En Guerrero muchas niñas trabajan en el campo desde temprana edad. Pasan el día recolectando maíz, después ayudan a sus mamás a elaborar tortillas, y se ocupan también de ayudar en casa. Así, un día tras otro. Muchas, deciden marcharse a la ciudad en busca de un futuro mejor, de oportunidades, de una vida diferente que no les haga repetir el destino que tuvieron sus mamás y sus abuelas.
Es así como algunas de ellas comienzan a trabajar en casas habitación en la ciudad, muchas veces, sin salario, siendo sólo compensadas con el hospedaje y la comida, y una promesa de apoyo a sus estudios que en la gran mayoría de los casos no se cumple.
Es por eso que Petra Hermillo y otras mujeres que han vivido situaciones similares, decidieron crear en 2006 la Red de Mujeres Empleadas del Hogar, para orientar a mujeres que llegan a Chilpancingo, procedentes de comunidades e informarlas sobre sus derechos. Además, gracias al apoyo de Semillas, han podido crear la Casa Solidaria, donde acogen a estas mujeres hasta que encuentran trabajo y estabilidad, además de organizar talleres sobre autoestima y derechos laborales.
En palabras de Petra, “el papel de Semillas ha sido fundamental en todo este proceso, es la base para que las trabajadoras del hogar tengan un espacio propio para organizarse, capacitarse y defender sus derechos”.
Petra cuenta cómo la falta de autoestima es la que lleva muchas veces a las mujeres a conformarse con salarios bajos o incluso aceptar trabajar sin salario, y a sentir que tienen que estar agradecidas por tener un techo y comida, mientras se pasan la vida trabajando, muchas veces en condiciones injustas.
Poco a poco esta situación está cambiando. Muchas mujeres comienzan a negociar sus salarios y, aunque aún les queda camino por recorrer, saben que ahora no están solas y eso les da más fortaleza. “Sin Semillas no habríamos logrado llegar hasta aquí”, señala Petra.
