y a miles de personas vulnerables de este país lo demanda. Ojalá veamos continuidad de este proyecto empresarial tan importante del país.
Ana Paula Fernández del Castillo Quintana.
Directora General de ISD-Initiatives for Sustainable Development, con licenciatura en Arquitectura; maestría en Dirección de Empresas y postulante a Doctor en Innovación y Responsabilidad Social.