Por: Josep Maria Canyelles
Las diversas convulsiones que arrastran los mercados, ya sean por las crisis sectoriales y globales, las malas prácticas corporativas o la mala gobernanza, han hecho reconsiderar los cambios a realizar en el sistema, incluyendo los mecanismos mediante los cuales las empresas muestran transparencia de su actividad. Uno de los aspectos a considerar es sobre si las compañías deben presentar un mayor detalle, cumplir con nuevas normas o adecuarse a nuevas convenciones.
Más allá de las crisis cíclicas que sufre, actualmente parece que la economía se ve afectada por una gran disfunción. Está desarrollándose una nueva conciencia sobre qué tiene valor (activos intangibles, recursos naturales …) mientras las inercias aún nos hacen ir por una atajo que sabemos errático. Lo padece la contabilidad, incapaz de explicar el valor real de una empresa, lo sufre el management, inseguro en la capacidad de generalizar un modelo que permita crear valor sostenible.
Observamos como el surgimiento de una economía basada en el conocimiento, por oposición a la de base industrial, ha trastocado conceptos arraigados profundamente y obliga a sacudir nuestra mentalidad para encontrar nuevas maneras de gestionar y de contabilizar el valor creado.
Frente a los retos que se nos abren, muchas empresas han empezado a introducir la sostenibilidad como un vector estratégico, impulsando modelos de innovación que satisfagan las condiciones de menor impacto o mejor ecoeficiencia. Pero la sostenibilidad no es sólo un concepto ambiental o vinculado a los consumos energéticos, sino que se relaciona con la capacidad de desarrollar una empresa sostenible que genere valor en un entorno sostenible, lo que significa aplicar este concepto a los impactos económicos, sociales, laborales, ambientales, etc.
No es nada fácil a pesar de que la conciencia ciudadana y ética nos diga que este es el camino. En el último siglo hemos aprendido a aceptar como plausible un modelo productivo basado en el uso de recursos no renovables o, por ejemplo, en la obsolescencia programada, presente en muchos aparatos. Son ejemplos en los que no es fácil cambiar, ya sea porque tenemos que desarrollar nuevas tecnologías o nuevas mentalidades.
Si aceptamos como hipótesis que sólo las empresas más concebidas para este nuevo contexto podrán sobresalir, quiere decir que ya no sólo serán necesarios empresas flexibles, que capten el talento, que innoven, sino que otros atributos les serán fundamentales como los valores de base más humanístico como la honestidad, la ética o la transparencia.
Aquellas que acepten su rol de empresas ciudadanas, es decir, de ser unos agentes conscientes de su papel en la sociedad, estarán en ventaja a la hora de crear confianza entre sus grupos de interés, ya sean los centrales como la clientela y los trabajadores u otros como las organizaciones sociales.
Por ello, a pesar de que muchas empresas pueden incorporar una orientación hacia la sostenibilidad, es la incorporación de un sistema de gestión de su responsabilidad social lo que garantiza la coherencia y potencial del modelo. La organización debe alinear la visión sostenible en todos sus objetivos, misión, valores, incluida la cultura interna y las relaciones con los grupos de interés.
Hablar de RSE nos lleva a hablar de la gestión y la metodología, la cual presupone procesos de diálogo con los stakeholders, identificación de los aspectos que sean relevantes, rendición de cuentas. Sometida a la RSE, la sostenibilidad no puede comportarse meramente como unos resultados satisfactorios sino que hay que mostrar que se están gestionando proactivamente, que la identificación de la materialidad no es una decisión unilateral de la empresa, que hay objetivos de mejora, y que nos basamos en una integración en los propios procesos de gestión.
Rendición de cuentas
La memoria de RSE o informe de sostenibilidad no es más que un producto fruto de esta gestión, y su orientación no debe ser comunicativa en el sentido clásico unidireccional sino que constituye la base a partir de la cual fundamentar el diálogo con los grupos de interés.
Las memorias deben cumplir con unos principios para que se basen en indicadores estándares, sean comparables, la información tenga suficiente calidad, recojan todo lo que sea significativo, den respuesta a lo que los grupos de interés quieren conocer… No es fácil satisfacer estos requerimientos, hacerlo sobre una base de gestión, darle un carácter comunicativo, basarse el diálogo. Por ello, el formato de estos documentos va evolucionando.
Hemos pasado de unas memorias satisfechas de sí mismas que iban creciendo en volumen y aportación de datos hasta el colapso y la falta de significación, a unas memorias concebidas para cada público específico, con formatos html que permiten una mejor capacidad comunicativa y un hipertexto para ampliar la información al margen de la memoria formal.
Pero el gran reto para los próximos años es la integración de la memoria financiera y la memoria de RSE, una tarea que no requiere hacer una mera fusión por adición sino un esfuerzo por integrar adecuadamente y que la información aportada a todos y cada uno de los grupos de interés gane calidad, rigor y amplitud.
Hemos de confesar que no está todavía suficientemente claro a dónde nos llevará este camino de la integración y que las primeras experiencias han comenzado a despertar dudas metodológicas. Tenemos por delante un gran proyecto que puede ayudar a la «parte de sostenibilidad» a normalizarse, generalizarse y dignificar su presencia, al tiempo que puede ayudar a la «parte financiera» a ganar capacidad de explicar mejor como una empresa tiene y crea un valor sostenible, gestionando riesgos y disminuyendo la volatilidad de los activos intangibles como la reputación.
Josep Maria Canyelles
Experto en Responsabilidad Social de las Empresas y Organizaciones. Promotor del think tank Responsabilitat Global. Promotor de collaboratio, iniciativa para los Territorios Socialmente Responsables. Coordinador de la Comisión de RS de la Asoc. Catalana de Contabilidad y Dirección. Asesor técnico de la Cámara de Comercio de Barcelona en materia de RSE. Colaborador de la Asoc. para las Naciones Unidas en materia de RS. Asesor de gobiernos en RS. Ha realizado una comparecencia parlamentaria en la Subcomisión de RSC del Congreso de los Diputados en calidad de experto. Colaborador docente de diferentes universidades y programas formativos de alta dirección.
Puede consultar su blog aquí