A sus 124 años de edad, la Torre Eiffel no es sólo el ícono parisino por excelencia, sino también un símbolo de belleza arquitectónica y (con sus 7.1 millones de visitantes al año), probablemente uno de los monumentos más contaminantes del mundo, pues está muy lejos de cumplir con los estándares mínimos de seguridad y eficiencia energética.
Sin embargo, este último calificativo no durará mucho tiempo más, ya que para el 2014, la también llamada “Dama de hierro” se convertirá en un ejemplo de que la belleza sí puede ser amiga de la sustentabilidad. La meta es renovarse para reducir un 30% sus emisiones contaminantes, lo que además de sonar a una gran idea, es un trabajo más que necesario.
Desde 2008, la SETE, empresa encargada de la administración de la torre, ha intentado pequeñas acciones para hacer de éste destino turístico algo más sustentable, imprimiendo los boletos en papel reciclado y reduciendo casi en un 50% el tiempo y cantidad de luces encendidas al día.
Ahora, de la mano de la firma Moatti at Revière Architecture, la gigantesca pieza arquitectónica se someterá a una pequeña cirugía reconstructiva que la hará más atractiva para los turistas, pero también mucho más sustentable.
El arquitecto Alain Moatti, ha incluido en el proyecto de 25 millones de euros, sistemas de autogeneración eléctrica, turbinas eólicas, cuatro paneles solares capaces de producir hasta 8 000 kilovaltios de energía al año para alimentar el primer piso de la torre, iluminación LED, sistemas de almacenamiento y reutilización de aguas pluviales.
Esta renovación facilitará también el acceso de personas con discapacidad, lo que representa un avance significativo, ya que hasta ahora se conservaban los pabellones y espacios contemplados en el diseño original de 1980, mismos que no se adaptan a todos los visitantes.
La primera planta de la torre actualmente solo recibe a la mitad de los turistas que visitan en histórico monumento de más de 500 mil millones de dólares, por lo que además de los elementos sustentables, ésta renovación incluye aspectos que buscan hacerla más atractiva para los turistas, como un pabellón de comida rápida, restaurante, sala de conferencias, un camino museográfico y hasta un piso transparente para ofrecer a los visitantes la sensación de estar flotando a 54 metros sobre suelo parisino y desde donde podrá verse la estructura que sujeta la torre y que hasta ahora ha permanecido oculta.
Con todos estos cambios, la Torre Eiffel se adaptará al mundo moderno no sólo por volverse mucho más atractiva, sino también por unirse a la sustentabilidad, una tendencia que la dama de hierro respalda ahora con sus 124 años de historia.