Supongo que al apenas leer el titulo los lectores pensaron en la famosa expresión de Ortega y Gasset, usada por primera vez en sus Meditaciones del Quijote en 1914, Yo soy yo y mi circunstancia.
Con esa frase Ortega y Gasset quería decir que el YO no puede existir en aislamiento, que no es abstracto, que está condicionado por las circunstancias en que le toca vivir, por el entorno que lo rodea.
Esta consideración es hoy muy oportuna y perfectamente aplicable a las discusiones que se tienen sobre la responsabilidad social de la empresa, tanto en el cambiante entorno económico y social en que le toca “vivir”, como en las estrategias en diferentes países, como sobre los esfuerzos que se hacen en uniformarla, en definirla, en normarla, en hacerla vivir en abstracto.
En los tiempos cambiantes las empresas han podido/tenido que darse cuenta de que lo que es una “responsabilidad” en tiempos de bonanza económica puede ser “voluntario” en tiempos de estrechez y lo que nunca se hubiera considerado en tiempos de bonanza se convierte en un imperativo en tiempos de estrechez.
En tiempos de bonanza algunas empresas estaban dispuestas a incluir como una de sus “responsabilidades” la promoción de la cultura pero cuando arrecia la crisis se convierte en dispensable.
En tiempos de bonanza jamás se pensó que era responsabilidad de la empresa dar descuentos en sus servicios a los desempleados, pero en la crisis se ha considerado una responsabilidad ante la sociedad (y ante los beneficios, ¡para no perderlos como clientes!).
Las multinacionales que operan en diferentes países saben que lo que se considera una responsabilidad empresarial varía de acuerdo a los valores culturales de la sociedad en que operan, del esquema institucional del país (sociedad civil, gobierno, etc.). de las necesidades de la población, de sus expectativas sobre el comportamiento de las empresas y de las percepciones que se tienen sobre la empresa en particular.
Es reconocido, aunque no obvio para todos, que las prácticas responsables varían de país a país y aun en el tiempo, al variar las necesidades, expectativas, percepciones y el impacto de las instituciones. Y no estamos hablando solo de inversión social.
La relevancia de temas como el empleo a personas en desventaja, el cambio climático y el buen gobierno corporativo, varía de país a país y algunas con el tiempo.
Muchos suponen que para promover prácticas responsables primero hay que acordar una definición de la RSE. Pareciera que solo tipificando las prácticas responsables se pueden entender. Todo lo contrario. El tratar de circunscribir algo tan amplio, variante y variable como es el comportamiento de las empresas puede ser contraproducente.
Los tiempos recientes han demostrado que la creatividad empresarial es ilimitada y que puede usarse para bien o para mal.
Cierto es que hay algunos elementos básicos que deberían ser validos en todos los entornos, en todos los tiempos. Algunos dicen que el comportamiento ético, que el fundamento de la RSE, es una constante universal.
Pero aun esto es cambiante y varía de país a país. Un reciente estudio mostró que por razones culturales al consumidor chino no le parece no ético el comprar CDs piratas.
Inclusive, en la era del internet, son muchos los jóvenes que no entienden la necesidad de respetar los derechos de propiedad intelectual de la música y consideran que el “bajárselo de gratis” es un derecho. Algo parecido sucede con el nepotismo y los sobornos. Varían de país a país y con el tiempo.
Así como el YO, es el YO pero ese YO esté condicionado por sus circunstancias, las practicas responsables dependen de su entorno económico, político, social y aun de la historia, de los antecedentes, de los prejuicios, de las circunstancias.
¿Podemos tener una definición de la RSE? ¿Podemos tipificarla? No es imposible lograr una definición de lo que es la RSE, pero para cubra todas las circunstancias deberá ser tan general que deja de ser práctica.
Ello ha llevado a muchas controversias sobre lo que es la RSE, ha creado confusión, nos separa mas que nos une y ha retrasado su adopción. La confusión creada también ha dado lugar a una gran proliferación de nombres para la RSE.
Todos los días aparece un nuevo nombre para tratar de capturar su esencia (en un próximo artículo trataremos los nombres de la RSE).
La responsabilidad de una PyME no es la misma que la de una multinacional. La responsabilidad de una multinacional en España no es la misma que cuando opera en Colombia.
La responsabilidad de las empresas que operan en un país con grandes necesidades insatisfechas, con débiles administraciones locales, no es la misma que las que operan en países con fuerte institucionalidad y amplios recursos.
La responsabilidad de la empresa hoy no es la misma que la que era en el 2005 ni es la que será en el 2012.
¿Es posible que la empresa sea totalmente responsable en todos los ámbitos, en todos los tiempos? Ojalá. Pero no se pueden promover prácticas responsables de un modo absolutista.
Será más efectivo para las partes interesadas entender y usar las circunstancias para hacer que la empresa adopte prácticas responsables cónsonas con su realidad.
En el mismo ensayo, Ortega y Gasset dice: “El hombre rinde al máximum de su capacidad cuando adquiere la plena conciencia de sus circunstancias”. ¿Aplicable a la RSE? Podríamos parafrasear: La RSE rinde al máximum de su capacidad cuando adquiere plena conciencia de sus circunstancias.Y es que la RSE no es solo la RSE. La RSE es la RSE y sus circunstancias.
Antonio Vives
Con un Ph.D. en Mercados Financieros de Carnegie Mellon University y con una trayectoria como profesor en 4 escuelas de negocios, Antonio Vives es actualmente catedrático y consultor en la Stanford University. Socio Principal de Cumpetere. Ex-Gerente de Desarrollo Sostenible del Banco Interamericano de Desarrollo. Creador de las Conferencias Interamericanas sobre RSE. Autor de numerosos articulos y libros sobre RSE y del blog Cumpetere en español.