La familia de Roberto Alvarado trabaja en el sector de salud visual desde hace más de 30 años y al menos dos veces por año visitan comunidades marginadas y de pobreza extrema para regalar entre 30 y 40 lentes.
Roberto tiene 32 años y es egresado de la carrera de Administración de Negocios de la Universidad Tecnológica de México (Unitec). Su visión crítica y de conciencia, así como una alianza con su compañero de escuela, Adrián Ramírez, le permitieron diseñar un armazón de lentes oftálmicos con base en PET reciclado resistente, hipoalegénico, ligero y durable.
En México, más del 40% de la población sufre problemas de visión, ya sea miopía, astigmatismo o hipermetropía, y muchos de ellos no reciben el tratamiento adecuado por falta de recursos y los altos costos de los lentes, según dados de la Secretaría de Salud.
“Los lentes son caros porque el 80% de su costo lo absorbe el armazón y el 20% las micas, lo que los convierte en un producto de primera necesidad, pero que muy pocas personas pueden adquirir”, dijo Roberto, socio fundador de ICH.
Actuamente, la firma tiene cinco modelos y fabrica 400 piezas mensuales. El precio al público (mica y armazón) es de 499 pesos y tiene una resistencia de tres años y una durabilidad tres veces mayor que los lentes de pasta tradicionales.
“El éxito de la empresa se refleja en sus ventas. Tan solo durante 2014 vendieron 5,000 piezas”, agregó la directora de Enlace Profesional y directora de la incubadora de negocios de la Unitect, Lizbeth García Rincón.
El proyecto ICH no ha sido fácil de echar a andar, ya que la falta de recursos y maquinaria han sido sus principales retos.
Recientemente ganaron un concurso internacional en el que obtuvieron 50,000 dólares que utilizarán para comprar maquinaria y materia prima para fabricar 10,000 lentes por mes.
Para que un emprendedor social sea exitoso debe tener visión sistémica. “Su iniciativa debe buscar tener incidencia en políticas publicas”, dijo por su parte la directora de Ciudadanía para Todos, de la aceleradora de negocios sociales Ashoka, María Luisa Luque.
«Los emprendedores sociales tienen dos tareas: resolver una problemática social y hacer que el negocio sea rentable. Una combinación rara que pocos entienden y están dispuestos a apoyar”.
En México, poco a poco se ha ido desarrollando el ecosistema del emprendimiento social, desde la trinchera de Ashoka se han apoyado 200 proyectos, mientras que la Unitec, en cuatro años, ha impulsado a 90 empresas con estas características en diferentes sectores.
“Aún falta una figura legal que permita a las empresas sociales constituirse como una organización con funciones de empresa y asistencia social en una sola entidad, porque hacerlo por separado implica costos y tiempos”, agregó Luque.
Cada mes, ICH dona el 5% de sus lentes a las comunidades marginadas en el Distrito Federal y Veracruz para continuar con la filosofía de su familia y el sentido social de su negocio.
En el país existen diversos proyectos que contribuyen a mejorar la salud visual de personas con bajos recursos entre ellos destacan: Sala Uno (que elimina la ceguera a través de cirugías de bajo costo), Clínicas del Azúcar (ofrece consultas y tratamientos para personas con diabetes) y Ojos que sienten (que capacita y genera oportunidades de empleo para personas con discapacidad visual).
Fuente: CNN Expansión