La amistad con el medio ambiente ha resultado altamente rentable para la industria. Cada vez más instituciones educativas reorientan su oferta para formar profesionales especializados en las necesidades de sustentabilidad que demandan las empresas.
¿Ha escuchado sobre la Universidad de PASA? Si usted es empleado de Promotora Ambiental S.A. seguramente si, e incluso está cursando una de sus carreras en Manejo de Residuos o en Diseño Sanitario.
Esta empresa regiomontana dedicada a recolección y disposición de desechos diseñó este singular modelo de capacitación que le permite entrenar a sus empleados en procesos especializados que la misma compañía ha desarrollado y perfeccionado a lo largo de sus 20 años de existencia.
PASA colecta desechos municipales e industriales. Además, ofrece los servicios de transportación y confinamiento de rellenos sanitarios. «Mis amigos, que bromeaban diciéndome ‘pepenador’, ahora reconocen que no estaba tan errado», cuenta Eugenio Garza Santos, fundador de la empresa, que ahora incluso cotiza en la Bolsa Mexicana de Valores.
«Con la Universidad de PASA cubrimos necesidades de capacitación para la operación, pero también tenemos carreras de liderazgo, finanzas o motivación que son herramientas necesarias para el éxito de la empresa», explica Juan Carlos Palacios, director de Recursos Humanos de la firma.
Sus carreras duran entre 12 y 15 meses. La aprobación de cada modulo está, supeditada a acreditar el examen de conocimientos correspondiente a cada materia; las asignaturas de seguridad y medio ambiente son obligatorias para los 300 empleados actualmente inscritos en alguno de los programas.
La sustentabilidad se puso de moda en 2002. Al menos como concepto, luego de que Koïchiro Matsuura, director de la UNESCO, dijera que se requería una visión educativa «interdisciplinaria y holística» para consolidar habilidades en «desarrollo sustentable» que el futuro demandaría. El futuro ya llegó.
La tendencia verde se ha introducido en los planes de estudios con carreras como Ciencias Ambientales o Ingeniería Ambiental, que se han popularizado en las universidades del país.
Incluso nuevas ofertas, como es el caso de la de Ingeniería Química en Procesos Ambientales, son una alternativa que comenzó a promover el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM) en los últimos cinco años.
Las Ciencias Ambientales se ubican entre las licenciaturas cuya demanda se incrementa en 20% cada año, junto con Diseño Textil, Relaciones Públicas y Tecnología de los Alimentos, según datos del Observatorio Laboral.
«El sector productivo debe identificar la oferta de nuevos profesionistas que tienen un perfil más especializado, porque quizá están pidiendo a un ingeniero eléctrico cuando necesitan a un ingeniero ambiental», explica Óscar Ortiz, sub coordinador general del Servicio Nacional de Empleo.
Incluso dentro de la Ingeniería Ambiental hay grados de especialización. La Ecología Industrial, por ejemplo, propone que las empresas se conecten a través de sus residuos; es decir, crear un sistema que cierre el ciclo de la materia prima para que haya cero desechos, de modo que los residuos de una compañía sean insumos para otra.
«Por su naturaleza, las empresas no cooperan entre sí, sino que compiten, pero la Ecología Industrial nació con objetivos meramente económicos, porque es más barato comprar residuos que materia prima», explica Gemma Cervantes, Coordinadora del Grupo de Investigaciones de Ecología Industria en el Instituto Politécnico Nacional (lPN).
Con experiencias en Tampico y en Lerma, así como una naciente Red Mexicana de Ecología Industrial, esta disciplina que se imparte como asignatura en los programas de estudios, es una herramienta fundamental en la planeación de parques ecoindustriales.
En México, la certificación Industria Limpia ha sido motor para que las empresas busquen que sus procesos sean más eficientes y eco amigables, al tiempo que obtienen ahorros financieros, pues la iniciativa privada ya se convenció de que la sustentabilidad también es negocio.
El Inegi estima que existen 10,288 empresas grandes operando en el país. De acuerdo con la Procuraduría Federal de Protección al Medio Ambiente (Profepa), hay 2,523 compañías que mantienen vigente su acreditación ambiental. En los últimos 10 años, el número de empresas certificadas ha crecido 150%, pues cada año, en promedio, 200 firmas se suman al listado de industrias que han aprobado esta auditoría.
Sin embargo, la academia y la actividad práctica siguen divorciadas. «En México, hemos desarrollado la oferta con mayor énfasis académica, pero con muy poca relación con el sector productivo», explica Patricia Moreno, investigadora del Instituto de Ecología con sede en Xalapa, Veracruz.
El Politécnico Nacional se percató de ese divorcio y en 1996 abrió su Ingeniería Ambiental. Actualmente, estrena una maestría virtual en Gestión y Auditorías Ambientales dirigida a profesionistas en activo que trabajan sobre retos de sustentabilidad; en este programa, la tesis del alumno debe estar supervisada por algún directivo que en su empresa cuente con grado de maestría. Es una forma de garantizar la puesta en marcha de los conocimientos adquiridos y la utilidad de las investigaciones propuestas.
Más aún, ante la necesidad de opciones de capacitación, en otras ciudades del país, que además estén vinculados con soluciones industriales, en 2008 un grupo de emprendedores fundó la Universidad del Medio Ambiente (UMA), en Valle de Bravo. A la fecha tienen 50 egresados de su Diplomado en Sustentabilidad y este año abrieron su oferta de maestrías.
«Esta universidad surgió de la frustración de ver que quienes nos acercábamos para resolver la contaminación en el lago de Valle de Bravo, lo hacíamos de manera amateur, porque no había profesionales en el tema, solamente ciudadanos bien intencionados», cuenta Federico Llamas, director de esa casa de estudios en el Estado de México.
El Tecnológico de Monterrey es otra de las instituciones que detectó esa necesidad desde hace años. Constantemente realizan mediciones para conocer las tendencias del mercado laboral, tanto con encuestas a sus egresados como con los empleadores. «Hacemos una entrevista muy profunda con los directores de Recursos Humanos para conocer las competencias y las habilidades que les hacen falta, ya sea para mejorar las carreras que tenemos o para abrir nuevas», comenta Carlos Mijares, vicerrector académico del Tec de Monterrey.
Explica que a diferencia de las licenciaturas en estas materias, la formación en ingeniería ofrece a la industria profesionales capacitados para diseñar equipos, sistemas y plantas productivas, sin perder de vista las consideraciones ambientales y la viabilidad. Mijares es ingeniero químico, por eso comenta que este tipo de carreras se eligen por vocación, pero también porque tienen un mercado profesional.
«Ninguna compañía puede darse el lujo de carecer de altos estándares ambientales», dice Carlos Gómez, vicepresidente Nacional de Ecología de la Cámara Nacional de la Industria de Transformación (Canacintra). Convencido de que los empresarios han buscado inocular la sustentabilidad en su DNA, lanza: «Ya no hay vuelta arras».
El Observatorio Laboral estima que un recién egresado de Ingeniería Ambiental puede aspirar a remuneraciones mensuales de 12,000 pesos, salario muy por encima del ingreso promedio en el país.
Mientras mayor sea su capacitación y experiencia, anota la institución encargada de registrar las tendencias de oferta y demanda en el mercado laboral, un profesional de estas disciplinas puede acceder a ofertas salariales de 40,000 pesos por mes o estrenarse como empresario que ofrezca proveeduría en manejo de residuos o tratamiento de agua.
«La industria está interesada en la eficiencia energética, en la medición de los gases invernadero y en qué hacer para prepararnos contra el cambio climático», dice Gómez. «Más allá de meras acciones de mitigación, estamos enfocados en alternativas de adaptación», concluye el especialista.
Fuente: Manufactura, p. 24-29.
Por: Delia Angélica Ortíz.
Publicada: Julio 2011.