Las Naciones Unidas se preparan para acoger en los próximos meses conferencias clave sobre dos crisis mundiales: el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Como han señalado los expertos, estas cuestiones están fundamental e ineludiblemente entrelazadas. En ambos casos, las actividades humanas están perjudicando a la naturaleza y al apoyo que proporciona a las personas.
Pero esa conexión también es una oportunidad. Proteger lugares ricos en carbono y en especies puede ayudar a frenar el cambio climático y la pérdida de biodiversidad al mismo tiempo. Por ejemplo, en un informe de junio de 2021, los expertos en biodiversidad de la ONU instaron a las naciones a establecer áreas protegidas estrictas y a gobernar los bosques mediante «prácticas de gestión sostenible ajustadas localmente».
De acuerdo con The Conversation, los bosques comunitarios mexicanos pudieran ser el mejor modelo de gestión local sostenible del mundo. Las investigaciones a lo largo de 30 años han demostrado que cuando las comunidades indígenas y locales controlan sus bosques para la producción comercial de madera, tanto los seres humanos como la tierra se benefician.
Estos bosques ofrecen la esperanza de un futuro mejor que el que ahora se cierne sobre nosotros.
Lecciones ambientales de México
México es uno de los países con mayor biodiversidad del mundo. Gran parte de esa vida depende de sus 65 millones de hectáreas de bosques, que cubren un tercio de la superficie del país.
Cada invierno, millones de mariposas monarca migran desde Norteamérica a las laderas boscosas de la Sierra Madre mexicana. Los bosques tropicales del sur de México albergan jaguares, monos araña, cocodrilos, osos hormigueros y casi 500 especies de aves.
A raíz de la Revolución Mexicana de 1911-1917, se transfirió a las comunidades locales la propiedad de alrededor del 60% de los bosques del país, que suman unos 42 millones de hectáreas. A lo largo de las décadas siguientes, los reformistas subvencionaron equipos y proporcionaron formación en materia de explotación forestal y empresarial a las personas que se hicieron cargo de estos importantes recursos. Los miembros de la comunidad aprovecharon la oportunidad.
Este experimento de décadas, con apoyo gubernamental e incentivos de mercado, ha dado resultados sorprendentes:
En la actualidad, las empresas forestales comunitarias mexicanas administran sus bosques de propiedad común a una escala y con una madurez actual que no tiene parangón en ningún otro lugar del mundo.
La tala de árboles puede parecer una forma contraria a la intuición de frenar el cambio climático y la pérdida de especies, pero en México funciona. Las empresas forestales comunitarias venden productos rentables como madera y agua de manantial embotellada. Unas 1,600 comunidades talan de forma sostenible más de 17 millones de acres de bosque. Seleccionan cuidadosamente sólo ciertos árboles para su tala, de modo que los bosques vuelvan a crecer vigorosamente.
Medición de resultados
Las investigaciones demuestran que el modelo mexicano favorece la conservación. Un estudio realizado en 733 municipios de ocho estados descubrió que las tasas de deforestación eran menores en los bosques gestionados con altos porcentajes de tierras de propiedad común. Los bosques comunitarios del estado tropical de Quintana Roo tienen tasas de deforestación más bajas que las áreas públicas protegidas del sur de México, ya que utilizan prácticas de tala que preservan el hábitat de las aves migratorias invernantes.
En la Sierra Norte de Oaxaca, 23 comunidades con una superficie total de más de 500,000 acres han zonificado su territorio de modo que el 78% de él está forestado para la producción sostenible y la conservación, dejando el resto para la agricultura y otros usos.
La comunidad de Pueblos Mancomunados de la Sierra Norte gestiona sus 78,000 hectáreas principalmente como un parque comunitario centrado en el ecoturismo. Los silvicultores sólo cortan los árboles para controlar los brotes de escarabajos de la corteza. Los indígenas zapotecas llevan viviendo aquí más de 1,000 años, y los residentes han practicado la tala sostenible durante décadas.
Esta región cuenta con una de las mayores biodiversidades de México. Aquí se descubren con frecuencia nuevas especies, como la Charadrahyla esperancensis, una rana arborícola con un hocico sobresaliente.
Los bosques comunitarios reducen la pobreza
Durante un periodo de 20 años, de 1993 a 2013, el paisaje densamente boscoso de la Sierra Norte también ha producido 3 millones de toneladas métricas de madera y carbono, en su mayoría almacenadas en muebles y materiales de construcción. Al almacenar el carbono en productos duraderos, los bosques gestionados de forma sostenible capturan en realidad más carbono que los bosques estrictamente conservados.
Estas operaciones también benefician a las economías locales. En un estudio de 2019, el investigador mexicano Juan Manuel Torres-Rojo y sus colegas descubrieron que, en una muestra de más de 5,000 comunidades forestales mexicanas, el apoyo gubernamental a la silvicultura, sobre todo a las inversiones en capital social y humano, redujo significativamente la pobreza.
Los retos más graves a los que se enfrentan los bosques comunitarios son los impactos del crimen organizado. Las bandas cobran a las comunidades de varios estados dinero por protección y, al parecer, se han apoderado físicamente de las empresas forestales comunitarias en algunos estados del norte.
La tala ilegal también es un problema grave, pero se concentra en las comunidades que no gestionan sus bosques. Los bosques comunitarios mexicanos son menos vulnerables a tensiones como la deforestación, los incendios y la sequía que amenazan a grandes franjas de la cuenca del Amazonas porque las comunidades vecinas dependen de sus bosques para su subsistencia y los vigilan constantemente.
Dar a las comunidades el control ayuda a la tierra
Los gobiernos de los países en desarrollo suelen tener poco dinero para gestionar las tierras protegidas. Dar a las comunidades el control de valiosos bosques y los recursos para gestionarlos es una alternativa asequible.
Los bosques comunitarios de México se sostienen por sí mismos y generan beneficios. No dependen de las subvenciones del gobierno, aunque las han recibido a lo largo de los años, como una iniciativa de política pública a favor de los bosques comunitarios.
La movilización de la acción colectiva comunitaria en torno a la madera —un producto que, a diferencia de la mayoría de los cultivos de los pequeños agricultores, prácticamente siempre tiene un buen precio— es, un modo orientado al mercado para detener la deforestación y conservar la biodiversidad.
Sin embargo, muchos gobiernos no tienen la voluntad política de dar este tipo de propiedad, autoridad de gestión, formación y equipamiento a las comunidades locales. Si los resultados obtenidos en México se conocieran más, podrían ayudar a convencer a otros gobiernos de que el fomento de la silvicultura comunitaria puede aportar estabilidad política, reducción de la pobreza y un clima más habitable.
y estamos preparando una solución definitiva para la gestion de residuos que tienen implicación en una diversidad importante de problemáticas en la sustentabilidad desde la perdida de suelos y contaminación marina hasta agotamiento de recursos y y GEI, DESAFORTUNADAMENTE COMO NO hay viabilidad en mexico, el proyecto se esta sugiriendo en una noción en desarrollo de latinoamerica, solo por oportunidad,