¿Tiene un propósito tu empresa más allá de ganar dinero? Si la respuesta es negativa, tal vez es momento de que se comience a definir uno, ya que son muchos los beneficios de operar una compañía guiada por el propósito. Uno de ellos: paradójicamente, son las organizaciones que ganan más dinero.
Una encuesta reciente realizada por Harvard Business Review Analytics y el Beacon Insitute de la firma EY descubrió que: “aquellas empresas que logran aprovechar el poder del propósito para guiar el desempeño y la rentabilidad gozan de una importante ventaja competitiva.”
La investigación definió el propósito como “una razón de ser aspiracional que inspira y provee de una llamada a la acción para una empresa, sus socios y sus grupos de interés y provee de un beneficio a la sociedad global y local.” Es decir, se trata de cómo puede el trabajo diario contribuir a un bien social más allá de simplemente ganar dinero.
En el artículo de The Financial Times que resume estos resultados, se afirma que si una empresa no tiene un propósito definido, no puede medir su progreso hacia él. Al tener un propósito surge una forma de medirlo, y con la medida surge la capacidad de administrarlo, de aprender y de mejorar.
Cuando el único propósito es ganar dinero, el enfoque se vuelca en lograr las cifras meta, lo cual puede ser desastroso porque las personas dejan de enfocarse en hacer lo mejor para el cliente. Así es como sucede que los bancos le vendan seguros a personas que no los necesitan o que VW manipule los resultados de sus emisiones de carbono simplemente para lograr un objetivo, afirma el artículo.
Es por eso que el propósito debe relacionarse siempre con el punto de vista del cliente, la única fuente de éxito a largo plazo. Así, los empleados ven qué están haciendo y cómo pueden mejorar. Un buen ejemplo de esto es el famoso sistema de producción de Toyota (TPS), que tiene por objetivo ofrecer un auto a un cliente en el menor tiempo posible.
El propósito no siempre es tan claro como en el TPS y el artículo recuerda que por sí mismo no logrará milagros. El secreto es contar con los métodos y las mediciones correctas para así hacerlo tangible y ayudar a los colaboradores a seguirlo.
