Este año queremos subrayar la relación de las soluciones tecnológicas con la sostenibilidad. De manera más concreta y, como novedad de la edición 2012
Del 13 al 15 de Noviembre se celebrará en Barcelona el Smart City Expo World Congress que reunirá a expertos y representantes de las iniciativas más innovadoras del mundo en este sector. El director del certamen explica qué se espera de esta edición en la que la sostenibilidad en la gestión urbana tendrá un protagonismo especial
¿Cuál sería la aportación singular qué destacaría de Smart City Expo de este año respecto a la edición anterior?
Este año queremos subrayar la relación de las soluciones tecnológicas con la sostenibilidad. De manera más concreta y, como novedad de la edición 2012, construiremos físicamente una simulación de calles y edificios por donde los visitantes podrán pasear. En este «trozo de ciudad», que ocupará 1.500 metros cuadrados del área expositiva, mostraremos soluciones reales muy variadas que aportarán diferentes empresas participantes. La idea es que los visitantes entiendan cómo funcionan las aplicaciones Smart Cities en el alcantarillado, o en eficiencia energética, de una forma palpable. Este espacio será útil para visualizar el state of the art en este ámbito. Por otro lado, queremos que las pequeñas empresas, que son muy importantes en este sector por que desarrollan aplicaciones de gran valor, puedan establecer contactos con inversores y grandes corporaciones que están interesados en conocerlas. Estos contactos no son siempre fáciles y por lo tanto, apostamos por que tengan un espacio específico, que llamamos open innovation market place.
¿Y hay alguna ciudad de referencia en este ámbito en nuestro entorno?
En nuestro ámbito de Europa y Occidente no hay una ciudad que lidere o que sea un referente especial. Más bien diría que es difícil encontrar un municipio que no tenga un programa en el ámbito de las tecnologías Smart Cities. La diferencia radica quizás en que las ciudades pequeñas y medianas lleguen más fácilmente a hacer una gestión global, mientras que las grandes están aplicando soluciones por sectores, para resolver temas concretos. No es lo mismo sensorizar Santander o Sant Cugat que Barcelona o Madrid.
¿Cómo calificaría el momento de la implantación de estas tecnologías en Catalunya el 2012?
Catalunya está siguiendo el mismo ritmo de implementación de estas tecnologías que otros países avanzados. Barcelona está impulsando activamente el City Protocol, la búsqueda de un acuerdo entre ciudades para definir que estándares deben regir las ciudades inteligentes del futuro. De esta forma la ciudad ejerce un papel de liderazgo en el desarrollo de las Smart Cities a nivel global.
¿Las Smart Cities tienen algún papel ahora mismo en los países emergentes o sólo en los más desarrollados?
Las ciudades de los países emergentes tienen una dificultad añadida: la velocidad de su crecimiento deja obsoleta la planificación urbana antes de que se pueda aplicar. Desde otro punto de vista, la movilidad en China, India o Colombia, se enfrenta a muchos problemas que aquí ya hemos resuelto. ‑Pero precisamente, como les queda mucho por hacer, las soluciones Smart Cities tienen un papel destacado. Medellín, por ejemplo, vendrá con una delegación en la edición de este año. En general, las ciudades de los países emergentes ven en el congreso una gran oportunidad para adquirir conocimiento que les permita mejorar su gestión. Creo que el sólo hecho de que se marquen este objetivo ya es un éxito por qué quiere decir que han dejado atrás etapas en que estos planteamientos no se podían hacer, por una situación política o social muy complicada. El auténtico motor del concepto Smart Cities es la consciencia de que el modelo de gestionar adecuadamente los recursos es el único modelo que tiene futuro. Esta idea ya no es de los partidos verdes y va ganando terreno en sociedades en diversos grados de desarrollo, incluso en China. En este país ya se ha entendido que no se puede continuar con los niveles de contaminación y de caos urbano que están sufriendo algunas ciudades porque es claramente insostenible.
Los países del sur de Europa- y por lo tanto el nuestro- se encuentran en recesión y en una situación de parálisis económica de las administraciones sin precedentes. ¿Cómo defendería la necesidad de invertir en estas tecnologías precisamente ahora?
Si la reflexión se hace a nivel familiar, y si pensamos en la factura de la luz, hay una respuesta clara: cuando se tienen menos recursos el objetivo principal debe ser bajar esta factura. Así pues, a escala de la ciudad sucede lo mismo. Tenemos unos presupuestos limitados para limpiar las calles, recoger los residuos, iluminar la ciudad y ahora más que nunca el objetivo pasa por la eficiencia. La gestión urbana es un ámbito muy atractivo para hacer negocio y ésta es una tendencia que cada vez irá a más. En Birmingham, Inglaterra, el ayuntamiento ha llegado a un acuerdo con una empresa privada que se encargará de la gestión integral de la vía pública de la ciudad durante los próximos 25 años. Esta empresa hará toda la inversión que deberá estar orientada a la sostenibilidad económica y ambiental, consiguiendo ahorros de energía y de costes de mantenimiento. La fórmula de partenariado público-privado, que también se pone de manifiesto en el modelo de las empresas de servicios energéticos, tiene un largo recorrido en el siglo XXI. Hasta ahora hemos estado acostumbrados a que la administración lo hacía todo, y no tiene porque ser así. En el nuevo escenario las tecnologías Smart Cities son los instrumentos que deben estar al servicio de una visión, un modelo de ciudad.
¿Cómo se desarrolla esta visión o este modelo?
Para mí el concepto Smart City empieza cuando una ciudad es capaz de sentar en la misma mesa a los que gobiernan, las empresas y los ciudadanos, para discutir a fondo cuál debe ser la orientación general. Antes de poner sensores hace falta saber qué se quiere resolver. No veo el sentido de sensorizar toda una ciudad, sin tener muy claras las finalidades. Esto está relacionado con el hecho de que cada elemento de avance -tecnológico o no- necesita su tiempo, su maduración. Las cosas deben pasar en el momento adecuado. Si hace 20 años hubiésemos puesto el Bicing hubiera sido un desastre porque nadie habría cogido la bicicleta. Esto es válido en cualquier parte: en Colombia o India, por ejemplo, hay que ir con mucho cuidado en el momento de establecer un plan global de reciclaje porque allá mucha gente vive de recoger basuras y un tipo de implantación determinado, por muy bueno que sea sobre el sobre el papel, puede cargarse la economía local.
Usted ha trabajado en la implantación del vehículo eléctrico en Barcelona. La gente no se lanza a adquirir estos vehículos (sólo unos 300 vendidos en España el 2011) por que no ve que se desarrolle la infraestructura y, a la vez, cuesta que la infraestructura se desarrolle si no hay vehículos en circulación. ¿Cómo se puede romper este círculo vicioso?
Muchas infraestructuras que se han puesto en funcionamiento hasta ahora son experimentales. Sirven para aprender. No sabemos cómo recargarán los vehículos eléctricos de aquí a 20 años. Ahora se hace difícil apostar por un sistema concreto y hay cuestiones por resolver como las baterías. La implantación de estos vehículos está avanzando más actualmente por las flotas de servicios urbanos, en diferentes tipologías, bicicletas, motos, pequeños coches, que no por parte del usuario privado. Otra vez está la cuestión del tiempo: queremos una implantación rápida pero, si nos fijamos, transcurrieron muchos años hasta que todos tuvimos un coche con motor de combustión. ¿Por qué no debería pasar igual con el vehículo eléctrico? Por lo que se refiere al nexo de este vehículo con las Smart Cities, se encuentra en las smart grids. Por otro lado, las ciudades inteligentes permitirán implantar cada vez sistemas más sofisticados de control de los vehículos que podrán acceder a determinadas zonas en función del grado de contaminación que generen.
El concepto Smart Cities supone recoger grandes cantidades de datos. ¿Cómo se pasa de los datos al conocimiento?
El Open Data jugará un papel muy importante desde este punto de vista. Muchos datos de la administración que ahora se utilizan para gestiones concretas, al abrirse al público permitirán a las empresas crear aplicaciones relacionadas con servicios muy específicos que serán útiles para la ciudadanía.
¿Una Smart City es una ciudad más participativa?
La ciudadanía debe ser 100% participativa, de otra manera no tiene sentido avanzar por este camino. Si un ayuntamiento hace un gran esfuerzo en el reciclaje de residuos pero los ciudadanos no colaboran, el sistema no funcionará por muy avanzado que esté tecnológicamente. La participación, en un contexto Smart Cities, se puede entender en muchos sentidos como, por ejemplo, la capacidad de que los ciudadanos sean más activos en la monitorización de la acción pública. En cualquier caso, cuando más intensa sea la participación más aumenta la consciencia colectiva y se puede conseguir una implicación mucho más alta en aspectos como la preservación del espacio público o la contribución a la mejora de los servicios de transporte.
¿Qué significa la realización de este congreso para Barcelona y, específicamente, para Fira de Barcelona?
Durante los días del congreso la ciudad se posiciona como la capital del mundo de Smart Cities porque somos capaces de atraer a las principales ciudades, empresas y universidades que están involucradas en este tema. Para Fira es un tema muy relevante porque creamos un espacio de innovación y ofrecemos posibilidades de compartir conocimientos y de cerrar negocios.