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Construir un futuro sostenible es una responsabilidad conjunta. No hay actores pequeños, todos tenemos un papel crucial.
Sharan Burrow, secretaria general de la Confederación Sindical Internacional y copresidente de la reunión anual del Foro Económico Mundial de Davos, Suiza, reflexiona al respecto en un artículo publicado por Expansión. Conoce su opinión, transcribimos a continuación.
Opinión: La vía hacia un futuro sostenible pasa por el patio trasero de todos
Sharan Burrow
En 1764, el tejedor británico James Heargreaves inventó la hiladora giratoria, una máquina mecánica que permitió que una persona hiciera el trabajo de ocho en una fábrica textil. Las innovaciones industriales como esta transformaron lo que hasta entonces había sido una fuerza laboral rural: en la nueva fuerza laboral industrial había niños que usualmente soportaban condiciones laborales terribles.
En 1833, tras casi 70 años de inestabilidad económica y social, el Parlamento británico prohibió que los niños menores de nueve años trabajaran. En otras palabras, al gobierno le llevó toda una vida actualizarse ante las consecuencias sociales más inhumanas de la industrialización.
Así como la problemática de la Revolución Industrial provocó a final de cuentas que los nuevos estándares laborales se reflejaran en una mano de obra transformada, debemos moldear consciente y concienzudamente la nueva economía baja en emisiones de carbono a través del diálogo entre gobiernos, empresas y trabajadores. Los gobiernos también deberían dar apoyo firme a los empleados desplazados, a las comunidades afectadas y a los hogares de bajos ingresos. Esto garantizará una transición justa a un mundo de energías renovables.
Esta semana, las empresas, los sindicatos y la sociedad civil se reúnen en Davos, Suiza, en el Foro Económico Mundial, para buscar«la creación de un futuro compartido en un mundo fracturado». Al igual que los líderes de la Revolución Industrial, pueden determinar cómo tendrán lugar los cambios y suavizar sus efectos.
¿Cómo pueden hacer que la economía baja en emisiones de carbono fomente la inclusión social? ¿Cómo pueden ayudar a que las comunidades eviten las desventajas sociales de la transformación económica vertiginosa? ¿Cómo pueden al mismo tiempo garantizar que los cambios se den con la suficiente rapidez como para cumplir el objetivo de París de limitar el aumento de la temperatura mundial a menos de dos grados Celsius?
No exagero al decir que ahora estamos viviendo una revolución tecnológica tan transformadora y disruptiva para el trabajo y la vida de la gente como lo fue la Revolución Industrial hace más de 200 años. En 2016, la cantidad de empleos en la industria del carbón en Estados Unidos cayó a menos de 50 000, mientras que en las industrias solar y eólica esa cifra se multiplicó casi 10 veces.
Estas tendencias son persistentes y mundiales debido a que, desde 2010, el costo de los nuevos sistemas fotovoltaicos solares (que se usan para suministrar energía solar) ha caído en un 70%, el de los eólicos en un 25% y el de las baterías, en un 40%. En todo el mundo, las empresas de energías renovables emplearon a 9.8 millones de personas en 2016.
Esta clase de pruebas indica que el avance hacia la economía baja en emisiones de carbono es bueno para la sociedad en general si beneficia tanto a la economía como al medio ambiente. En todo el mundo, la contaminación se relacionó en 2015 con alrededor de nueve millones de muertes prematuras, según la Comisión sobre Contaminación y Salud de The Lancet. Los esfuerzos para reducir las emisiones ya están teniendo efectos en la salud y en la economía: en Estados Unidos, las inversiones en control de contaminantes han dado rendimientos de 200,000 millones de dólares al año desde 1980.
Pero dependiendo de tu posición, estos cambios pueden parecer más una amenaza que una oportunidad. La convergencia de la ambición empresarial en la industria del carbón, las energías renovables alternas cada vez más competitivas en cuanto a costos y la respuesta mundial al cambio climático tiene un efecto palpable y personal en las comunidades carboneras.
No podemos esperar toda una vida a que los empleos en el sector de la energía renovable tengan salarios justos, ni podemos ver cómo los padres y los abuelos pierden un empleo seguro y se quedan sin pensión mientras las comunidades mueren por falta de empleo para las generaciones más jóvenes. No obstante, es completamente posible diversificar las economías locales para que dejen de depender del carbón, al tiempo que se brinda asistencia estratégica y protección social.
Aunque las tensiones están en un punto álgido, la tradición del diálogo social promete una transición justa. En Port Augusta, Australia, por ejemplo, los trabajadores y los sindicatos de una agonizante estación termoeléctrica de carbón negociaron con éxitola construcción de una planta termoeléctrica solar en el sitio. El plan era dejar que los empleados transfirieran sus conocimientos a un trabajo más limpio y más viable para que la comunidad siguiera siendo un centro generador de energía.
No son los únicos. Otros países están adoptando políticas de transición justa. Cuando China retrasó o canceló las operaciones en 151 plantas termoeléctricas de carbón, también creó un fondo de 15,000 millones de dólares para capacitar, reubicar y otorgar jubilaciones anticipadas a entre cinco y seis millones de personas que de otra forma se habrían quedado sin trabajo por la sobreproducción de carbón.
En la provincia canadiense de Alberta, el gobierno implementó un plan integral de transición justa para los trabajadores y las comunidades, desarrollado a través de un diálogo con ellos. Además, mientras Alemania lidia con las energías generadas con carbón y los objetivos climáticos, el gobierno sabe que tiene que proponer planes y otorgar recursos para el redesarrollo de las regiones y para respaldar los esquemas de retiro anticipado de los empleados, al tiempo que comparte los costos de la reforma con la industria.
Si queremos evitar el aumento peligroso de la temperatura, todos los gobiernos tienen que adoptar las innovaciones que nos permitirán acelerar la acción para el clima y la transformación hacia una economía baja en emisiones de carbono. Pero la esperanza de un futuro seguro para las familias y las comunidades trabajadoras exige el compromiso de no pasar por alto a trabajadores ni a comunidades. La vía hacia un futuro sostenible pasa por el patio trasero de todos.
Así como es nuestra responsabilidad combatir el cambio climático, también es nuestra responsabilidad garantizar que todos tengan un futuro sostenible.