Las universidades europeas obtienen en torno al 4% de sus ingresos de la filantropía, según un estudio de 2011 de la Asociación Europea de Universidades (EUA, en sus siglas en inglés). En esa categoría contaban el dinero que los campus obtienen “de fundaciones, empresas o particulares”.
El trabajo no ofrece datos específicos para España, pero destaca que en algunas universidades británicas ese porcentaje puede llegar al 10% o incluso al 20%, y que algunas instituciones de Suecia, Italia o Francia están por encima de esa media del 4%. En España no hay tradición con este tipo de donaciones, y muchos especialistas y universitarios se quejan de tampoco ayuda a crearla la ausencia de una regulación que lo incentive.
En todo caso, las fuentes principales de financiación de los campus europeos siguen siendo las que han sido tradicionalmente: la subvención pública directa (73%) y las matrículas que pagan los alumnos y sus familias (9%); en España esos porcentajes eran en 2008 del 81,61% y del 8,42%, respectivamente, aunque el significativo aumento de tasas y los recortes han variado con toda seguridad esas cifras en los últimos años. Unos recortes y unas subidas (o introducción) de tasas que han recorrido buena parte de Europa, aunque no hay que olvidar que nueve países han aumentado el presupuesto para universidades pese a la crisis, entre ellos, Alemania y Francia).
En ese contexto, numerosos expertos han insistido en la necesidad de diversificar más las fuentes de ingresos, a través de la investigación de las spin offs (empresas creadas por la universidad) o contratos con compañías, ofreciendo distintos servicios (desde enseñanza continua a trajes formativos a medida de las compañías) o buscando esas donaciones. Según el estudio de la EUA, el 6,5% del dinero les llega de contratos con empresas privadas (para investigación, dar formación específica o asesoría); otro 4,1% de servicios como el alquiler de espacios, la gestión de las residencias, las cafeterías o las bibliotecas; y un 3% de las matrículas que pagan los estudiantes de fuera de la UE, que suelen ser bastante mayores.
Fuente: El País