Si bien las propuestas para abolir la tenencia responden a obvios objetivos populistas, es erróneo afirmar que le tenencia es un impuesto justo o que es un impuesto “verde”.
Es cierto que al comprar un auto, no sólo pensamos en el precio si no también en sus servicios, refacciones y tenencias.
Sin embargo, la tenencia no determina la compra o no de un automóvil: si una persona realmente necesita un coche lo va a comprar, y en ese caso la tenencia no induce a comprar un vehículo más ecológico.
Al contrario, al encarecer la posesión del coche, hace que busquemos aquellos autos que nos representen un costo menor, comprando coches poco eficientes o usados, que no cumplen con las normas adecuadas de eficiencia energética.
Un impuesto verde debe representar la internalización de las externalidades negativas que provoca un producto, es decir: 1) que debe traducir en términos económicos el costo ambiental de la contaminación, 2) que debe ser pagado por todos los agentes económicos que intervienen en la fabricación, distribución y compra del producto; y 3) que estos agentes deben de estar concientes de porqué están pagando ese impuesto.
El Universal, “Opinión”, Opinión, p. 22, lunes 02 de marzo de 2009