«La única medida del éxito solía ser el crecimiento de la empresa, que generaba utilidades decrecientes, fuga de energía organizacional, desperdicio de recursos, debilitamiento competitivo y tolerancia a la improductividad».
Así narró Carlos Cosío, consultor de Gobierno Corporativo los motivos por los que decidió complementar su vida académica a través de una involucración directa en el campo de trabajo.
Durante el Simposio de Responsabilidad Social de la Universidad Anáhuac del Norte, un pánel de expertos se enfocó en el tema de la autorregulación.
Explicaron que uno de los objetivos de la empresa es generar valor económico agregado, después crear valor humano agregado para posteriormente lograr la permanencia y cumplir con su Responsabilidad social.
El Economista