Un artículo del ideólogo Lorenzo B. de Quirós, miembro del Consejo Editorial del Economista, ha lanzado una serie de críticas de fondo a la Responsabilidad Social y a sus promotores, mostrando la falta de comprensión de lo que significa este enfoque de gestión y anclando sus reflexiones en un paradigma antiguo y rancio, más propio de la sociedad industrial del siglo pasado.
El artículo es un panfleto con afirmaciones contundentes que no son más que opiniones elevadas a la categoría de verdad absoluta: La RSC se ha convertido en uno de los grandes negocios del siglo XXI en torno a la sombra de los que florece una corte de parásitos. Incluso se refiere a la gran corporación como uno de los instrumentos de bienestar y prosperidad más poderosos del mundo, sin ningún tipo de matiz o alerta de los riesgos que también conlleva.
Quizás no cabría polémica porque su vehemencia desmerece aquellos puntos en los que pueda haber el hilo de una argumentación a poner sobre la mesa y debatir. Pero ciertamente su actitud indica la existencia de personas que se sienten acorraladas por la preeminencia del discurso de la RSE y que contraatacan tratando de hacerse oír con argumentos primarios y desconsideraciones gratuitas.
El autor no muestra una gran comprensión de la RSE cuando acusa a sus promotores de imponer qué es el Bien y que es el Mal. La RSE precisamente ha permitido superar modelos más estáticos como la Ética del Negocio o Business Ethics o los enfrentamientos en blanco-o-negro entre empresa y ONG. La empresa que opta por la RSE es una organización dinámica que sabe integrar este enfoque de gestión como un proceso de mejora continua y que sabe convertir el diálogo con los grupos de interés como una oportunidad para desarrollar conocimiento y generar confianza, dos activos fundamentales en las organizaciones del siglo XXI.
Mientras que la empresa ha ido entendiendo la sociedad, la RSE ha obligado también a algunas ONG y grupos de interés en general a superar modelos basados en el enfrentamiento y las discrepancias insalvables para abordar una mejor comprensión del mercado. Este es un aprendizaje mutuo que se basa en una plena aceptación del capitalismo como un modelo de éxito si sabe encontrar su punto de equilibrio para servir a todos los grupos de interés.
Hoy, la defensa numantina de un capitalismo al servicio exclusivamente del accionariado pierde legitimidad y se nos aparece como una rémora del pasado de quien está defendiendo más unos intereses corporativos que quien cree realmente en un modelo de mercado libre, eficiente, productivo, creador y distribuidor de riqueza y oportunidades.
Ciertas palabras de los anti-RSE muestran que creen en un capitalismo de la época industrial, sin haber desarrollado una puesta al día de lo que significa un mercado libre y un modelo capitalista en una sociedad abierta, en la nueva economía y sobre todo en una economía del conocimiento. ¡No es posible gestionar el talento de una organización del siglo XXI con un estilo de industria del XIX! Es inconcebible que una empresa avanzada pueda pensar que creará valor a partir de unos profesionales gestionados sin buenas prácticas como la conciliación de la vida laboral y familiar, la flexibilidad laboral, la equidad interna, la participación en beneficios, etc. Los buenos profesionales ya han aprendido también que la gestión de su reputación profesional es un activo fundamental de su carrera de manera que las empresas mediocres y gestionadas antigua pueden estar dejando escapar el mejor talento.
Hablemos también de la eficiencia. Nos preguntamos si es eficiente el hecho de que una empresa pueda obtener sus márgenes a partir de consumir unos activos por los que no paga su valor real: cuando una empresa contamina porque se quiere ahorrar el coste de una inversión ambiental, o cuando utiliza mano de obra infantil a lo largo de su cadena de abastecimiento, etc … En último término esto sencillamente no es una empresa ya que no crea valor ni riqueza, sencillamente obtiene el beneficio a partir de tomarlo en parte sin coste. Quienes quiera defender que esto es el capitalismo no está haciendo ningún favor a este modelo económico en el que muchos creemos desde una mayor dignidad. Pero no se trata sólo de dignidad sino también de eficiencia porque después es la sociedad por medio de los poderes públicos y otras iniciativas que debe asumir el coste generado por las ineficiencias de algunas grandes estructuras organizativas que se creen que son empresas productivas.
Tampoco sería propio de una empresa socialmente responsable la falta de inversión en I + D, ya que esta empresa no estará garantizando la capacidad de crear riqueza en el futuro y de mantener y aumentar puestos de trabajo.
Algunas personas parece que critican la RSE después de haber leído un folleto de alguna ONG o de algún sindicato y han elaborado un concepto de RSE según el cual es el camino que han descubierto los anticapitalistas para someter el capitalismo, sobrerregular el mercado y limitar la libertad empresarial.
La RSE es un enfoque de gestión netamente empresarial, nacido del corazón de las empresas más avanzadas y más ubicadas en la economía del conocimiento, lo que no es casual. Como tampoco lo es la correlación entre las empresas con RSE y las empresas con éxito, hasta el punto que no suele haber empresas mediocres con RSE. Toman este enfoque de gestión aquellas empresas que ya han interiorizado profundamente el trabajo por la calidad, que han desarrollado la excelencia operativa y ahora buscan la excelencia lencia social como una manera de avanzar hacia un modelo de empresa más sólido, más orientado a una estrategia competitiva de futuro que difícilmente podrá ser viable si no sabe ganar la confianza de todos los grupos de interés y mostrar que obtiene los beneficios de manera no sólo legal sino lícita, creando verdadera riqueza, no haciendo ver que ganan a partir de la apropiación indebida de activos por los que no compensan.
La RSE no quiere decir que una empresa tenga que hacer más cosas sino que tiene que hacer las que hace de manera diferente. La RSE, además de mejorar los impactos corporativos en los grupos de interés, la sociedad y el planeta, tiene la gran virtud e interés empresarial de ser un gran facilitador de la gestión del cambio. La empresa que quiere gestionar el cambio, mejorar su ADN corporativo, promover la implicación de los equipos en la misión … Para las empresas que hacen un uso integral e integrado, con un compromiso, un liderazgo y un desarrollo inteligente, la RSE es el resorte para dar el salto hacia un nuevo modelo de empresa. Y si no es el resorte es como mínimo un elemento sine qua non.
Limitarse a ver la RSE como una presión de las ONGs demuestra miopía sobre qué es una empresa avanzada. Un ejemplo: lamentamos que un país de empresas como es Cataluña arrastre aún hoy esta pátina de crítica velada al empresariado, esta falta de reconocimiento social del emprendedor, cuando no castigo cultural… Y ello no dice mucho de nosotros, como no dibujan un buen futuro las encuestas según las cuales la mayoría de estudiantes querrían acabar siendo funcionarios de la administración pública. Por ello, otorgamos un gran valor a la RSE, no sólo por lo que hemos expresado sino también porque consideramos que debe ser un vector central en la dignificación de la emprendeduría y la función empresarial, a partir de mostrar que hay una gran mayoría de empresas que crean riqueza con un gran esfuerzo y, cada vez más, integrando unos modelos de responsabilidad ante la sociedad.
Por el contrario, todo lo que se oculta bajo la crítica de la RSE, la defensa de un modelo de grandes corporaciones no sometidas a ningún control ni público ni social, que entiendan su libertad de empresa como una justificación de todos los medios, que no tengan que mostrar transparencia con nadie que los accionistas, y que a menudo actúen según los intereses de los gestores más que de toda la propiedad diversa, hace un flaco favor a la construcción de un libre mercado eficiente, donde las empresas crezcan por su buena gestión y donde creen riqueza de manera sostenible con respeto a los grupos de interés y velando por un entorno saludable y lleno de futuro.
Hay quien confunde la RSE con sus buenas prácticas sin captar que la RSE es un estilo de gestión de la empresa. También hay empresas que incorporan algunas buenas prácticas como una aplicación colateral y poco integrada en el core business. De manera paralela hay quien ve la RSE como una reivindicación externa al mercado, y como un listado de cosas que hacer que ahora la ISO 26000 le impondrá, sin captar que la RSE forma parte intrínseca de la nueva forma de desarrollar la economía de mercado. En el modelo de la economía del conocimiento esto ya se había hecho evidente, y ahora después de valorar las causas de la crisis no se puede negar que la RSE debe formar parte esencial de un modelo económico orientado a crear valor de manera sostenible.
Josep Maria Canyelles
Experto en Responsabilidad Social de las Empresas y Organizaciones. Promotor del think tank Responsabilitat Global. Promotor de collaboratio, iniciativa para los Territorios Socialmente Responsables. Coordinador de la Comisión de RS de la Asoc. Catalana de Contabilidad y Dirección. Asesor técnico de la Cámara de Comercio de Barcelona en materia de RSE. Colaborador de la Asoc. para las Naciones Unidas en materia de RS. Asesor de gobiernos en RS. Ha realizado una comparecencia parlamentaria en la Subcomisión de RSC del Congreso de los Diputados en calidad de experto. Colaborador docente de diferentes universidades y programas formativos de alta dirección.
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