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La RSE ya no será prioridad para la moda en 2025

La Responsabilidad Social Empresarial (RSE) ha sido un tema clave en la industria de la moda durante los últimos años. Sin embargo, según el informe State of Fashion for 2025 de McKinsey & Co., las marcas de moda parecen haber cambiado de rumbo en cuanto a sus prioridades. En 2025, la sostenibilidad, un pilar central de la RSE, no será una de las principales preocupaciones para las grandes marcas del sector, de acuerdo con un artículo de Trellis.

Los ejecutivos se enfrentan a la presión de aumentar las ventas ante un panorama de inflación creciente y la competencia de las imitaciones baratas. Esta situación pone en duda la capacidad del sector para realizar los cambios necesarios para descarbonizarse a tiempo, especialmente cuando el consumo de ropa sigue aumentando sin cesar.

El informe revela que solo el 18% de los líderes del sector consideran que la sostenibilidad es un riesgo clave para el crecimiento en el próximo año, un descenso significativo respecto al 29% del año anterior. Aunque las políticas regulatorias en Europa y California impulsan a las marcas a reestructurar sus cadenas de valor, la creciente preocupación por la rentabilidad y el crecimiento ha dejado de lado los esfuerzos sostenibles. En este contexto, la RSE en la moda, que antes parecía ser una tendencia inminente, ha perdido terreno frente a la urgencia de asegurar la viabilidad financiera de las marcas.

La moda en 2025: sostenibilidad en segundo plano

Según el informe, a pesar de que la sostenibilidad sigue siendo importante, se ha relegado al décimo lugar en las prioridades de los ejecutivos para 2025. Este retroceso refleja una tendencia alarmante: mientras que el colectivo de sostenibilidad era el tema central en años anteriores, ahora los imperativos de rentabilidad y expansión están por encima de los objetivos ambientales. Ken Pucker, experto en sostenibilidad, señala que el mercado de la moda está siendo dominado por presiones externas, como el aumento de la inflación y la competencia desleal de las marcas de bajo costo, que desafían la viabilidad de los esfuerzos de descarbonización.

La falta de urgencia frente al cambio climático por parte de los líderes del sector podría tener consecuencias negativas a largo plazo. A medida que la industria se enfrenta a un aumento del consumo de ropa, que se espera se dispare un 63% para 2050, las emisiones de carbono vinculadas a la moda también aumentarán de manera significativa. En un escenario donde las marcas luchan por equilibrar sus cuentas, el cumplimiento de los objetivos climáticos y las inversiones en tecnología de sostenibilidad parecen haber quedado relegados a un segundo plano.

La descarbonización de la moda: un desafío inminente

Para 2025, la industria de la moda se enfrenta a un desafío monumental: descarbonizar sus operaciones. McKinsey calcula que la industria de la indumentaria podría representar más del 25% de las emisiones globales para 2050, un aumento alarmante respecto al 4% actual. Sin embargo, las marcas enfrentan grandes obstáculos en la reducción de su huella de carbono, especialmente en sus operaciones upstream, que representan el 70% de las emisiones de la industria. Aunque algunas marcas han logrado avances significativos en sus compromisos de cero emisiones netas para 2030, la falta de colaboración y acción efectiva sigue siendo un obstáculo importante.

Según el informe, la falta de colaboración entre marcas y proveedores está dificultando la descarbonización en gran escala. Solo una pequeña fracción de las marcas ha logrado establecer relaciones estratégicas con sus proveedores para reducir las emisiones. Esto se debe en parte a la falta de recursos y el poco apoyo que algunas marcas tienen para implementar soluciones a gran escala. A pesar de iniciativas como el proyecto de energía eólica marina de H&M, la mayoría de las marcas pequeñas carecen de los recursos necesarios para transformar la cadena de suministro de manera efectiva y rápida.

Oportunidades en la moda circular: el futuro de la sostenibilidad

A pesar de la falta de enfoque en la sostenibilidad por parte de los grandes actores de la industria, se vislumbran oportunidades en la moda circular. El mercado de la ropa de segunda mano, que crece a un ritmo mucho más rápido que el mercado tradicional, ha demostrado ser una opción viable para reducir el impacto medioambiental de la industria textil. McKinsey predice que, para 2025, la ropa de segunda mano representará el 10% de las ventas globales, con un crecimiento anual del 12%. Esto demuestra que la sostenibilidad puede seguir siendo rentable si las marcas se adaptan a los nuevos modelos de negocio más responsables.

Karla Magruder, presidenta de Accelerating Circularity, destaca que la reutilización de prendas es una de las mejores opciones para reducir el impacto ambiental. A medida que más consumidores se preocupan por el origen y la durabilidad de las prendas que compran, las marcas que integren la circularidad en sus modelos de negocio estarán mejor posicionadas para competir en un mercado cada vez más consciente de la sostenibilidad. Esta tendencia puede convertirse en una vía para que las marcas sigan generando beneficios mientras contribuyen a la reducción de su huella de carbono.

Un futuro incierto para la RSE en la moda

En resumen, la moda en 2025 enfrentará grandes retos en términos de sostenibilidad y responsabilidad social. La presión por mantener la rentabilidad y el crecimiento ha relegado las preocupaciones ambientales a un segundo plano, lo que pone en peligro los avances que se habían logrado en términos de RSE en los últimos años. Aunque la descarbonización sigue siendo una prioridad para algunas marcas, el lento progreso y la falta de colaboración entre los actores de la industria podrían hacer que la moda pierda su oportunidad de convertirse en un sector verdaderamente sostenible.

Si bien la circularidad y el mercado de la ropa de segunda mano presentan oportunidades para reducir el impacto ambiental, el futuro de la sostenibilidad en la moda dependerá de la capacidad de las marcas para adaptarse a las nuevas demandas del mercado y asumir un papel más activo en la lucha contra el cambio climático. En un escenario donde la competitividad es feroz y las prioridades empresariales han cambiado, la RSE en la moda parece estar en un punto de inflexión que definirá su rumbo en los próximos años.

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