Más allá de los acuerdos mundiales sobre emisiones de CO2, las empresas necesitan engancharse a la ola sustentable, y en México ya muchas lo están haciendo. PODER presenta una buena muestra
Bueno es ser lo que se quiere parecer. Un refrán que por poco conocido no deja de ser real Y que se aplica como anillo al dedo a las aquí llamadas «empresas verdes». Si bien es cierto que el compromiso de estas firmas con el cuidado del medio ambiente es cada día más palpable en nuestro país, siguen siendo relativamente pocas las compañías que se animan a dar el salto y ofrecer información cuantitativa sobre sus esfuerzos por contribuir al desarrollo de una economía sustentable. Por cuarto año consecutivo, PODER sondeó a los grandes consorcios del país en busca de la «savia» que corre por sus venas, y aunque la respuesta fue muy superior a la de años anteriores, sigue siendo insuficiente para tener un cuadro real sobre las prácticas de sustentabilidad del empresariado mexicano.
Como el año anterior, y con base en los resultados de su encuesta PODER seleccionó a 30 compañías que no sólo cumplen con los requisitos básicos para ser llamadas «verdes», sino que están en capacidad de demostrarlo de manera consistente y sistemática. Aclarando, eso sí, que la palabra «verde» se refiere en este caso a los logros alcanzados por los participantes en materia de cuidado del medio ambiente y la ecoeficiencia en sus operaciones, que constituyen apenas uno de los tres pilares que de acuerdo con todos los expertos dan forma al desarrollo sustentable, junto con la rentablidad económica y el desarrollo y la inclusión humanos.
Todas las empresas incluidas han hecho grandes avances en materia de innovación de procesos, productos y servicios, encaminados a buscar en primer lugar la disminución de su impacto en el ambiente y, como consecuencia encontrar la ecoefíciencia de sus procesos de fabricación, sin que ello afecte para nada su fin último: la satisfacción de sus clientes y la rentabilidad de sus socios. Ya la idea de que la implantación de procesos amigables con el ambiente podría afectar la productividad de las empresas ha pasado a un segundo plano.
Tras la huella de Kioto
Desde la firma del Protocolo de Kioto en el marco de la Convención de Naciones Unidas sobre Cambio Climático en 1997, y el «Pacto Mundial» acordado en enero de 1999 – en el marco del Foro Económico Mundial- entre ese organismo internacional y algunas de las principales corporaciones empresariales y de negocios del mundo, tanto los países como las grandes empresas adherentes han debido implementar programas dentro de sus organizaciones para mitigar los efectos de su actividad industrial o comercial hacia el ambiente.
Según Claudia Herreramoro, vicepresidenta de comunicación de Procter & Gamble en México, compañías como la suya tienen cada vez más claro sobre su papel en el cuidado ambiental. Para ello se encuentran desarrollando nuevos procesos y productos encaminados al mejor reuso de sus insumos, con el objetivo de que por cada nuevo producto puesto en el mercado se mida y verifique su impacto en el entorno.
Cada año una buena cantidad de empresas deben realizar inversiones – aveces muy cuantiosas – para desarrollar e innovar procesos y productos que les permitan alcanzar la ecoeficiencia dentro y fuera de sus instalaciones. De
hecho las inversiones anuales en implementación de programas tecnologías capacitación y nuevos procesos para la mitigación de sus emisiones y cuidado del medio ambiente de las empresas que respondieron la encuesta de PODER sumaron el año pasado 4 724 millones de pesos 47% más que en el año 2011.
Por supuesto el esfuerzo hada adentro que realizan las compañías es de gran importancia para la mitigación de emisiones al ambiente pero junto con ello el compromiso ha ido involucrando a las firmas que componen la línea de proveeduría Para Arnulfo Verlanga gerente de medio ambiente de General Motors uno de los principales objetivos de la industria automotriz es trabajar en la promoción de mejores prácticas ambientales dentro de la
cadena de valor de la industria.
Un ejemplo sencillo pero claro en este sentido es el trabajo que también viene haciendo PepsiCo en México. Al integrar desde la base de su proveeduría prácticas de cuidado ambiental, señala Palmira Camargo, directora de comunicación estratégica y ciudadanía corporativa de PepsiCo México, «todala cadena de proveeduría dela compañía se encuentra alineada a los esfuerzos del cuidado del medio ambiente, empezando por la siembra de papa, en donde se llevan a cabo prácticas de agricultura sustentable mediante la implementación de tecnologías para la reducción de consumo de agua».
El dilema de las mediciones
Uno de los protocolos más aceptados a nivel global para evaluar los avances de las empresas en materia de sustentabilidad, es el Global Reporting Iniciative GRI el cual no sólo se enfoca a las actividades de las empresas en materia de cuidado ambiental, sino que además se concentra en los cambios organizacionales, administrativos, de generación de innovación y el entendimiento de los mercados que este programa implica», explica Daniel Aguiñaga socio líder de gobierno corporativo y sustentabilidad de la consultora Deloitte México.
Paradójicamente, es en la medición del impacto ambiental donde se han encontrado algunos de los mayores escollos para evaluarlos resultados del Pacto Mundial. Según Santiago Reyes, director del Centro Idearse de la Universidad Anáhuac Norte, uno de los principales dilemas al que se han enfrentando gobiernos empresas organismos e instituciones internacionales en todo el mundo es cómo medir y cuantificar las emisiones de CO2y
de gases de efecto invernadero GEI para hacerlos comparables y con ello verificar de manera específica las emisiones por industria sector país y región.
De hecho, según reyes, no ha sido fácil «poder determinar los factores que componen la medición de las emisiones; no obstante, ya se trabaja en la elaboración de metodologías para medir la huella hídrica, de biodiversidad, forestal y ecológica, que forman parte de los grandes retos a los que se enfrentaran gobiernos y empresas en el futuro próximo».
Los expertos coinciden en que es necesario tener una sola vara para medir el desempeño de entidade públicas y privadas. Para las empresas multinacionales que operan en más de un país, por ejemplo, las exigencias para la reducción de emisiones de GEI no son homogéneas, lo que duplica la complejidad a la hora de evaluar sus propias emisiones en forma conjunta, puesto que deben adecuarse a la legislación local de cada nación.
Si bien en lo general las compañías poseen esquemas y lineamientos que pueden ser replicables en diversas partes del mundo, en lo particular se debe responder a diferentes necesidades y condiciones de reducción de emisiones, debido a las condiciones de desarrollo económico y climáticas de cada región o país. De hecho, no todos miden sus emisiones bajo las mismas condiciones, debido a que existen diferentes niveles de exigencia dependiendo del grado de desarrollo económico, así como la intensidad en el uso de insumos energéticos y demanda de recursos naturales por parte de las empresas.
Para nadie es un secreto que en la Unión Europea las reglas y legislaciones para el cuidado ambiental son más estrictas que en otras partes del mundo, principalmente en los países en desarrollo, y que eso tiene sus consecuencias. De acuerdo con el reporte de Emisiones 2012 de la Agencia Internacional de Energía (IAE), los países que componen la unión europea reportaron durante 2010 los registros más bajos en todo el planeta por consumo de combustibles fósiles, al registrar 3,660 millones de toneladas de bióxido de carbono o CO2, mientras que Norteamérica lanzó emisiones por 5,905 millones de toneladas, en tanto que Asia y Oceanía generaron 1,557 millones.
Por países, China fue el que reportó el mayor volumen de contaminación, con 7,258 millones de toneladas de CO2, seguida de Estados Unidos con 5,369 millones, mientas que Rusia y la India produjeron 1,581 y 1,626 millones de toneladas por consumo de combustibles fósiles respectivamente. Ahora bien, como es evidente que el volumen de emisiones de bióxido de carbono y GEI, a raíz de la crisis financiera de 2008 se observó un descenso de las emisiones en todo el planeta.
De acuerdo con cifras de la IEA, los edificios comerciales residenciales y públicos, consumen entre 30 y 40% del total de la energía utilizada a escala mundial, y son responsables de entre el 25 y 35% del CO2 emitido en todo el orbe. En cuanto a sectores productivos, según la agencia internacional, la industria de la construcción es una de las que más contaminación generan a la atmósfera. Por eso es una de las que más atraen la atención de los defensores del medio ambiente. En particular la industria cementera. Y México, no es la excepción.
Vicente Saiso, responsable de sustentabilidad de CEMEX, revela que la cementera ha realizado inversiones por 150 millones de dólares en los últimos cinco años «para la implementación de tecnolgías limpias, así como para la sustitución de insumos, utilizando desperdicios de otras industrias como combustibles, con la finalidad de disminuir su impacto al medio ambiente.
En México, el ramo cementero generó durante 2010, poco más de 20,000 toneladas de CO2, 7.1% más que en 2005. Una de las razones por las cuales esta industria es considerada como una de las más contaminantes es que sus procesos de producción demandan altas cantidades de combustibles para los hornos que deben trabajar a temperaturas superiores a los 1,500 grados centígrados. «Debido a ello ya se trabaja en productos que tengan mayor absorción térmica, lo que permitirá que las construcciones futuras disminuyan su demanda energética», dice Saiso.
Retos del futuro
Varios serán los desafíos que deberán enfrentar los países y las empresas en os próximos años. En 2020 entran en vigor las disposiciones legales acordadas en enero de 2012 en el marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático celebrado en Durban, Sudáfrica, por las que se obligará a uno de los países a disminuir sus emisiones de GEI. Por lo pronto, uno de los principales retos será la adecuación y revisión de los objetivos establecidos en el Protocolo de Kyoto. De acuerdo con diversos especialistas, los objetivos de reducción de emisiones de CO2 no se cumplieron en la primera etapa, establecida para el año 2010: en sólo 10 años, las emisiones de CO2 por consumo de energías fósiles se incrementaron 28.8% en el mundo
Es bien conocida la negativa de Estados Unidos, China e India de adherirse a dicho pacto, y hoy día países como Canadá – uno de los primeros en firmarlo – se han deslindado de su compromiso aduciendo que debido a su desarrollo económico sería difícil mantener los niveles de emisiones a los que se había comprometido. A ello se suma el crecimiento de las economías de los países emergentes, que presionará el incremento a escala planetaria de las emisiones de CO2 y GEI. Estas naciones tuvieron un aumento promedio de emisiones mayor a 35% entre el año 2000 y 2010. Con la crisis europea, además, países como Grecia, España y Portugal podrían demandar su derecho a retomar el crecimiento, poniendo de por medio sus compromisos de reducción de emisiones.
Aún así, según los entrevistados, las empresas deberán entender los comportamientos de consumo y, con base en ello generar innovaciones y productos que respondan a los distintos tipos de demanda, integrando a toda la cadena productiva a la tendencia cada vez mayor hacia la sustentabilidad.
«La capacitación y el entrenamiento del personal, proveedores y colaboradores, y el involucramiento del consejo de administración será fundamental para poder establecer programas y políticas de sustentabilidad en las empresas», dice Daniel Aguiñaga, de Deloitte.
En México, el cambio climático se ha avanzado con la puesta en marcha de la Ley de Cambio Climático que entro en vigor en 2012, y que tiene como principales ejes la mitigación y adaptación de todos los actores de la sociedad al desarrollo sustentable. Por otra parte, la Comisión de Estudios del Sector Privado para el Desarrollo Sustentable (Cespedes) y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), pusieron en marcha desde hace dos años el programa GEI México, mediante el cual se busca monitorear y medir las emisiones por parte del sector privado. En este programa, por cierto, apenas han participado poco más de 90 empresas, incluidas distintas plantas. Pero hay consenso en que éste es un esfuerzo que en un futuro próximo podría ser un referente para medir la disminución de emisiones de las compañías bajo el cumplimiento de sus compromisos de mitigación.
Según Reyes, los protocolos y metodología del GRI, están a punto de evolucionar de su versión 3.1 y la versión 4.0, y las empresas que acceden a aplicar dicho programa no necesariamente tienen que cumplir con todos sus requerimientos. «En el corto plazo -afirma-, uno de los más grandes retos para las empresas será cuantificar el impacto real del cambio climático en sus organizaciones, como afectaría su cadena de distribución y de suministro, así como sus mercados principales». Y actuar en consecuencia, porque el proceso se ha vuelto irreversible, tanto por tendencia, como por necesidad.
Revista Poder
Edición Número 06
FANTÁSTICO SU LABOR A FAVOR DEL AMBIENTE PERO HAN CONSIDERADO ALGO TAN SENCILLO POR HACER EN LAS EMPRESAS, COMO EL PLANTAR ÁRBOLES, QUE EN SUS JARDINES SE UTILICEN PRODUCTOS ORGÁNICOS EN LA FERTILIZACIÓN. VENTAJAS NO CONTAMINAR LOS MANTOS FREÁTICOS Y POZOS DE AGUA CERCANOS CON FERTILIZANTES QUÍMICOS Y EL MEDIO AMBIENTE, RECICLAR LOS DESECHOS OGÁNICOS DE LOS COMEDORES EN LA ALIMENTACIÓN DE LA LOMBRIZ ROJA CALIFORNIA, ASI COMO EL RECICLADO DE PAPEL DE OFICINA Y PRODUCIR EL HUMUS PARA SUS JARDINES Y PROMOVER EL USO DE ESTE ABONO ENTRE SUS EMPLEADOS Y VENDERSELOS A UN COSTO QUE PERMITA SEA SUSTENTABLE SU PRODUCCIÓN.GRACIAS.
hola mi nombre es Jesus Colunga Balderas tengo una idea de negocio verde quiero registrarla en el
IMPI para poderla patentar pero me ponen muchas trabas yo quiero ayudar al madio ambiente con
mi idea que tengo y generar empleos e invitar a socios
saludos cordiales