Las políticas para el medio ambiente en México

El tema del medio ambiente se está poniendo igual que la temperatura en estos días en la ciudad de México: caliente, y no es para menos, ya que si uno mira la atmósfera en la ciudad al mediodía queda horrorizado. Lo mismo sucede casi en todas la macrourbes, donde las concentraciones de personas son insostenibles en el largo plazo.

Recursos como el agua potable, el aire limpio, los parques y los espacios abiertos tranquilos son muy escasos, al tiempo que estamos agotando los combustibles fósiles, llenando los lugares abiertos con basura y contaminando los cuerpos de agua.

Poco o nada es lo que hemos hecho para avanzar en el tema, excepto dar discursos y participar en cuanto foro, de preferencia internacional, se organiza en el tema.

El problema no es menor y queda claro que no se trata de legislar o prohibir únicamente, ya que en tanto el problema no lo sienta el consumidor en su bolsillo, no tomará las decisiones acertadas acerca de sus hábitos de trabajo, consumo diversión y trato con los demás.

Asimismo es necesario diseñar mecanismos para que los mandatarios, desde el presidente hasta los gobernadores, jefes de gobierno y presidentes municipales, tomen conciencia del problema y se comprometan en acciones concretas, con penalizaciones explícitas en caso de incumplimiento.

Para empezar hay que poner orden en el crecimiento urbano de todas las ciudades. Basta de permisos al vapor para poner cualquier tipo de negocio donde a la gente se le antoje. El comercio informal de cualquier tipo de mercancías, en especial de comida, debe prohibirse.

Si es cierto que algunas familias gracias a esto sobreviven, una política pública acertada será dotarlos de espacios propicios para su actividad, con agua corriente y drenaje, y un incentivo para que acepten este cambio es darles un pago igual a la renta de los seis primeros meses de sus negocios, y para evitar espontáneos y comedidos por el subsidio, castigar con multas elevadas a quienes después ciertas fechas sigan en las calles.

La acción siguiente, muy alineada con la anterior, es poner orden en el transporte urbano. Ya hay que mandar al patio de chatarra todos los micros y demás peligros para los ciudadanos.

A todo el transporte público se le debe dotar de aire acondicionado y regular el servicio con horarios y paradas ubicadas en sitios estratégicos, en los que se debe prohibir todo tipo de comercio.

Para completar estas acciones es necesario que la gasolina suba de precio. De esta forma paga más quien más contaminen, y dar incentivos para que aumente la oferta de espacios de estacionamiento con multas para quienes se estacionen en las calles.

En lo que respecta a la industria y el comercio formal, las autoridades deben trabajar mano a mano con los mayores consumidores de recursos como electricidad, gas y agua, de manera que hagan sus negocios sustentables y autosuficientes.

Las tecnologías actuales ya permiten generar electricidad y aprovechar la energía solar y eólica par múltiples usos, rentables desde el punto de vista comercial. La política pública adecuada para este fin es proveer incentivos para que en cuanto a la empresa o comercio inviertan un peso en proyectos sustentables o de energías limpias, el gobierno corresponda a esta inversión.

La forma sería una transferencia directa a cada negocio o empresa, pago que se suspendería en cuanto el proyecto esté terminado, así como darle la posibilidad, si así lo desea, que la empresa deduzca las inversiones mediante un método rápido.

Todos los gobiernos municipales deben invertir en cambiar sus luminarias ineficientes, que todavía utilizan balastros que contaminan e iluminan mal. En lugar de financiar campañas políticas con las transferencias federales, cada municipio debe efectuar este cambio.

Al tiempo que este proyecto se materializa, los municipios deben invertir en plantas procesadoras de basura, evitando los sitios abiertos para enterrarla.

Procesando la basura se recicla buena parte de los desechos sólidos, se producen fertilizantes para la agricultura, agua potable para riego y gas, que se puede utilizar para mover la flota de vehículos que recogen basura, o producir electricidad en plantas de ciclo combinado, para que el alumbrado público se desconecte de la empresa de electricidad.

Otro proyecto al que deben comprometerse los municipios es construir plantas de tratamiento de aguas residuales, así como la instalación de sistemas de riego automatizados para todos los parques públicos y camellones.

Eso de que en estos tiempos todavía veamos al camión que estorba el tráfico y riega con una persona, es una señal más de nuestro retraso histórico.

El incentivo para los municipios es simplemente que quien no se comprometa a esto proyectos en un plazo razonable se le cortan las transferencias federales.

Para evitar a los rentistas y vividores de comisiones en los contratos se sugiere nombrar un consejo ciudadano de vigilancia, que elija a auditores privados, revise las auditorías y sugiera las sanciones aplicables a los corruptos. Quien deba ir a la cárcel, debe hacerlo, por el bien de todos.

El problema ya se nos vino encima y no hay tiempo que perder. O empezamos hoy y dejamos la palabrería, o mañana, textualmente, la tierra nos lo va a cobrar.