James McWilliams es un escritor especializado en temas de alimentación y animales, que hasta hace unas semanas tenía una columna en la versión en línea de Forbes. Sin embargo, todo cambió cuando McWilliams decidió reseñar el documental Blackfish, transmitido por CNN. Como el mismo escritor narra en su blog, su reseña fue muy bien recibida por el público pero no por la compañía, la cual solicitó cambios al texto y llevó así a la renuncia de de su colaborador. ¿Qué pasa entonces con este documental?, ¿Por qué está causando este tipo de reacción?
Blackfish, de la directora Gabriela Cowperthwaite, toma el caso de una orca asesina que atacó a su entrenadora y la ahogó enfrente de la audiencia para examinar la situación de estos animales en Sea World. Por supuesto, la empresa ha negado que sus orcas sean sometidas a las condiciones que se presentan en la película.
El documental ha causado conmoción en Estados Unidos, y expertos han señalado que su tesis podría ser verídica: la orca Tilikum atacó por sentirse frustrada por estar en cautiverio. Normalmente, las orcas salvajes ignoran por completo a los humanos, y solamente se ha dado el caso de una muerte causada por una orca en libertad, hace más de 40 años. Por otro lado, entre 1960 y 2012 se han registrado más de 114 ataques de estos mamíferos a sus entrenadores o cuidadores, aunque no todos resultaron en muertes.
El caso del columnista McWilliams demuestra que Sea World está haciendo un gran trabajo para acallar a las voces que tratan de llamar la atención sobre el ya muy popular filme. Entre otras cosas, ya pagó espacio en grandes periódicos para imprimir anuncios que acusan a la película de «reportes incorrectos» y hacen énfasis en su trabajo por el trato humano de las orcas asesinas. Pero lo más probable es que la compañía acabe teniendo que generar un plan más profundo para resolver esta crisis de relaciones públicas y responsabilidad social.
