En materia de desarrollo sostenible, el camino a seguir pasa por la colaboración y la unión de las voces de consumidores, empresas, grupos de interés y responsables políticos. En general, la tarea que debe acometerse en el escenario productivo del siglo XXI ha de tener como fin revitalizar una economía maltrecha al tiempo que se descifran nuevas señales y se camina tras las huellas de nuevos conceptos como “responsabilidad social”, “sostenibilidad” o “transparencia”.
Se trata, además, de ampliar el concepto de desarrollo sostenible tanto en el ámbito público como privado, estableciendo así un sistema de “gobernanza verde” global.Así las cosas, las pautas marcadas para buscar solución a los problemas globales se orientan cada vez más por la senda del desarrollo sostenible.
No son pocos los informes y análisis que han proliferado en este sentido en los últimos tiempos, tal como “The Consumption Dilemma”, de Deloitte, que asegura que la transformación económica y un consumo más respetuoso y sostenible son factores esenciales para el bienestar poblacional. Los datos aportados por la consultora se complementan con cifras que revelan que 9 de cada 10 CEOs consultados entre las principales compañías reconocen que la sostenibilidad es vital para el éxito empresarial. En este sentido, “The Consumption Dilemma” aborda la necesidad de que el consumo sostenible adquiera un carácter cada vez más imperativo. Además, la confianza de los consumidores y la participación como ciudadanos en un contexto amplio
de sostenibilidad es un paso importante en este proceso. Hay
también innumerables oportunidades para las empresas y asociaciones para
tomar medidas para cambiar la mentalidad y el pensamiento integrar el concepto de desarrollo sostenible en el ADN empresarial.
CONSUMO
Mucho más reciente, salido del horno el pasado lunes, destaca el informe “Consumidores del Futuro 2020”, de Unilever y Sainsbury’s con el apoyo de “Forum for the Future”. El documento prevé un cambio cualitativo en aras a una mayor sostenibilidad de aquí a 2020, además de anticipar varios escenarios posibles que pueden llegar a protagonizar la relación entre los consumidores y la sostenibilidad de los bienes y servicios.
El documento recuerda que el mundo se enfrenta a desafíos sin precedentes, tales como la aceleración del cambio climático, la pérdida de la biodiversidad, el aumento de las desigualdades sociales, el crecimiento acelerado de la población y la creciente demanda de agua y productos básicos. Se debe, por tanto, adaptar las sociedades y economías a modelos sostenibles de consumo tan pronto como sea posible.
«La sostenibilidad seguirá escalando posiciones en los próximos años, por lo que es clave que las marcas se aseguren de que puedan responder a la demanda del consumidor», ha afirmado Justin King, director ejecutivo de Sainsbury.
En la actualidad, sin embargo, son muchos los consumidores que todavía no pueden acceder a la información adecuada que les permita tomar decisiones verdaderamente sostenibles.
OBSTÁCULOS
Más allá de las conclusiones aportadas por el informe, la falta de confianza de los consumidores es otro obstáculo, Es importante resaltar que la falta de confianza no significa falta de interés. La crisis económica y el desgaste medioambiental que sufre el planeta han abierto un momento de reflexión donde los consumidores están redefiniendo lo que verdaderamente importa y las compras se están evaluando en la base de los valores y la sostenibilidad, hasta tal punto, que la forma de capear el temporal económico está siendo para muchas compañías poner el acento en las cuestiones sociales, ambientales y de buena gobernanza que tanto se habían descuidado durante los despiadados años de la bonanza económica. Según los resultados de una encuesta de BBMG, las empresas que más confianza inspiran a los consumidores, y cuya imagen está más asociada con los términos de ecología y sostenibilidad, son multinacionales de consumo, orientadas a los productos de higiene y cuidado personal como Jhonson&Jhonson y Procter&Gamble, mientras que las empresas que más recelo despiertan ecológicamente hablando son, entre otras, petroleras como Shell, compañías de automoción como General Motors o establecimientos de comida rápida como McDonald`s.
La publicidad es un arma de doble sentido a este respecto. Ciertamente, muchas campañas publicitarias pecan de exageración u omisión a la hora de cantar las alabanzas medioambientales de sus productos. En ocasiones se oculta información sobre la compensación de impactos o se recurre a la ambigüedad e imprecisión. También son muy habituales los casos de productos que airean sus ventajas frente a la competencia en impactos ambientales que pueden resultar nimios en comparación con otros asuntos, por ejemplo los pesticidas que declaran ser de fabricación respetuosa, aunque la mayor forma de reducir el impacto ambiental es minimizar el uso de esos mismos pesticidas.
Así pues, los esfuerzos en la búsqueda de una mayor sostenibilidad en el sector del consumo han de proseguir. Organismos como el Instituto Ethos aseguran que para alcanzar la visión de una economía inclusiva, verde y responsable, será necesario desarrollar un conjunto de acciones que formarán parte de una amplia agenda nacional y suprapartidaria. “Esa agenda deberá elaborarse en un abarcador proceso de movilización social que involucre las principales fuerzas de cambio, con influencia en las políticas y mecanismos de mercado que van a sustentar y orientar los procesos económicos”.
Fuente: Icnr.es
Por: Beatriz Lorenzo.
Publicada: 14 de octubre de 2011.