La sostenibilidad empieza a estar en las agendas de las organizaciones, en todos los ámbitos, el sector público, el privado y la sociedad, guiada por el momento dulce en el que se encuentra. Y progresa adecuadamente a pesar de la indefinición del término que, superando su asociación al ámbito estrictamente ecológico, incluye también los pilares económico y social. Así coincidieron en señalarlo varios expertos en torno al debate sobre Sostenibilidad o el valor del largo plazo, organizado por CincoDías, en colaboración con Ferrovial.
“Las compañías ven más la oportunidad de estas cuestiones que hace unos años”, destacó Ramón Pueyo, socio responsable de sostenibilidad y buen gobierno de KPMG en España. Y señaló dos razones para ello: la regulación y la presión del mercado, fundamentalmente el mercado de capitales. “En la medida que los bancos establezcan zanahorias para que las compañías actúen en una determinada dirección esto va a ser un impulso muy relevante”.
Cristina Sánchez, directora ejecutiva de la Red Española del Pacto Mundial, señaló las tres megatendencias que emanan de Naciones Unidas en que el sector privado tiene un rol especial: el cambio climático, los cambios de modelo de producción en torno a la economía circular y, ligado a esto, los nuevos empleos que se pueden generar y finalmente, los avances tecnológicos. “Y como reto, no dejar a nadie atrás, porque con los avances tecnológicos se puede crear una brecha”, advirtió.
“Estamos en un momento de transformación y de cambio, que es la constante que vamos a vivir a partir de ahora”, remarcó Federico Buyolo, director general del Alto Comisionado para la Agenda 2030. Una tendencia a la adaptación permanente a otro modelo que ya se está viendo materializada con acciones y que cuenta con la sensibilización de la sociedad. “Lo que nos falta es cómo se dirige ese cambio. Al final, la gobernanza global es lo que nos está faltando. La oportunidad es que Europa vuelva a recuperar el liderazgo que siempre ha tenido”, reclamó.
En este punto, Francisco Polo, director general de comunicación y RSC de Ferrovial, apuntó que el gran motor que provoca un cambio de tendencia viene representado en buena medida por un cambio generacional, que fijó en los menores de 40 o 45 años. “Es gente que tiene esa mentalidad, que ya tiene recursos económicos y que pide a las empresas una distinta actuación”. Y esto ha cuajado en un cambio regulatorio significativo, fundamentalmente las recomendaciones de la CNMV de 2015 y la trasposición de la Ley de Información no Financiera del 28 de diciembre de 2018, “que obliga a las empresas, pero que lo que está planteando es una nueva cara del capitalismo, un nuevo papel del capitalismo”, recalcó. “Hasta tal punto que hoy algunos teóricos están hablando de capitalismo activista, compañías que tienen un gran peso en la sociedad y que enarbolan determinadas banderas y que hacen de sus productos y servicios emblemas de esa nueva posición”.
Transversalidad
El representante del Alto Comisionado para la Agenda 2030 lamentó el carácter de subproducto que se ha dado a la RSC en la empresa, para reivindicar que esta forme parte de su core, “porque no se trata de eliminar la RSC por la sostenibilidad, sino que tiene que ser una evolución de la RSC hacia la sostenibilidad”. “Más que una moda tiene que pasar a ser un modo de entender la empresa”, remarcó.
Al hilo de esta reflexión, la directora ejecutiva de la Red Española del Pacto Mundial destacó que desde su organización están trabajando por “hacer esa transición hacia una visión de sostenibilidad más transversal. La sostenibilidad ha dejado de ser la maría en algunas empresas, de ser un departamento cajón de sastre, y ahora estamos ante una visión muchísimo más integradora de la empresa”, reconoció. “Las empresas están preparadas para la transición de la RSC a la sostenibilidad porque existen las herramientas y los incentivos”, apuntó, si bien reconoció que hay una doble velocidad entre las que lo ven como una oportunidad y un modelo de gestión y de empresa y las que no. “Y una de las muchas variables que influyen en esto es el compromiso de los CEO y la alta dirección”.
El director general de comunicación y RSC de Ferrovial subrayó a este respecto la falta de definición de RSC, asociada solo a la filantropía y la acción social, y que el término sostenibilidad comparte, al ligarse inmediatamente con el medio ambiente. Porque las empresas españolas están bien posicionadas en los índices internacionales en los temas de RSC porque han trabajado en ellos, está ya en su formulación, “el problema que ha habido es esta falta de definición”.
Pueyo, de KPMG, señaló como frenos a la extensión del concepto la dificultad de definir qué es sostenible y qué no y, si en esto hubiera acuerdo, otra dificultad estaría que calificar algo como sobresaliente o solo aprobado en materia de sostenibilidad. “Luego tenemos otro freno en la sopa de letras en el reporting”.
España no es menos que nadie en temas de sostenibilidad en Europa, con empresas y sectores punteros, expuso Cristina Sánchez. “El reto ahora es la escalabilidad de esas empresas líderes, que eso cale en otro tipo de empresas y de sectores”. Los demás participantes del coloquio coincidieron en que España es un país muy desarrollado en este aspecto. Polo reclamó además más entendimiento entre Gobierno y empresas para plasmar una regulación adecuada. “No hay buenos países y países desarrollados con malas empresas y, en la misma medida, donde hay grandes empresas los países van muy bien”, ilustró. Pueyo, por su parte, admitió que no hay grandes diferencias en cuanto a las grandes empresas, pero puso en duda que esto sea así con las pymes. “Para las pymes españolas va a ser muy importante que el plan de financiación sostenible previsto por la UE se lleve adelante”, aseveró. Buyolo, de la Agenda 2030, abundó en que “un país con instituciones fuertes es lo que hace que las grandes empresas avancen, y un país con sociedades comprometidas es cuando se produce el tridente [empresas, instituciones y sociedad] que permite que las sociedades avancen”.
El papel de los ODS
Asunto destacado en el debate fue también el papel de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU. Cristina Sánchez, del Pacto Mundial, admitió que si bien existe un compromiso con los ODS por las empresas, “no se han propuesto acciones concretas para materializar ese compromiso”. El gran reto, indicó Francisco Polo, “es que no se quede solo en el discurso, en la buena voluntad y que luego sea difícil encontrar resultados”. Ramón Pueyo abogó por “una pequeña revolución en el modo en que algunas compañías se plantean los ODS. Cualquier compañía del universo puede, sin cambiar nada, describir sus actividades y decir que la función social que desempeña ya está orientada a los ODS. Si todo el mundo funciona así, nada cambia. Las empresas deben plantearse qué van a hacer de distinto a resultas de conocer los ODS, aquí la clave es la adicionalidad”.
Federico Buyolo planteó la diferencia entre alinear y localizar. “Yo hago esto y lo alineo a la agenda y a partir de ahí desarrollo nuevas iniciativas avanzando y sobre todo acelerando esa transformación”. Y añadió un nuevo elemento al apuntar que “al igual que es una agenda fácil de entender es una agenda ultracomplicada. Y se complica más todavía porque ya no podemos ver las cosas de manera individual, sino que tiene que haber conexiones. Si hablo de cambio climático, estamos hablando de educación, de desigualdad, de hambre, de pobreza, de agua, etcétera. Los indicadores de éxito están cuando eres capaz de entender la interconexión entre cada uno de ellos”.
En cuanto a la medición de los indicadores de éxito, la representante del Pacto Mundial remarcó la gran cantidad de indicadores y estándares que existen, por lo que defendió una identificación clara de los indicadores para las empresas, complementarios con los de los Gobiernos y otros actores de la Agenda 2030. “Otro de los grandes problemas, fruto de los flecos de la crisis de 2007, es que estamos en una sociedad que necesita mayor inclusión, se necesita luchar más contra un desigualdad que es una brecha que se ha ido ampliando poco a poco”, desarrolló el representante de Ferrovial en el coloquio. Para Pueyo, “la desigualdad lo que genera es desconfianza y ruptura de las sociedades y ahí las compañías y la sociedad en general tenemos que hacer cosas para que el sistema funcione”.
Cristina Sánchez mostró su desconfianza por las nuevas tecnologías por cómo iba a impactar la robotización y la automatización en la pérdida de empleos, aunque generará otros. “No todo el mundo tiene acceso a las nuevas tecnologías y eso puede dar lugar a mayor desigualdad”. También apuntó problemas de privacidad o ciberseguridad. Federico Buyolo, por su parte, reclamó el acceso de la Administración a la información (big data) para poder tomar decisiones. “No podemos seguir tomando decisiones al albur de la buena intención o el presentimiento de lo que está pasando. Hay que buscar soluciones con algoritmos basados en la realidad”, aseveró.
Ramón Pueyo defendió el papel de las redes sociales que, “aunque con sus patologías en términos de acoso, mala conducta y demás que deben ser corregidas, aumentan el escrutinio sobre los individuos y las compañías y por tanto aumentan el coste de los comportamientos oportunistas”.
Fuente: El País