En las últimas décadas, muchas empresas han intentado aportar algo más que recursos económicos al mundo, las personas y a sus inversionistas, puesto que están tomando conciencia del impacto de sus actividades y la influencia que pueden tener como agentes de cambio. Esta nueva visión —que implica rentabilidad y, por ende, una nueva forma de hacer negocios—, conocida como Responsabilidad Social suele confundirse con la filantropía.
Las diferencias entre Responsabilidad Social y filantropía son importantes al momento en la que las organizaciones eligen cómo impulsar a los actores externos a ellas. Mientras la primera consiste en un modelo integral que se adhiere a las dinámicas productivas y contempla los factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo, la segunda nace de un pensamiento altruista que puede o no ser constante.
La Responsabilidad Social y la filantropía son dos formas en las compañías suelen trasmitir su preocupación por las problemáticas colectivas, sin embargo, la estrategia con la que pretenden generar un cambio positivo, su estructura y su objetivo son características que las distancian.