Antonio Tamayo Neyra
Una más de las lecciones que tenemos que aprender en este siglo XXI dentro la competitividad, la crisis y la globalización, es que el mundo ha cambiado en los aspectos sociales igual o más que todos los sorprendentes desarrollos tecnológicos que hemos visto en al menos los últimos 20 años.
Pero si bien estos avances en la tecnología son más que evidentes y han tenido su repercusión social y económica, también la forma como opera y se maneja la sociedad también han venido cambiando drásticamente; sin embargo las transformaciones en el ámbito social no se reflejan rápido en las empresas, como lo hacen las modificaciones de tipo técnico.
El ejemplo de lo antes señalado es el rol de la familia con la empresa; en una remembranza de lo que fueron las organizaciones del siglo XIX, el papel del empleado o trabajador es generalmente separado o dividido de su papel como jefe o padre de familia. Así, la persona en sus horas de trabajo debe olvidarse por completo de sus obligaciones familiares y dedicarse en cuerpo y alma a sus deberes laborales.
Además, hasta todavía una generación anterior a la actual, una regla social no escrita fue que en una familia fuera solamente el hombre el que aportara económicamente, dejando a la esposa el único y exclusivo papel de cuidar a los hijos y atender las obligaciones caseras.
Todavía si recordamos un poco, en la época de nuestros padres y abuelos, era mal visto socialmente que la mujer saliera a trabajar, lo que implicaba denigrar la masculinidad del esposo; esto como ahora lo podemos ver fácilmente ya es “historia patria”.
Ante este tipo de situaciones las empresas siguen pensando y actuando como en antaño, desde el pago menor a las mujeres solamente por su condición sexual, y apartando al hombre de sus obligaciones familiares por ser precisamente el hombre.
En este nuevo siglo, la pareja matrimonial sale a trabajar y tiene poco hijos, pero quieren dar mayor y mejor atención a esos hijos; pero por contraparte, la empresa los sigue viendo solamente como empleados, sin considerar en forma importante su vida familiar y social; a través de horarios fijos y rígidos de trabajo, o restringiendo el avance profesional de la mujer si decide embarazarse.
Aunque parezca raro, todavía hay muchas empresas que tiene una mentalidad machista y/o misógina, o que consideran el aspecto social de sus empleados como algo que no tiene nada ver con la parte laboral o productiva.
Es posible que esta sea una de las consideraciones primordiales o básicas de la Responsabilidad Social Empresarial, el no considerar a la empresa solamente como una entidad productiva en términos económicos, sino como un centro de trabajo que tiene a personas que conviven entre sí para el cumplimento de los objetivos, y que esas personas tienen otras metas y ambiciones personales además que las propiamente productivas.
En todo caso la pregunta sería: ¿Qué está haciendo la empresa para conciliar la vida labora con la vida familiar y social de su personal? Y no solamente en términos económicos, sino también en aspectos de desarrollo personal, convivencia social, familiar y hasta cívica.
La empresa no se encuentra ubicada en la luna o en otro planeta, y por lo tanto no pude permanecer ajena a lo que sucede a su medio social, aunque así nos lo han dejado ver desde hace muchos años.
Seguiremos platicando ….
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Antonio Rey Tamayo Neyra
Licenciado en Administración por el Instituto Tecnológico Autónomo de México, y actualmente estudiando la Maestría en Sociedad de la Información y el Conocimiento en la Universidad Abierta de Cataluña. Dedicado al periodismo de investigación desde 1987 especializado en temas socioeconómicos. En los pasados 19 años hasta la fecha, colaborando en el periódico El Financiero como Coordinador Editorial y Redactor de Proyectos Especiales, además de haber escritor para otros medios durante este mismo tiempo. Adicionalmente se ha dedicado también a la consultoría y capacitación en relacionales laborales desde hace 18 años, trabajando para diferentes empresas en todo México. De siete años a la fecha, involucrado en el tema de Responsabilidad Social, realizando varios proyectos editoriales, y estudiado un diplomado al respecto coordinado por el Tecnológico de Monterrey, Cemex y el Banco Mundial, y un curso del mismo tema en la Universidad Abierta de Cataluña.