El realismo político (real politik) ha sido una práctica relativamente exitosa del poder en las relaciones internacionales. Derivaba de conveniencias por parte de los países ricos para establecer arreglos con países pobres con algunos recursos valiosos, como por ejemplo, el petróleo y otras materias primas. En base a ello y a un alineamiento ideológico se establecieron apoyos a gobiernos que con el paso del tiempo se convirtieron en dictaduras. Eso no importaba. El ejemplo más vivo es el de los países árabes del norte de Afrecha y del Medio Oriente.
Sirvió para hacer negocios con los gobernantes de esos países, que ahora ante la oleada de rebeliones han quedado al descubierto. Ello independientemente de alianzas entre países como es el caso de Israel, país democrático, con la dictadura de Mubarak, porque éste a su vez respaldaba a Israel. Estados Unidos mantenía el statu para proteger a Israel de alguna invasión de sus vecinos. Y de paso controlar y mantener sumisa a la población árabe. El orden como placer de la razón política de la inmovilidad. Por ésta situación, el expresidente francés Jacques Chirac acostumbraba decir que la libertad no era un valor cultural en África, China o Rusia.
A nivel nacional Libia recibía a las empresas Exxon Mobil (EUA) BP (Gran Bretaña) ENI (Italia). También compraba armamento de Rusia y las empresas chinas realizaban inversiones importantes. Los chinos tenían contratos por 18,000 millones de dólares. Para éstas empresas, entre otras, era muy fácil moverse en un país controlado por un dictador endiosado, sin Constitución, sin Parlamento, sin partidos políticos.
A un nivel más pedestre, el gobierno de Berlusconi le abrió las puertas de Italia y de sus empresas a Gadafi para hacer negocios. Gadafi es el quinto inversor individual por volumen de operaciones en la Bolsa de Valores de Milán. Tiene acciones en el Juventus, accionista del INI, la empresa energética italiana y es el principal accionista de Unicredidt, el mayor banco de Italia. Estos solo son unos ejemplos de hasta donde está Gadafi en Italia,
Los franceses también tienen algunas opacidades. La renuncia de la Ministra de Relaciones Exteriores obedeció a que primero se le descubrió relaciones con un importante empresario tunecino, vinculado al gobierno y después que asesoraba al dictador tunecino sobre como lidear con los manifestantes.
El exprimer Ministro inglés Gordon Brown se hizo de la vista gorda ante la liberación de Abdelbaset al-Megrabi, el libio que estaba condenado de por vida a prisión en Escocia, por poner bombas en 1988 al avión de Lockerbie. También en Inglaterra, la ahora desprestigiada London School of Economics doctoró al hijo de Gadafi, el señalado para sucederlo, Saif el Islam, con una tesis que es una burla porque sostiene exactamente lo contrario de lo que sucede en su país. Para humedecer el camino Saif el Islam ofreció una contribución de un millón y medio de libras esterlinas a esa institución.
El gobierno del Presidente Obama se encuentra en una encrucijada. La pésima experiencia en Irak y Afganistán, lo detienen. Ahí EUA gastó el equivalente al PIB de México. Tiene la oposición política interna en todos los asuntos importantes. Previo a las revueltas sostuvo que los gobernantes árabes debían abandonar la violencia con los ciudadanos y democratizar a sus pueblos. No le hicieron caso.
Para los europeos, todo es cinismo: quieren todo a cambio de nada; protestar sin molestar, influir sin injerir, condenar sin sancionar, ayudar sin arriesgar, participar sin pagar. Lo único que les preocupa son los inmigrantes y el precio del petróleo.
Gadafi y su gobierno están proscritos. Usan la violencia contra su propia sociedad. Y para ello hay principios de Naciones Unidas consagrados a la responsabilidad de protegerla. Pero se han tardado demasiado.
Fuente: El Economista, El Foro, p. 54.
Columnista: Sergio Mota (Columna Invitada).
Publicada: 21 de marzo de 2011.