Corría el año 1999, cuando tuve la oportunidad de conocer el Instituto Ethos, participando de su Conferencia Anual y de una serie de reuniones con sus creadores e impulsores.
Era tal la alegría de estar allí, que desconfiaba de mis sentidos, sospechando que me transmitían sensaciones que podrían no ser reales. Tanta gente participando de este tipo de conversaciones y debates, tantos líderes comprometidos con una causa apasionante. Ese grupo de empresarios que estaba descubriendo una manera nueva y muy concreta de influir y de cambiar la realidad desde sus actividades cotidianas de negocios. La fuerza de la propuesta, el peso de los auspiciantes y la respuesta de la gente de las empresas, contagiaban hasta al más pintado. A ellos nuestro primer gran agradecimiento por el empuje que en estos 10 años no se ha detenido.
Y así, con el sano contagio transmitido por los amigos de Ethos, nuestros propios valores y creencias se pusieron en marcha para crear una organización que impulsara la difusión del tema de la RSE en la Argentina. Y allí estuvieron presentes los amigos de la Fundación Kellogg’s y de la Fundación Avina. Formamos además el primer equipo de trabajo del IARSE. Estaban presentes la harina, el agua, la levadura y la sal. Solo faltaban amasar bien las ideas, y ponerlas como propuesta al calor de la consideración de los líderes empresarios de la Argentina. Y se hizo el primer pan!
Gracias a todos los que fueron confiando y arrimando su apoyo, la cosa se fue poniendo buena.
La idea recorría el interior de la Argentina, la causa movilizaba a la gente abierta y atenta a algo nuevo en el ámbito empresarial; y de a poco llegaba a Buenos Aires con la riqueza del aporte que se hacía desde núcleos cada vez más activos de Mendoza, Entre Ríos, Rosario, Córdoba y luego desde la Patagonia.
El tema de la RSE ha demostrado ser un tema convergente, que suma actores y voluntades, que moviliza personas y organizaciones, que conecta a las redes de “la gente de buena voluntad” que habita en este suelo.
Diez años de trabajo ininterrumpido, no solo del IARSE por cierto; sino de muchas organizaciones e iniciativas sectoriales que tomaron la idea, la hicieron suya, la adaptaron a sus capacidades y entornos, y la contagiaron a otros. Lo que se logró en materia organizativa e institucional hasta la fecha, no es sino el reflejo mismo del país y de la cultura que la contienen y la condicionan. No nos avergüenza, somos nosotros; pero nos desafían: podríamos ser mejores.
Hoy podemos decir que el país sabe bastante de que se trata la RSE. Lo saben las Universidades y la enseñan, lo saben los líderes empresarios y la colocan en su visión, en su misión, en sus valores y la promueven en su cadena de influencia. Lo saben los gerentes honestos y la adoptan como meta y proceso. Lo saben los líderes sociales y se establecen nuevas alianzas para conseguir metas más amplias y compartidas de valor. Lo van sabiendo los consumidores y deciden cada vez más en su favor. Lo van entendiendo las administraciones públicas, y algunas encuentran inspiración para sus deberes de gestión de lo que es de todos.
También se despiertan celos, se proyectan intereses minoritarios, se toman posiciones alejadas del bien común. En estos diez años, la RSE parece no dejar a nadie indiferente: a los que buscan un mundo mejor, les ha renovado la esperanza y les ha mejorado la posibilidad de hacerlo; a quienes siempre piensan que todo en la vida no es mas que una nueva oportunidad de “rascarse para adentro” como el viejo Vizcacha, les despierta la codicia, la ceguera, la incapacidad de dialogar y construir junto a los demás.
Ya van diez años de un tema liberado, de una tema sembrado en el seno de una sociedad; sin dueños por suerte, pero con mucha gente e instituciones que creen y apuestan a la RSE en el día a día, que contagia y se contagia. Es la parte del vaso lleno, es la parte que muestra el primer balance. La otra, como siempre, es la ladera más empinada, la más oscura, la más peligrosa, la más desafiante. Pero esa, es precisamente la que siempre provoca a los más audaces, a los más osados, a lo que hacen la historia. Esa ladera es la que hoy tenemos en la agenda, y los invitamos como siempre a perderle el miedo y a caminarla juntos!
Boletín IARSE