La moda es una de las industrias más contaminantes. Se estima que las emisiones de la industria de la moda representan el 10% de los gases de efecto invernadero (GEI) a nivel mundial. Además, esta industria es responsable de que cada año se viertan en el océano alrededor de medio millón de toneladas de microfibras sintéticas que dañan el medio ambiente y la salud, entre otros problemas que se derivan de este negocio cuya producción requiere implementar nuevos métodos para reducir su contaminación.
Ambientalistas, científicos del clima y organizaciones mundiales han presionado para que la industria emprenda una transformación que permita reducir su impacto ambiental. En consecuencia, la industria del fast fashion ha adquirido compromisos a nivel global, entre los que destaca la meta de reducir sus emisiones en un 50% para 2030 y conseguir el cero neto para 2050.
No obstante, un estudio publicado por Fashion Revolution ha puesto en duda el avance en estas metas, ya que revela información crítica sobre su desempeño en términos de divulgación y reducción de emisiones. Te decimos el estatus de la lucha contra la crisis climática desde la industria de la moda y en qué está fallando. ¡Sigue leyendo para enterarte!
¿Realmente las emisiones de la industria de la moda han disminuido?
Fashion Revolution acaba de lanzar el informe ¿Qué impulsa a la moda?, en el que, mediante un análisis de 250 de las marcas y minoristas de moda más importantes a nivel mundial, ha sacado a la luz información crítica sobre el desempeño del sector en términos de divulgación y reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
El informe destaca que, actualmente, el 47% de las marcas analizadas cuenta con objetivos validados por la iniciativa Science Based Targets (SBTi), lo que representa un aumento del 13% con respecto al año pasado. A pesar de este progreso, la transparencia y el compromiso real con la reducción de emisiones presentan serias deficiencias.
De las 117 marcas con objetivos validados, solo 105 informan sobre sus avances, y sólo 56 reportan reducciones en sus emisiones. Preocupantemente, siete marcas han registrado aumentos en sus emisiones directas (alcance 1 y 2), y 42 han visto un incremento en las emisiones indirectas (alcance 3), que provienen en gran parte de la producción de materiales y el procesamiento de materias primas, responsables de aproximadamente el 68% de las emisiones del alcance 3 en el sector.
El informe también señala que 59 de las 250 marcas obtuvieron una puntuación de cero en la sección de «descarbonización», revelando una alarmante falta de preocupación por alcanzar los objetivos de energía renovable, eliminación gradual del carbón, y otros indicadores críticos de sostenibilidad.
Entre las marcas que obtuvieron resultados positivos podemos mencionar a ASICS, H&M, Marks & Spencer y Patagonia, las cuales presentan una reducción de emisiones alineada con los objetivos medioambientales adquiridos para 2030 y 2050.
Los errores de la fast fashion en materia ambiental
Para lograr disminuir las emisiones de la industria de la moda se requiere implementar muchos cambios. De acuerdo con el estudio de Fashion Revolution, algunos de los puntos en los que esta industria puede incidir para lograr sus metas ambientales se encuentran la dependencia de combustibles fósiles, por ejemplo en el uso de fibras sintéticas en la ropa, lo que representa el 1,35% del consumo mundial de petróleo, una cifra que, incluso, supera el uso anual de petróleo en España. Si esta tendencia continúa, se estima que para 2030, casi el 73% de los textiles se fabricarán a partir de combustibles fósiles y el 85% de esa cifra representaría el uso de poliéster.
Por otro lado, el análisis mostró que sólo el 33% de las marcas divulga el desglose de su mezcla de fibras, y solo el 11% revela las fuentes de energía de su cadena de suministro. Esto último sugiere que las prácticas de sostenibilidad anunciadas por las marcas a menudo ocultan el uso continuo de combustibles fósiles.
La sobreproducción y la gestión de residuos también son problemas críticos de la industria de la moda, que está produciendo a niveles sin precedentes, con una proyección de aumento del consumo global en un 63% para 2030. Lamentablemente, se ha observado que los residuos textiles resultantes de la fast fashion terminan en vertederos o incineradores, afectando desproporcionadamente a países del sur global, como Chile y Ghana.
En Ghana, por ejemplo, se estima que 15 millones de prendas usadas llegan al mercado de Kantamanto cada semana. A pesar de la urgencia de reducir estos residuos, el informe indica que el 89% de las marcas no divulgan sus cifras de producción anual, y casi la mitad no reporta sus volúmenes de producción ni la huella de carbono de sus materias primas.
Mucho camino por recorrer
El informe de Fashion Revolution pone de relieve una verdad incómoda: a pesar de algunos avances en el compromiso con objetivos climáticos, la industria de la moda sigue enfrentando enormes desafíos en términos de transparencia y acción efectiva para reducir su impacto ambiental.
La falta de divulgación sobre la producción y el uso de materiales, junto con la continua dependencia de combustibles fósiles, demuestra que las medidas actuales son insuficientes para abordar la crisis climática. Necesitamos que las medidas de sostenibilidad vayan más allá de las afirmaciones y reflejen cambios tangibles en la reducción de emisiones y en el abandono de prácticas perjudiciales. Solo mediante una mayor transparencia y un compromiso real con la descarbonización será posible reducir las emisiones de la industria de la moda y abordar adecuadamente los riesgos ambientales que esta representa para encaminarnos a un futuro más sostenible.