De acuerdo a cifras de la Organización Mundial de la Salud, desde 1980 hasta hoy, los índices de obesidad se han duplicado. La tendencia a devorar la comida rápida en lugar de tomarse el tiempo para cocinar y comer una comida más completa y saludable va en aumento.
Los alimentos que se ingieren fácilmente, cuyo proceso al masticar no requiere mucho esfuerzo, se prestan a veces para consumirlos en exceso. Se sabe que masticar los alimentos varias veces reduce la ingesta de comida.
Observando esta creciente epidemia de obesidad, un equipo de investigadores se dio a la tarea de comprobar su hipótesis de si la textura de los alimentos está relacionada con la obesidad, y si el cambio de ésta, podría hacer la diferencia.
El estudio se hizo durante 2 días, con la colaboración de 50 personas alrededor de los veintes, que gozaban de un estado de salud bueno, la investigación consistía en proporcionarles por tiempos, alimentos con distintas texturas, suaves y duras; hamburguesas, verduras crudas y hervidas, arroz, pan suave y pan duro, fideos y pollo.
Los investigadores pudieron comprobar, que cuando los participantes comían los alimentos más duros de masticar, consumieron cerca de 90 calorías menos en promedio, equivalente al 13% menos en comparación a la comida más suave.
De acuerdo a los resultados publicados en PLoS ONE, los autores concluyen que pequeños cambios en la textura de los alimentos, agregando algunos que requieren más tiempo para masticar, pueden llevar a la gente a consumir menos calorías a largo plazo, y esto puede apoyar a la pérdida de peso. Se puede comer menos poniendo mayor esfuerzo.