Por Antonio Tamayo Neyra
El modelo económico y contable que ha imperado en el ámbito de la empresa desde prácticamente el siglo XIX, cuando el despliegue de la Revolución Industrial, está en proceso de transformación.
Pero dicha transformación todavía es difícil de entender por los modelos imperantes antes mencionados, así la empresa sigue siendo vista únicamente como un modelo para ganar dinero, siendo esto su único propósito y fin, y seguramente por ello que tal vez para un importante número de empresarios ya sea grandes, medianos o pequeños, consideran a la Responsabilidad Social como un costo (utilizando de nuevo la terminología económica-contable), que muchos no quieren o no están dispuestos en asumir porque no le encuentran un beneficio tangible (de nuevo la terminología económica).
Sin embargo creo que vale la pena recalcar que la Responsabilidad Social es un modelo de gestión, que no involucra necesariamente una inversión adicional, es decir, se trata de administrar la empresa con otro enfoque.
Implica que la producción de un bien o servicio tiene como propósito el ofrecer algo que la sociedad (el mercado si se prefiere), necesita y que está dispuesto a comprar, significa también el acordar con los proveedores que se trabajará junto con ellos y no a su costa para obtener la materia prima necesaria para la elaboración del producto o servicio final.
Y algo muy importante, considerar a los empleados y trabajadores como personas y no como un recurso, el ser humano no es un recurso equivalente a lo que se necesita para elaborar un producto, es aunque suene obvio, una persona, y que debe ser considerada como tal, tiene sus propias ambiciones y necesidades, y es afín de cuentas el factor más importante que le da vida y movimiento a la empresa.
Con todo lo antes mencionado, se presupone o sobreentiende que la empresa tiene responsabilidades mercantiles, legales y económicas tanto con sus clientes (mercado), proveedores y empleados, pero aún sin saberlo, siempre se ha tenido una responsabilidad social con ellos pero que no se consideraba de manera clara.
Ejemplo de lo anterior es la responsabilidad con el personal, desde la época de la Revolución Industrial se consideró solamente la “mano de obra”, y se pagaba en términos económicos, oferta y demanda. Fue con la aparición de los sindicatos y con conceptos como la “Encíclica Rerum Novarum”, donde se empezó a pensar en el personal pero como un recurso para la producción.
Esta mentalidad se mantuvo bien entrado el siglo XX cuando ya se empieza a manejar el término de Capital Humano (de nuevo la terminología económica-contable), dándole otro valor a la persona.
Así ahora llegamos al concepto de que la empresa es un lugar en el cual es posible alcanzar la felicidad, ya que en ella es posible desplegar todo el potencial del ser humano en su aspecto personal y profesional.
Todos estos cambios son diferentes formas de gestión del personal y que de manera análoga también se han gestado modificaciones en la forma de ver al proveedor y al cliente.
Y esto sirve para ejemplificar que no implican necesariamente una inversión adicional, pero si un cambio de mentalidad, el percatarse que se tiene una Responsabilidad Social con todos ellos, y los recursos monetarios obtenidos en la operación de la empresa son un medio para la supervivencia de la empresa.
Por ello ante la pregunta: ¿Cuál o cuáles son los incentivos para que una empresa sea socialmente responsable? La respuesta es tener personal con una actitud positiva y de permanencia en la empresa, dispuestos a innovar y de hacer un mejor trabajo; de contar con proveedores que se convierten en socios y con clientes fieles al producto o servicio que se les proporciona.
Finalmente considerar que tanto el personal, los proveedores y los clientes, son seres humanos, y por lo tanto la empresa es una entidad integrada por y para las personas.
Seguiremos platicando …
Blog: http://atamayon.blogspot.com
Antonio Rey Tamayo Neyra
Dedicado al periodismo de investigación desde 1987 especializado en temas socioeconómicos. Desde 1991 colabora en el periódico El Financiero como Coordinador Editorial y Redactor de Proyectos Especiales, además de colaborar en otros medios. Desde el 2002 involucrado en la Responsabilidad Social, escribiendo y realizando proyectos editoriales de este tema, y además documentando las actividades de las empresas (tipo caso)
También es profesor de posgrado e imparte capacitación en relacionales laborales.
Licenciado en Administración por el Instituto Tecnológico Autónomo de México; su preparación profesional posterior incluye un Diplomado en Responsabilidad Social en el Tecnológico de Monterrey, y un Curso del mismo tema en la Universidad Abierta de Cataluña. Actualmente estudia la Maestría en Sociedad de la Información y el Conocimiento en la Universidad Abierta de Cataluña.