El capitalismo es un sistema económico en el que el gobierno desempeña un papel secundario, y un grupo cada vez más reducido de personas obtiene el beneficio de las decisiones económicas y comerciales, ¿has escuchado el refrán de que el capitalismo debería funcionar para todos? Sin embargo, el capitalismo no ha funcionado para todos.
Aquellos que trabajan en Justicia, Equidad, Diversidad e Inclusión (JEDI) hemos estado diciendo esto durante mucho tiempo. Pero parte del mundo ha seguido haciendo la vista gorda y sorda a las desigualdades que existen en todo el mundo, todo esto lleva a utilizar expresiones como:
- Estaba aislado
- Eran esas personas
- Era ese barrio
- Fue su culpa
- Todos tuvimos las mismas oportunidades, ¿verdad?
Hasta que un virus comenzó a robar las vidas de los pobres y los ricos, docentes y doctores, inquilinos y propietarios de viviendas, presos y primeros ministros. Cualquier raza, cualquier edad, ni siquiera el excepcionalismo estadounidense podría salvarnos. Hermanos, hermanas, niños, padres y parejas siguen siendo, infectados, y muchos han muerto.
En los últimos seis meses, B Lab y las referencias a la comunidad de B Corp que redefinieron el capitalismo se han elevado a nuevas alturas. Hoy nos encontramos en medio de una pandemia global, las empresas se han detenido durante la noche, y el Dow Jones tuvo su mayor caída de puntos. Es un hecho conocido que los desastres afectan desproporcionadamente a los pobres, a las personas con discapacidades físicas o mentales, a los individuos no alojados, a los negros, a los transexuales, a los pueblos indígenas, a las personas afectadas por el sistema y a todas las intersecciones de personas con exclusión social. Y si esto no es un desastre, ¿qué es? La evidencia nos muestra que COVID-19 no será diferente … pero esta vez, hay B Corps.
Como todas las empresas, la comunidad de B Corp en todo el mundo se ha visto muy afectada, pero hay un lado positivo. Por primera vez en este siglo, quizás alguna vez, tenemos la oportunidad sin precedentes de presionar el botón de reinicio, rediseñar y reconstruir una nueva versión del capitalismo. Pero esta vez, la balanza habrá cambiado para que más de nosotros estemos equipados con algo que no compartíamos antes: empatía. Creo que eso es lo que faltaba. Siempre fue el problema de otra persona.
Nos faltaba empatía y la capacidad de comprender o sentir lo que otra persona estaba experimentando dentro de su marco de referencia, es decir, la capacidad de colocarse en la posición de otra persona.
El papel del amor en los negocios, durante y después de la pandemia de COVID-19
B Corps está en condiciones de cambiar el mundo, de rehacer realmente el capitalismo para que funcione para todos. Cada desafío es una oportunidad para cumplir la misión en B Lab: redefinir el éxito en los negocios. A nivel mundial, están trabajando para continuar la conversación para abordar los factores más importantes que han impactado a las personas, y una cosa que permanece estable, consistente y muy venerada es el amor. ¿Cómo podemos poner el amor en el centro de todo lo que hacemos?
Después de leer historias con titulares en torno a COVID-19 que describían la pandemia como la tormenta perfecta para los afroamericanos, Latinx folx tiene el doble de probabilidades que White folx de perder su trabajo durante una pandemia, disparidades de atención médica trans, o el último arte capitalista de cobrando a los pasajeros para que se actualicen a un asiento de distancia social, como si alguien con menos ingresos disponibles no mereciera la seguridad del espacio.
COVID-19 también ha destacado tantas historias de amabilidad, empatía y amor, no solo de la comunidad B Corp sino de la humanidad. Con este impulso se buscan nuevas formas para poner a las personas primero. Todo se reduce a la gente, es decir que, si son capaces de aprender a poner a las personas primero, se podrán romper los cimientos de mala calidad sobre los que se construyó el capitalismo.
La empatía y el amor requieren que veamos a TODOS como esenciales
Los expertos de JEDI, los sociólogos, los educadores y los formuladores de políticas de todo el mundo han enfatizado la importancia de poner a las personas primero, todas las personas, por igual. Y ahora las cosas son tan desiguales, hemos pasado queriendo igualdad y exigiendo equidad. Y ahora el mundo está en silencio. La capa de ozono se está curando, los delfines han regresado y los canales son cristalinos. Los parásitos microscópicos han invadido pulmones, máscaras, guantes y hogares en todas partes. Y esta vez «golpea diferente». Nadie se ve afectado y nadie sabe qué hacer ahora que el apocalipsis nos ha sucedido.
Los segmentos de comerciales y noticias hablan de grupos que honran y agradecen a los «trabajadores esenciales», que no son solo los médicos y las enfermeras. Los parámetros de este término basado en la supremacía blanca han cambiado. Porque, en algunas de nuestras comunidades, «esencial» siempre ha incluido a folx que está almacenando los estantes en nuestros supermercados, camioneros, trabajadores y repartidores.
Pero estos puestos se encuentran entre los peor pagados de los EE. UU. Las poblaciones vulnerables también pueden trabajar más en negocios esenciales y, por lo tanto, no pueden trabajar desde casa y están expuestas de manera desproporcionada a los riesgos de COVID-19. Por ejemplo, en los Estados Unidos, los trabajadores hispanos representan el 17% del empleo total, pero constituyen el 53% de los trabajadores agrícolas; Los afroamericanos representan el 12% de todos los trabajadores empleados, pero representan el 30% de las enfermeras profesionales y vocacionales con licencia.
