La Responsabilidad Social (RS) se ha vuelto un pilar para algunas empresas, las ha hecho sumamente atractivas ante los ojos de los consumidores y los nuevos talentos que buscan desarrollarse profesionalmente en una compañía que genera bienestar social, ambiental y de gobierno corporativo.
Bajo este esquema, existen lecciones para Gen Z y millennials, que son elementales antes de integrarse al mercado laboral, aunado a esto, también pueden ser de utilidad para las marcas que aún no se atreven a integrar la RS.
Algunas lecciones para GEN Z y millennials
Un gerente de una importante multinacional de bienes de consumo fue invitado a la Escuela Superior de Administración y Dirección de Empresas ESADE, la finalidad fue discutir con un grupo de estudiantes el impacto del marketing en la sociedad.
Durante su charla, compartió que su empresa no cuenta con una estrategia de Responsabilidad Social Corporativa (RSC), la respuesta fue una reacción de sorpresa entre la mayoría de oyentes que pertenecía a la generación Z, quienes tienen un alto nivel de conciencia social.
Ante tal reacción, señaló que su empresa en efecto no tiene una estrategia de RSC, sino que esta es «la estrategia»; esta declaración redefine el significado final de la RSE, es decir, que no es optativa.
La única opción para las compañías hoy en día es garantizar que su estrategia competitiva sea simultáneamente una expresión de su RSE.
Hace a las empresas brillar
Durante 2011, el profesor Michael Porter, creador de conceptos como estrategias competitivas genéricas, difundió una propuesta sobre cómo competir en el entorno actual.
En ella se encuentran diversas acciones y consejos que ayudan a mejorar la competitividad de las organizaciones, y las condiciones sociales y económicas en las comunidades donde opera.
Al desarrollar una planeación similar, las compañías pueden comenzar a integrar la ética y la RSE en su estrategia como una fuente de ventajas competitivas.
Gracias a esto, las marcas hacen visibles sus acciones en materia de responsabilidad social, y resultan más atractivas para los millennials que buscan empresas con CEO responsables.
La generación Z (los nacidos a mediados de la década de 1990) ahora está ingresando al mercado laboral, ganando y gastando dinero. Prefieren las compañías que se oponen a la pobreza y apoyan las políticas ecológicas y los derechos humanos.
La RSE como pilar en una empresa, también añade valor y convierte a la compañía en una marca con propósito.
La RSE añade valor
Una de las lecciones más importantes que debemos aprender es que aquellas marcas que logran tocar el corazón de sus consumidores, prosperan.
Éstas son apreciadas por los consumidores y el futuro talento que busca integrarse al equipo laboral de empresas responsables, información que sostiene la investigación del Dr. Casabayó: el Marketing del alma.
A lo largo de esta investigación, se menciona que una empresa debe crear valor para los consumidores que también son ciudadanos y profesionales:
«En nuestra actividad como consultores, descubrimos que los empleados son la parte interesada prioritaria al generar valor social, son los primeros en valorar el hecho de estar asociados con empresas que tienen alma».
Las empresas pueden adaptarse y crear vínculos
Aunque uno de los principales retos es ofrecer mejores productos y servicios sostenibles que aporten beneficios a las comunidades, no se puede dejar de lado la importancia de crear alianzas con organizaciones sin fines de lucro que desarrollan iniciativas para abordar y solucionar algunos de los problemas que más afectan a la población y al planeta.
Las organizaciones de caridad se están expandiendo en todo el mundo, incluso a medida que disminuyen los recursos públicos que se les asignan.
De acuerdo con Gerard Costa, Profesor Asociado del Departamento de Marketing en ESADE para el sector social, las empresas privadas han dejado de ser enemigas y se han convertido en socios incómodos pero indispensables.
Las compañías desean alinear sus estrategias de RSE con sus objetivos comerciales, y esto significa que las organizaciones benéficas deben pensar de manera más estratégica y mostrar a las empresas cómo lograr resultados beneficiosos para todos.
Este tipo de alianzas han tomado mayor relevancia, sobre todo porque son cada vez más empresas las que se dicen ser responsables, pero son pocas las que realmente han demostrado sobresalir.
Estamos ingresando en un entorno cada vez más inestable, donde un número mayor de proyectos de RSE se cruzan en el camino de las compañías. La realidad es que la RSE se está convirtiendo en la única estrategia.