Con el fin de reducir los daños a la economía francesa, el gobierno concibió un plan para apuntalar su economía durante la pandemia.
Dicho plan es el esquema de “actividad parcial”, cuya finalidad es permitir a las compañías poner a los trabajadores en horarios laborales reducidos o con licencia mientras que el Estado financia la mayor parte de sus salarios en un intento por evitar una oleada de despidos masivos.
En este marco, las empresas de artículos de lujo, LVHM y Kering, ya habían comunicado a sus empleados con anterioridad sobre la participación de los grupos en un plan de ayuda gubernamental de emergencia, sin embargo dieron marcha atrás posterior a que Hermès y Chanel se comprometieran a sobrellevar la situación sin recurrir al apoyo del Estado, en un espíritu de “solidaridad nacional”.
Se sabe que tanto los trabajadores de Louis Vuiton y Sephora, la marca más importante de LVHM y el minorista de belleza, formaban parte de las empresas que declararon (posterior al cierre de emergencia en Francia el 15 de marzo) su inclusión en el programa del gobierno, llegando a revertir esa decisión hace dos semanas.
Una situación similar se desarrolló con el propietario de Guchi, Kering, donde, según refiere Yannik Blaise —un representante sindical en Boucheron—, se habían celebrado tres juntas en las últimas semanas con el fin de incluir al personal en el esquema antes mencionado, no obstante, el lunes pasado se le informó al sindicato que el plan no seguiría adelante.
Hasta hoy, son alrededor de 473 mil compañías las que han solicitado ayuda para cubrir los costos de aproximadamente 5 millones de trabajadores a un costo de más de 11,000 millones de euros para el Estado.
Por otra parte, algunos grupos como Total y Société Générale, se comprometieron a no usar el esquema de actividad parcial. Chanel, que es de propiedad privada y de control familiar, declaró el 28 de marzo en un comunicado que no tenía intención de usar el programa de ayuda en esta etapa de la crisis, ya que no tenían objetivo de pesar sobre las cuentas públicas y preferían que se le diera prioridad a la ayuda de las empresas más vulnerables y se centraran sus recursos en el sistema de salud, sus médicos, así como sus enfermeras.
Hermès dio un paso más allá cuando prometió el 1 de abril que mantendría los salarios de sus 15,500 empleados en todo el mundo y no caería en ninguna “actividad parcial” durante la crisis.
Por su lado, un portavoz de LVHM dijo que la compañía no acostumbra tomar decisiones en base a lo que hace la competencia. La realidad es que el recurrir a la ayuda estatal se ha convertido en una cuestión delicada para algunas de las compañías más grandes de Francia, ya que al pedir ayuda se corre el riesgo de convertir asuntos internos en asuntos de debate público.
Ante la decisión de no recurrir al plan de ayuda, una representante laboral de CGT en Sephora, Jenny Urbina, dijo que la empresa informó a sus empleados que la marcha atrás respecto a depender del esquema se aplicaría en todo LVHM a excepción de sus periódicos Les Echos y Le Parisien.
Creo que avanzaron demasiado rápido y no pensaron en cómo se vería, y quedaron atrapados cuando los competidores hicieron sus anuncios.
También afirmó:
Si bien estamos contentos de que la compañía haya hecho esto, en CGT pensamos que era escandaloso que LVMH quisiera buscar ayuda del Estado. Se supone que estos programas ayudan a las empresas frágiles y a los trabajadores que realmente lo necesitan, no a los grandes y rentables.
Ahora, también es cierto que los multimillonarios dueños de LVHM y de Kering, Bernard Arnault y Francois-Henri Pinault, respectivamente, donaron dinero y recursos para la lucha contra la COVID-19 en las últimas semanas. Así mismo, LVHM recibió elogios por haber adaptado las fábricas de perfumes para poder producir desinfectantes de manos para los trabajadores de salud.